No conocemos la fecha en la que la ciudad de Marbella comenzó a contar con una cárcel, que posteriormente se convertiría en arresto municipal. Es una constante, que aparece en todas las referencias que conocemos, la falta de seguridad, carencia de adecuadas dependencias y una alarmante falta de higiene.

El doctor en Historia Francisco Javier Moreno, en su libro «El Centro Histórico de Marbella», afirma que en 1708 fue utilizada para este cometido la alhóndiga, de forma provisional, al encontrarse las mazmorras fuera de servicio. Moreno asegura que ese estado de abandono se recoge en las Actas Capitulares posteriores a la Guerra de la Independencia. Poseía dos calabozos. Reproduce una descripción de 1844 en la que se dice que «se compone de un estrecho patio húmedo y circundado de altas paredes; un calabozo evidentemente nocivo a la economía animal por la humedad, lobreguez, falta de ventilación y demás circunstancias de su situación; otro llamado calabozo que es un estrecho cuarto comunicado con una corta galería en el cual se encuentran las rejas que dan a el rastrillo de la entrada exterior con otra reja a el portal. Se proponía la construcción de una capilla, una enfermería y un taller de oficios».

También en el «Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar», voluminosa obra de Pascual Madoz, publicada a mitad del siglo XIX, se refleja la falta de seguridad y lobreguez de la cárcel de la ciudad, situada en la actual plaza de los Naranjos. Nunca se llevó a cabo una actuación en profundidad que solucionase, o al menos paliara, la lamentable situación de la prisión.

En el mes de septiembre de 1953, el juez de instrucción de Marbella, Gómez Bárcena, dirige al consistorio un escrito pormenorizado en el que denuncia la situación del entonces catalogado como Arresto Municipal, al tiempo que sugiere reformas de calado. El juez había visitado las dependencias en una visita reglamentaria y había quedado sorprendido por el «lamentable estado del mismo, al no reunir las mínimas condiciones de seguridad y salubridad indispensables en esta clase de establecimientos, por lo que se impone abordar este problema con carácter urgente y perentorio».

Decía el juez que en Marbella había existido desde tiempo inmemorial una prisión de partido que era atendida por funcionarios del cuerpo de prisiones. La situación cambió cuando, en el mes de septiembre u octubre de 1936 se convirtió en Arresto Municipal, dejando de prestar servicio los funcionarios y perdiendo el estatus de prisión de partido.

Destacaba el juez que en el partido judicial de Marbella había aumentado considerablemente la criminalidad y que, igualmente, se había incrementado el número de accidentes de tráfico en los que se encontraban implicados «súbditos» de otras nacionalidades y no era tolerable unas instalaciones tan deficitarias y además con escasas dependencias.

Consideraba necesario construir un nuevo edificio debidamente equipado. Pero el juez Gómez Bárcena era consciente de la ausencia de presupuesto municipal para acometer un proyecto de esa envergadura; por ello recomendaba recabar el auxilio económico estatal y reclamar la restitución de una prisión de partido.

Mientras se conseguía lo expuesto, indicaba la urgente e imprescindible mejora del arresto. El ayuntamiento acometió esas mejoras y acordó ofrecer a la Dirección General de Prisiones los terrenos necesarios para la construcción de una prisión de partido. Nunca llegaría.

El arresto continuó en la plaza de los Naranjos hasta la llegada de la década de los setenta, cuando se trasladó a la calle Portada, adosado a la muralla del Castillo. De velar por la seguridad en Marbella y su comarca, se encargaban la Guardia Civil, en las zonas rurales y marítimas, y la Guardia Municipal en el casco urbano.

El cuerpo local estaba escasamente dotado, de manera que a finales de los años cuarenta contaba con un jefe (Antonio Roa), un subjefe y tres guardias. A lo largo de los años cincuenta y sesenta fue incrementándose la dotación. En 1969 se creó en Marbella una Comisaría del Cuerpo Superior de Policía (la «Secreta»). En 1974 llega la Policía Armada (los «grises»). Posteriormente, con la llegada de la democracia, ambos cuerpos darían lugar a la actual Policía Nacional.

La seguridad, antes como ahora, es una constante en las preocupaciones ciudadanas. Por su parte, las infraestructuras penitenciarias evolucionaron hacia un concepto muy diferente al de los tiempos del deplorable arresto municipal.

QOSHE - La cárcel era una ruina - Francisco Moyano
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La cárcel era una ruina

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12.11.2023

No conocemos la fecha en la que la ciudad de Marbella comenzó a contar con una cárcel, que posteriormente se convertiría en arresto municipal. Es una constante, que aparece en todas las referencias que conocemos, la falta de seguridad, carencia de adecuadas dependencias y una alarmante falta de higiene.

El doctor en Historia Francisco Javier Moreno, en su libro «El Centro Histórico de Marbella», afirma que en 1708 fue utilizada para este cometido la alhóndiga, de forma provisional, al encontrarse las mazmorras fuera de servicio. Moreno asegura que ese estado de abandono se recoge en las Actas Capitulares posteriores a la Guerra de la Independencia. Poseía dos calabozos. Reproduce una descripción de 1844 en la que se dice que «se compone de un estrecho patio húmedo y circundado de altas paredes; un calabozo evidentemente nocivo a la economía animal por la humedad, lobreguez, falta de ventilación y demás circunstancias de su situación; otro llamado calabozo que es un estrecho cuarto comunicado con una corta galería en el cual se encuentran las rejas que dan a el rastrillo de la entrada exterior con otra reja a el........

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