El Gobierno en minoría, de ‘diálogo y sin siglas’, para el presente mandato de cuatro años que anunció Noelia Arroyo en su toma de posesión como alcaldesa de Cartagena a mediados del pasado mes de junio, se ha esfumado. Apenas ha durado cuatro meses y unos días, incluido el paréntesis estival. El nuevo gobierno, anunciado ayer, ya no está en minoría, sino que goza de los 14 concejales necesarios para lograr la mayoría absoluta ante cualquier propuesta o iniciativa. Y también luce las siglas del PP y de Vox, una alianza que persigue la estabilidad en el desarrollo del municipio, según la propia regidora.

Quizá este nuevo paso de pactar para mezclarse con los de Abascal le haya servido para dar con la tecla y augure una era propicia para el municipio, pero no se puede decir que la estabilidad haya sido la seña de identidad de este nuevo mandato de Arroyo, al menos hasta el momento.

Para su suerte y la de su partido, no precisó del apoyo de ningún partido para resultar reelegida como alcaldesa, porque los resultados electorales solo permitían pactos rocambolescos imposibles de imaginar ni siquiera en esto de la política, donde ya hemos visto de casi todo. Así, los diez votos de sus diez concejales fueron suficientes para que se hiciera con el bastón de mando.

Su primer Gobierno municipal se constituyó únicamente con esos diez ediles del PP electos, de modo que el partido asumía todas las competencias, aunque la alcaldesa confiaba en poder avanzar en la gestión y desarrollo de Cartagena con acuerdos y alianzas puntuales, frutos del diálogo y el consenso. Y así transcurrió el verano, sin pena ni gloria, con la acostumbrada ralentización de la actividad política y con la mayor parte de los esfuerzos volcados en la campaña de las primeras elecciones de la historia convocadas en plenas vacaciones.

A la vuelta del verano, el Gobierno de Arroyo sufrió el primer contratiempo, ya que el presidente regional se llevó a uno de los pesos pesados de la gestión municipal, la concejala de Hacienda Esperanza Nieto. Fernando López Miras la fichó para que ocupara la dirección general de la Agencia Tributaria de la Región de Murcia y la edil tuvo que dejarlo todo en el Ayuntamiento de Cartagena a finales de septiembre. Esto propició que Álvaro Valdés recuperará su sillón de concejal y la primera reestructuración del Gobierno municipal en este mandato, con el ascenso de posiciones de Diego Ortega y del joven Nacho Jáudenes.

Mientras tanto, los plenos municipales se desarrollaban con normalidad, sin las tensiones de otras épocas, al contrario, reinaba un ambiente de cordialidad y de respeto entre los ediles de todos los partidos y muchas de las mociones que presentaban unos y otros se aprobaban por consenso de todos los miembros del Consistorio. Ese espíritu de diálogo y de acuerdo del que tanto adolece la clase política actualmente, salvo que sea para buscar su propio beneficio, parecía abrirse paso en nuestro Palacio Consistorial y, de verdad, parecía que sí, que iba a ser un mandato en modo Fuenteovejuna, todos a una por el presente y el futuro de Cartagena. Fue un espejismo. Bonito mientras duró, pero fue abordar las ordenanzas fiscales y, de nuevo, empezaron a echarse los trastos a la cabeza. Aún imperan las buenas formas y la educación, pero nuestros dirigentes políticos han vuelto a evidenciar su incapacidad para hallar puntos de encuentro en favor de todos los cartageneros.

Sin ordenanzas fiscales y, lo peor, ante la amenaza de no poder aprobar los presupuestos municipales para 2024, la situación se atascaba y, como ya ha ocurrido en muchos otros lugares de nuestro país, Vox ha hecho el papal de desatascados a cambio de entrar en el Gobierno. Así, ha tenido lugar la segunda remodelación del Gobierno cartagenero, el tercero, por tanto, en poco más de cuatro meses de mandato. Esta vez la reestructuración ha sido más notable, con la creación de nuevas áreas y delegaciones para los cuatro ediles del nuevo aliado. Y así, como ya hemos dicho, suman los 14 concejales que garantizan la mayoría absoluta para sacar adelante lo que haga falta.

La oposición de MC, PSOE y Sí Cartagena se ha lanzado a criticar lo interesado de este pacto y la incapacidad de Arroyo para cumplir con ese objetivo del inicio de su mandato de gobernar mediante el consenso. Me ha llamado la atención el reproche del portavoz socialista Manuel Torres, a quien le he escuchado decir algo así como que la alcaldesa no ha mirado por el interés de Cartagena y los cartageneros, sino por el suyo propio. Prueben a cambiar escenario, protagonista y a invertir las siglas. Curioso, ¿verdad?

La política, como el tiempo, es efímera, aunque algunos se crean con el poder de ser eternos. Lo demuestra que hemos tenido tres gobiernos distintos, o modificados, si lo prefieren, en solo un cuatrimestre. No se puede decir que eso sea estabilidad.

Si Arroyo la conseguirá en los casi cuatro años que le quedan por delante como regidora, es otra historia que, probablemente, culminará en las urnas y seremos todos nosotros los encargados de evaluar los resultados.

QOSHE - 'Estabilidad inestable en Cartagena', por Andrés Torres - Andrés Torres
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

'Estabilidad inestable en Cartagena', por Andrés Torres

7 1
05.11.2023

El Gobierno en minoría, de ‘diálogo y sin siglas’, para el presente mandato de cuatro años que anunció Noelia Arroyo en su toma de posesión como alcaldesa de Cartagena a mediados del pasado mes de junio, se ha esfumado. Apenas ha durado cuatro meses y unos días, incluido el paréntesis estival. El nuevo gobierno, anunciado ayer, ya no está en minoría, sino que goza de los 14 concejales necesarios para lograr la mayoría absoluta ante cualquier propuesta o iniciativa. Y también luce las siglas del PP y de Vox, una alianza que persigue la estabilidad en el desarrollo del municipio, según la propia regidora.

Quizá este nuevo paso de pactar para mezclarse con los de Abascal le haya servido para dar con la tecla y augure una era propicia para el municipio, pero no se puede decir que la estabilidad haya sido la seña de identidad de este nuevo mandato de Arroyo, al menos hasta el momento.

Para su suerte y la de su partido, no precisó del apoyo de ningún partido para resultar reelegida como alcaldesa, porque los resultados electorales solo permitían pactos rocambolescos imposibles de imaginar ni siquiera en esto de la política, donde ya hemos visto de casi todo. Así, los diez votos de sus diez concejales fueron suficientes para que se hiciera con el........

© La Opinión de Murcia


Get it on Google Play