Lo más llamativo de la COP28, Conferencia de las Partes que en su edición número 28 de la Cumbre Anual del Clima organizada por la ONU se está celebrando, en el momento de redactar estas líneas, del 30 de noviembre al 12 de diciembre, en Dubái, es que se ha decidido «poner al zorro a cuidar de las gallinas». Algo inaudito si se tiene en cuenta la personalidad de su anfitrión: preside el encuentro el sultán Ahmed Al Jaber, director de la Compañía petrolera estatal de Emiratos Árabes Unidos (EAU). Anfitrión que, en un foro en el que el principal punto de discusión va a ser la necesidad ineludible de ‘jubilar’ los combustibles fósiles, se atrevió a afirmar que «no hay base científica (sic)» que demuestre que estos sean los responsables del calentamiento global de la atmósfera. Aunque, días después, matizara sus palabras, lo cierto es que otros líderes religiosos de Kuwait han afirmado también que el petróleo es un regalo de Dios, por lo que es lógico que lo usemos. Así se expresaba Khaled al Rasid, uno de los cinco imanes de la Mezquita Nacional de Kuwait.

La crisis climática que sufrimos y que, según cualificadas opiniones científicas provenientes de la Academia de Ciencias de EE. UU., podría llegar a poner en riesgo la existencia de la propia especie humana, no resiste esas afirmaciones tan banales. Banales y graves pues, cuando se ha venido insistiendo que esta cumbre debe avanzar hacia la eliminación de los combustibles fósiles, tras una semana entera de negociaciones la oposición a esta idea no se ha hecho esperar: China, India y los países árabes encabezados por los saudíes no están por la labor de facilitar ese paso.

En este año 2023, el más cálido desde que se tienen registros, se batirá el récord de dióxido de carbono (CO₂) emitido a la atmósfera, con un total de 40.900 millones de toneladas (Informe de Global Carbon Project, avalado por más de 125 científicos de todo el mundo). Por lo que, aun con un cierto grado de incertidumbre, todo apunta a que, con el actual ritmo de emisiones (India y China, los países más poblados de la Tierra, aumentarán estas en 2023 en un 8,2% y un 4,8%, respectivamente), habría un 50% de posibilidades de que, en un plazo de siete años, el umbral de calentamiento global llegase a 1,5 °C fijado en el Acuerdo de París de 2015. De hecho, Albert Barniol, meteorólogo de TVE, nos adelantó hace unos días que el incremento de temperatura media global se acerca ya a 1,4 °C.

Según la publicación Revo. Prosperidad sostenible, para mantener el 50% de posibilidades de un límite de 1,5 °C, las emisiones tendrían que caer a cero para 2034, mucho más rápido que incluso los escenarios más radicales. El objetivo actual de la ONU es reducir las emisiones a la mitad de aquí a 2030 y llegar a cero en 2050, pero lo más probable es que se supere ese límite. De hecho, el Informe del pasado noviembre del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte de que la temperatura media de la atmósfera se dirige hacia un calentamiento global de entre 2,5 °C y 2,9 °C, lo que supone casi el doble de lo estipulado en el Acuerdo de París. Los 193 países firmantes de dicho Acuerdo lo están incumpliendo sistemáticamente y siguen financiando la extracción, el comercio y el consumo de los combustibles fósiles. Por ello, Antonio Campillo, filósofo y sociólogo murciano, nos informa en su página web universitaria que juristas, organizaciones ecologistas, comunidades indígenas, instituciones académicas e incluso algunos gobiernos proponen reformar el Estatuto de Roma, que dio nacimiento a la Corte Penal Internacional, para convertir el ‘ecocidio’ en el quinto crimen tipificado por el Derecho Internacional.

Y es que los gobiernos hacen, y con seguridad seguirán haciendo en esta cumbre, discursos rutilantes, pero las tibias medidas que aprueban no conducen al descenso de las emisiones. El consumo y los subsidios a los combustibles fósiles siguen incrementándose y se asumen escasos compromisos concretos para revertir esa tendencia. En la COP26 de Glasgow del 2021 se decidió reducir el uso del carbón, pero, tras el inicio de la guerra de Ucrania, todos los gobiernos, incluidos los europeos, se olvidaron de ello de inmediato. Teóricamente, en la COP28 se debate dar un impulso a las energías renovables, pero, en un marco capitalista de producción y consumo, ello no implica necesariamente que vaya a disminuir, sino todo lo contrario, la demanda energética, incluida la ‘sucia’.

Vista la pasividad manifiesta de los gobiernos, se requiere que la sociedad civil tome la palabra. Sin embargo, solo el 5% de los españoles considera el cambio climático como uno de los problemas más urgentes del país, pese a haber provocado ya sequías, incendios forestales, inundaciones y otros desastres naturales, con daños materiales, humanos y con un impacto negativo en la economía española, especialmente en sectores como la agricultura y el turismo. Por lo tanto, es importante que se tomen medidas drásticas para, al menos, mitigar los efectos del cambio climático.

Si queremos evitar que la COP28 y las que están por venir sean otro fiasco, hemos de propugnar una profunda transformación del modo de ser y de estar en este mundo. Es irracional, e insostenible medioambientalmente, la imagen de aeropuertos y carreteras colapsadas en periodos vacacionales. Hay que potenciar el transporte de mercancías por ferrocarril, en detrimento de la carretera. Hay que propugnar una profunda reconversión de la industria para una producción no contaminante. Hay que apostar por el comercio y el turismo de proximidad, y abandonar el consumo suntuario de la población más rica…

Siendo conscientes de que todo esto no lo hará el mercado, hay que exigirlo a los poderes públicos. Desde luego con nuestra contribución testimonial y personal.

QOSHE - COP28: Evitemos otro fiasco - Diego Jiménez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

COP28: Evitemos otro fiasco

1 13
12.12.2023

Lo más llamativo de la COP28, Conferencia de las Partes que en su edición número 28 de la Cumbre Anual del Clima organizada por la ONU se está celebrando, en el momento de redactar estas líneas, del 30 de noviembre al 12 de diciembre, en Dubái, es que se ha decidido «poner al zorro a cuidar de las gallinas». Algo inaudito si se tiene en cuenta la personalidad de su anfitrión: preside el encuentro el sultán Ahmed Al Jaber, director de la Compañía petrolera estatal de Emiratos Árabes Unidos (EAU). Anfitrión que, en un foro en el que el principal punto de discusión va a ser la necesidad ineludible de ‘jubilar’ los combustibles fósiles, se atrevió a afirmar que «no hay base científica (sic)» que demuestre que estos sean los responsables del calentamiento global de la atmósfera. Aunque, días después, matizara sus palabras, lo cierto es que otros líderes religiosos de Kuwait han afirmado también que el petróleo es un regalo de Dios, por lo que es lógico que lo usemos. Así se expresaba Khaled al Rasid, uno de los cinco imanes de la Mezquita Nacional de Kuwait.

La crisis climática que sufrimos y que, según cualificadas opiniones científicas provenientes de la Academia de Ciencias de EE. UU., podría llegar a poner en riesgo la existencia de la propia especie humana, no resiste esas afirmaciones tan banales. Banales y graves pues, cuando se ha venido insistiendo que esta cumbre debe avanzar hacia la eliminación de los........

© La Opinión de Murcia


Get it on Google Play