Dice mi terapeuta que estoy en otra dimensión y tiene razón. He retomado lo de cuidar mi salud mental tras unos meses de estrés por mi vuelta a Murcia, exceso de trabajo, el vacío de una ruptura y los cuidados familiares, todo agitado y mezclado me ha reventado. El cuerpo y mi mente dijeron: Para y así lo he hecho. Convertirme por un tiempo en lo más parecido a una jubilada alemana era mi única meta, además de seguir cuidando y cuidarme. Nunca pensé que sería la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo por diversos motivos. Bañarme hasta hace escasas semanas en la playa, leer, cuidar, comer, viajar, ir al mercado a comprar con un carrito a media mañana, montar un mueble, encender la chimenea de mi casa, ahora que por fin ha refrescado, no le pido mucho más a la vida..

Cada semana voy a mi cita con mi terapeuta con el fin de encontrar herramientas que me ayuden a entender el por qué de lo mal que me trato en ocasiones, los daños colaterales de boicotear mi felicidad de manera continua, el dolor y el desgaste que supone cuidar a un familiar durante mucho tiempo, el dolor que supone olvidar como era antes de la enfermedad. Lo de la jubilada alemana y mi cita semanal para desahogarme era mi rutina hasta hace dos semanas. Una llamada, una ambulancia y entrar de urgencia con mi madre, lo han cambiado todo. No es la primera vez, en mi familia sabemos lo que es luchar y seguir, somos del Atleti, lo de partido a partido nos lo tomamos muy en serio desde hace varios años.

Pasar un día en el pasillo de la puerta de camas de Urgencias de cualquier hospital te conecta con el miedo a la pérdida, o con la angustia. Miras a tu alrededor y escuchas cómo una cirujana le dice a una señora que su marido ha sufrido un infarto grave, se hace el silencio, rompe a llorar. O un nieto llega acompañando a su abuelo que se encontraba mal en la residencia. Todos esperamos respuestas, mientras doy paseos de un lado a otro del pasillo.

Debería ser obligatorio visitar un hospital, cualquiera de sus plantas, para ser conscientes de lo que obviamos en la vida: la enfermedad, la vejez y la soledad no elegida que sufren muchos de nuestros mayores. La muerte, la única certeza que existe en esta vida y que sin embargo ocultamos incapaces de vivir con naturalidad que forme parte de la vida. La importancia de la sanidad pública, nuestros profesionales y cómo no hemos aprendido nada después de una pandemia y debemos cuidarlos, aliviar sus horarios, contratar más personal y mejorar sus condiciones económicas. Debemos cuidar nuestro mayor tesoro. Mamá ha sido sanitaria de la pública 45 años, nos enseñó a valorarla y para nosotros ha sido un orgullo el trabajo que ha desempeñado durante tantos años para cuidar a los demás, tal y como la cuidan a ella ahora.

Ernesto, médico de guardia, le agradezco cómo trató a mi madre, y la empatía que tuvo conmigo. Abel Novoa, necesitamos muchos médicos como él y su experiencia con personas mayores. Su ayuda ha sido muy reconfortante para mi familia y para mi. La doctora Blanco, y las enfermeras y auxiliares, los sanitarios del 112 o el servicio de traslados a domicilios de ambulancias. Todos y cada uno de ellos nos han sujetado, cuidado y atendido en estos momentos complicados. Gracias.

Nos vamos a casa, casi es Navidad, nunca me ha gustado pero este año será diferente. Hemos decorado juntas la casa, no cabe un adorno más. Como dice mi terapeuta estoy en otra dimensión, la angustia por mí estrés o el vacío han pasado a un segundo plano, algo más inmenso lo llena todo, se llama amor. La vida pasa, los problemas nos comen, y lo importante está en la puerta de urgencias. Si no les toca la lotería, les deseo mucha salud.

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'La puerta de urgencias', por Belén Unzurrunzaga

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17.12.2023

Dice mi terapeuta que estoy en otra dimensión y tiene razón. He retomado lo de cuidar mi salud mental tras unos meses de estrés por mi vuelta a Murcia, exceso de trabajo, el vacío de una ruptura y los cuidados familiares, todo agitado y mezclado me ha reventado. El cuerpo y mi mente dijeron: Para y así lo he hecho. Convertirme por un tiempo en lo más parecido a una jubilada alemana era mi única meta, además de seguir cuidando y cuidarme. Nunca pensé que sería la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo por diversos motivos. Bañarme hasta hace escasas semanas en la playa, leer, cuidar, comer, viajar, ir al mercado a comprar con un carrito a media mañana, montar un mueble, encender la chimenea de mi casa, ahora que por fin ha refrescado, no le pido mucho más a la vida..

Cada semana voy a mi cita con mi terapeuta con el fin de encontrar herramientas que me ayuden a entender el por qué de lo mal que me........

© La Opinión de Murcia


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