Las redes sociales, ese inmenso territorio sin ley de cadenas movedizas, están pensadas para que una gran mayoría de personas ociosas y en ocasiones odiosas no piense. Lo cómodo es dejar que sean otros los que alumbren una opinión aunque tenga pocas luces y unirse así al coro de alabanzas o ruindades. Sin perder el tiempo reflexionando y tratando de tener una opinión propia que no venga impuesta y recalentada.

El anonimato favorece y alimenta la propagación masiva de falsedades sin límite, los bulos que cambian argumentos por excrementos y las calumnias que viven felices en un ecosistema donde casi todo está permitido y el respeto está en peligro de extinción. Corromper cabezas está al alcance de cualquier algoritmo peladatos y más cuando las víctimas de esa gangrena virtual ayudan con entusiasmo a facilitar el proceso.

Regalamos datos confidenciales como si nos fuera la vida virtual en ello y dejamos que nuestras zonas más vulnerables queden expuestas a los primeros clics de cambio. Inmunes a la precaución y la desconfianza. La intimidad no se compra ni se vende. Se regala. Asistimos a un avasallador despliegue de generosidad que hace de nosotros vasallos del interés ajeno y que va llenando de vacíos nuestra identidad mientras entre anuncios pegajosos que no se quitan ni con lejía y cookies envenenadas y protecciones insistentes de datos escaldados y ventanas emergentes que nos piden estar de acuerdo o rechazar o déjalo para más adelante o configurar o...

Se corrompe la cabeza desde una falsa ilusión de variedad que solo aporta ruido y furia sin que la mesura, la reflexión y el respeto tengan sencillo implantarse, mientras nuestras opiniones y pensamientos se van por el sumiso sumidero de la indiferencia.

QOSHE - Corrompe cabezas - Tino Pertierra
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Corrompe cabezas

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15.01.2024

Las redes sociales, ese inmenso territorio sin ley de cadenas movedizas, están pensadas para que una gran mayoría de personas ociosas y en ocasiones odiosas no piense. Lo cómodo es dejar que sean otros los que alumbren una opinión aunque tenga pocas luces y unirse así al coro de alabanzas o ruindades. Sin perder el tiempo reflexionando y tratando de tener una opinión propia que no venga impuesta y recalentada.

El anonimato........

© La Opinión A Coruña


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