El ayuntamiento de La Unión ha organizado un festival literario, y en el palmarés de grandes firmas figura el eurodiputado del PP Esteban González Pons, autor de media docena de novelas, algunas editadas por sellos tan prestigiosos como Espasa.

A diferencia de Pedro Sánchez, que no escribe ni las tesis con que se licencia ni los libros que firma, con el agravante de que éstos son autorreferenciales, caben pocas dudas de que el recuperado por Feijóo para el gabinete de dirección de Génova al menos ha trazado los borradores, dejando poco trabajo al editor.

Y digo esto porque, según quienes han tenido la curiosidad de echar un vistazo a alguna de sus novelas, le caracteriza el toque erótico, al estilo de La Sonrisa Vertical, y es fama que este político, de planta resultona, es de los que se las llevan de calle. Dicen incluso que Rajoy lo mandó a Europa para que no siguiera haciendo estragos en el Congreso.

Cuando, al principio de la era PP, Valcárcel quiso nombrar consejero de Cultura al escritor José María Álvarez se levantó tal escándalo entre algunas señoras bien del partido que el entonces presidente hubo de rebajar al cartagenero a la condición de asesor. Y es que había publicado una novela, La esclava instruida, de esas de las que se dice que son para leer con una sola mano. Y, encima, esta sí que era literatura.

Las cosas han cambiado mucho en el PP. Ahora tienen a este chico de confianza, valenciano, pero español, con el que las damas de Serrano pueden instruir sus fantasías sin riesgo de pecado y saltándose la norma de consultar la lectura al confesor. Adiós Bataille, Sacher-Masoch, Apollinaire, Henry Miller, Aretino y, desde luego, Pierre Louÿs. Con González Pons, ese chico de confianza, travieso e incluso gamberrete, que quizá rompiera bragas alguna vez, pero no quiere que ahora se rompa España, van que chutan.

En toda biblioteca decente, siempre hay una estantería, la más alta, en la que se sitúan algunos libros señalos por el Índice. Ahí es donde brilla González Pons. Erotismo dentro de un orden.