Menuda semana a la baja que estamos viviendo. Y no lo digo porque los termómetros hayan caído notablemente, tanto los meteorológicos como los de los hogares que miden la fiebre ocasionada por las gripes de todo tipo, sino porque ha sido una semana de disminuciones, unas esperadas y otras que nos han producido auténticos sobresaltos.

Aunque más que un sobresalto, que PP y PSOE hayan llegado a un acuerdo en el Congreso de los Diputados es una sorpresa. Curioso que las llamadas personas con discapacidad sean las que han sido capaces de lograr algo que se antojaba imposible, poner de acuerdo a estos enemigos políticos declarados en algo. La verdad es que el mérito de sus señorías es relativo al consensuar un cambio aceptado por todos en nuestra Constitución, lo que lleva a preguntarme quiénes han sido realmente los disminuidos durante todo este tiempo.

Para bajones el que le dio a buena parte de la parroquia cofrade cuando el cartel de la Semana Santa comenzó a correr como la pólvora por WhatsApp y demás redes sociales. Sin duda, los autores y el jurado han conseguido que sea una de las imágenes más vistas y recordadas en la historia de nuestra procesiones. Justifican la elección en la originalidad y la valentía, pero pocos son los cofrades que se sienten representados en esta ocurrencia artística. No es que haya tanteado mucho a la gente al respecto, pero parece que a quienes más les ha gustado es a aquellos que poco o nada tienen que ver con las cofradías, salvo excepciones como la propia hermana mayor del Resucitado y presidenta de la Junta Cofradías, que presentó la obra orgullosa y defendió que el objetivo es que sirva de reclamo turístico. Habrá que valorar eso después.

Por mi parte, si es que les interesa, me gusta mojarme y me viene a la cabeza ese dicho universal inmortalizado por el exministro cartagenero Trillo en sus tiempos de presidente del Congreso: ¡Manda huevos! Solo añadiré mis dudas de que así se engrandezca nuestra enorme Semana Santa que, más bien, queda disminuida.

También habrá sido un bajón para muchos que el inmaculado Rafa Nadal haya aceptado y justificado ser el embajador de la Federación Saudí de Tenis. No le hace falta, teniendo en cuenta que se trata de un país donde no se respetan los derechos humanos. Aunque sería injusto dar más relevancia a este borrón que a toda una trayectoria personal y profesional más que ejemplar.

Dejo para lo último la gran noticia de la semana en Cartagena. A nuestra alcaldesa le ha salido un nuevo rival político. Lo sorprendente es que ha sido en su propio partido. El exconcejal y exportavoz del PP en el Ayuntamiento, Francisco Espejo, aspira a arrebatarle la presidencia local de los populares. Esgrime que Arroyo va sobrecargada y sería bueno volver a la bicefalia de los tiempos de Barreiro y Celdrán. No obstante, la situación es bien distinta, porque se enfrenta al actual aparato del partido, lo que le augura poco éxito. También habrá que esperar. Quizá se invente un cartel que también sea la madre del cordero.

En cualquier caso, vestir de democracia interna la elección de los líderes de un partido solo contribuye a alimentar la oposición que más daño causa y la que más duele, que es la que viene desde dentro. Y eso es lo que suele provocar que, a la corta o a la larga, los resultados se vean disminuidos.