Layla Alsheikh, palestina, y Robi Damelín, israelí, pertenecen al Círculo de Padres- Foro de las Familias (PCFF), una entidad que lleva 30 años trabajando por la reconciliación entre palestinos e israelíes. Juntas recorren el mundo y alzan sus voces contra el odio y la venganza. Las unió el dolor por la pérdida de un hijo, un hecho irreparable y un dolor que han transformado en la búsqueda de un espacio de reconciliación. La pérdida de un hijo o una hija es tan terrible que en castellano no tenemos un nombre que designe el estado de la persona que sufre esa pérdida. Si pierdes a tu pareja te conviertes en viuda, si pierdes a tus padres en huérfana. Pero ¿cómo llamamos a las personas que han perdido a un hijo o a una hija? No hemos sido capaces de nombrar algo que consideramos que va contra la naturaleza.

Layla y Robi decidieron no morir con sus hijos y eligieron trabajar en el conocimiento mutuo entre palestinos y judíos, labrando un camino de reconciliación que permita abrir una puerta a la esperanza. En noviembre de 2022 estuvieron en el FORU-Ciclo Internacional de Justicia, Derechos Humanos y Democracia que, organizado por el Departamento de Justicia y Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra, se celebró en Pamplona.

Ellas defienden la necesidad de conocerse, de reconocer la humanidad de todos los palestinos e israelíes. Trabajan juntas porque el dolor que sufren es el mismo, y su lucha nos inspira en estos aciagos días de guerra y destrucción. Porque hoy no podemos decir que no sabemos, que no conocemos lo que está sucediendo, como miles de personas dijeron tras el Holocausto. Hoy las imágenes de los bombardeos, el éxodo de miles de personas Y la violencia y el terror reflejado en los rostros de los niños están presentes en nuestras casas y en nuestros teléfonos. Quizás creíamos que al ser partícipes de su dolor íbamos a ser capaces de frenar esos crímenes. La presencia constante de las imágenes de este conflicto en nuestras pantallas puede producir un efecto no deseado, pues acaba aumentando nuestro nivel de tolerancia ante esta ignominia. Nos hemos acostumbrado a consumir violencia, a pasar página, saturados de imágenes de desolación y sufrimiento. Todo nos invita a rendirnos, a cerrar los ojos, a apagar las pantallas, a desear que acabe pronto la pesadilla. Al igual que cuando visionamos películas que 20 o 30 años antes nos impactaron fuertemente por su violencia y hoy ya no nos parecen tan duras.

Cada vez aumenta más nuestro umbral de tolerancia a la violencia y cada vez corremos el riesgo de ir avanzando en nuestro proceso de deshumanización. Conocemos los nombres de los rehenes israelíes y sus familiares nos hablan de su vida, de sus deseos. Pero no conocemos los nombres de los miles de niños que han muerto, que están heridos, muchos de ellos solos porque han muerto todos sus familiares y ni siquiera tienen quien los cuide o los proteja. Despojados de comida, agua, medicamentos y sin ningún lugar seguro dónde guarecerse, abocados a los saqueos para conseguir comida, están siendo condenados también a perder su dignidad.

La condena de los ataques contra civiles israelíes perpetrados por Hamás y de los bombardeos contra el pueblo palestino por parte del estado de Israel no es suficiente. Es necesario un alto el fuego que pare el genocidio, que se detengan las violaciones de los derechos humanos. Que el camino iniciado por Layla y Robi, y tantas otras personas en Israel y Palestina, pueda llevar la esperanza de la paz y la dignidad a estas personas, aunque hoy nos parezca imposible. Debemos frenar la violencia y la destrucción para no seguir avanzando en nuestra deshumanización.

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Mujeres hacedoras de paz

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02.11.2023

Layla Alsheikh, palestina, y Robi Damelín, israelí, pertenecen al Círculo de Padres- Foro de las Familias (PCFF), una entidad que lleva 30 años trabajando por la reconciliación entre palestinos e israelíes. Juntas recorren el mundo y alzan sus voces contra el odio y la venganza. Las unió el dolor por la pérdida de un hijo, un hecho irreparable y un dolor que han transformado en la búsqueda de un espacio de reconciliación. La pérdida de un hijo o una hija es tan terrible que en castellano no tenemos un nombre que designe el estado de la persona que sufre esa pérdida. Si pierdes a tu pareja te conviertes en viuda, si pierdes a tus padres en huérfana. Pero ¿cómo llamamos a las personas que han perdido a un hijo o a una hija? No hemos sido capaces de nombrar algo que consideramos que va contra la naturaleza.

Layla y Robi decidieron no morir con sus hijos y eligieron trabajar en el........

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