Cuando estas líneas vean la luz, más de 60 ciudades (entre ellas, Murcia) se habrán movilizado en toda España al grito de «Paremos el genocidio en Palestina», exigiendo medidas concretas al Gobierno para tal fin. Pero hoy me propongo abordar en esta breve columna una crisis colateral: la grave situación que se ha gestado en los últimos días en la península arábiga y en las tierras que otrora constituyeran el ‘Creciente Fértil’, la cuna de la civilización.

Por si la impune agresión de Israel al inerme pueblo palestino no fuera suficiente, EE. UU. -el gran protector del israelí Netanyahu en la zona- y Gran Bretaña han dado un paso más para desestabilizar esta región del planeta: con el apoyo de Australia, Bahréin, Canadá y Países Bajos, y, con una operación que denominan ‘Guardián de la Prosperidad’, están atacando a los que llaman ‘rebeldes’ hutíes, que operan desde Yemen.

Yemen, el país más pobre de Oriente Próximo y poblado por unos 30 millones de habitantes, ha soportado desde 2014 una guerra (en estos momentos se registra un alto el fuego) que ha ocasionado más de 300.000 muertes y agudizado las crisis humanitarias. En la actualidad, dos gobiernos se disputan el poder, uno en Saná y otro en Adén, reconocido internacionalmente, pero con sede en Riad. Los hutíes, apoyados por Irán, han soportado esa guerra y los bombardeos de Arabia Saudí y Emiratos y hoy constituyen el Gobierno de Salvación Nacional, ejerciendo su autoridad sobre el 85% de la población. Y, pese a la demonización, una vez más, de que son objeto por parte de los medios de comunicación, y sobre todo de EE. UU., que los califica de terroristas, los hutíes, como Hamás en la Franja de Gaza, se consideran (y están integrados en) una entidad organizativa estatalizada, lejos de la imagen que de ellos se tiene como un simple grupo insurgente.

Ruta alternativa evitando el mar Rojo Fuente: Veson Nautical / Infografía: L.O.

En ese contexto, sus ataques a los barcos que transportan suministros a Israel -en clara represalia por el genocidio israelí sobre la Franja de Gaza- a través del estrecho del Bab el-Mandeb y el Mar Rojo, en una zona que acoge el 15% de todo el tráfico marítimo mundial, han obligado a muchas navieras de todo el mundo a rodear el continente africano, con el consiguiente encarecimiento de costes, y desatado la citada Operación Guardián de la Prosperidad. Para muchos analistas, esta intervención anglonorteamericana es, sin duda, un espaldarazo a Israel y un mensaje a Teherán de que cualquier incremento de apoyo a Hezbollah en el sur del Líbano, desde el que este grupo hostiga el norte de Israel, podría tener una respuesta similar.

Oriente Próximo es, en estos momentos, un polvorín que podría estallar en cualquier momento. El peligro de que el aplastamiento total por Israel de la resistencia palestina pudiera ser la mecha que encendiera la proliferación de otros conflictos en la región parece concretarse, aun en sus inicios. La inseguridad en la región se ha incrementado, como lo demuestran los ataques recíprocos Irán-Pakistán y las intervenciones iraníes en Siria y sobre la ciudad de Irbil, la capital del Kurdistán iraquí, con el objetivo de atacar la supuesta sede del espionaje del Mossad israelí en esa ciudad, en clara respuesta del régimen de los ayatolas al atentado de Kerman, el pasado 3 de enero, que causó 90 muertos, así como el asalto en diciembre contra un puesto de control en la ciudad de Rask, con el resultado de la muerte de, al menos, 11 policías.

Esta creciente inestabilidad y el ‘juego’ de mutuas alianzas y enfrentamientos dejan en letra muerta, en la práctica, el acercamiento de Irán y Arabia Saudí, del pasado mes de marzo de 2023, merced a la intervención de la diplomacia china. Y ello añadido a la intervención norteamericana en la zona no ayuda, sino todo lo contrario, al avance de la paz.

Allá donde actúa EE. UU., como ocurriera con el caballo de Atila, ‘no crece la hierba’. La politóloga Ruth Ferrero-Turrión nos recuerda que todavía resuenan en la memoria la invasión de Iraq de 2003, los bombardeos de Libia de 2011 o los de Siria en 2018, auténticos fiascos para EE. UU., por lo que se pregunta: «¿Se puede ahora con los hutíes?». Recuerda que estos han resistido durante siete años las embestidas de Arabia Saudí y Emiratos y que, además, simbolizan en la región la lucha contra Israel. Esta profesora cree que la intervención militar en el Mar Rojo no va a permitir rebajar la tensión y facilitar el tráfico marítimo, sino que puede significar una escalada de la guerra en el Próximo Oriente.

Bruselas, cuyo alto representante de Asuntos Exteriores y de Seguridad, Josep Borrell, ha reconocido que «Si esta tragedia [el conflicto de Gaza] no termina pronto, temo que todo Oriente Próximo se vea envuelto en llamas», es consciente de que la prolongación del actual conflicto del Mar Rojo, más que a EE. UU. va a perjudicar al tráfico marítimo de los puertos del sur de Europa. La diplomacia europea, tan tibia en la condena explícita de la matanza palestina y tan proclive a secundar la aventura belicista del hegemón norteamericano en Ucrania, mantiene su apoyo a la intervención anglonorteamericana en Yemen, pero en el marco de la Operación Atalanta, mientras que nuestro ministro de Exteriores, Albares, defendería una intervención española auspiciada por la OTAN o la UE, lo que ha despertado las críticas de la oposición a la izquierda del PSOE.

Quizás ha llegado el momento, según la politóloga Ruth Ferrero, de que Bruselas y el resto de capitales europeas comiencen a tomar posición en la defensa del derecho internacional y los derechos humanos. El camino está allanado: basta con apoyar la causa contra Israel emprendida por Sudáfrica, país que ha llenado las calles con gentes exigiendo el fin del genocidio palestino.

QOSHE - Occidente ante el polvorín de Oriente Próximo - Diego Jiménez
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Occidente ante el polvorín de Oriente Próximo

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24.01.2024

Cuando estas líneas vean la luz, más de 60 ciudades (entre ellas, Murcia) se habrán movilizado en toda España al grito de «Paremos el genocidio en Palestina», exigiendo medidas concretas al Gobierno para tal fin. Pero hoy me propongo abordar en esta breve columna una crisis colateral: la grave situación que se ha gestado en los últimos días en la península arábiga y en las tierras que otrora constituyeran el ‘Creciente Fértil’, la cuna de la civilización.

Por si la impune agresión de Israel al inerme pueblo palestino no fuera suficiente, EE. UU. -el gran protector del israelí Netanyahu en la zona- y Gran Bretaña han dado un paso más para desestabilizar esta región del planeta: con el apoyo de Australia, Bahréin, Canadá y Países Bajos, y, con una operación que denominan ‘Guardián de la Prosperidad’, están atacando a los que llaman ‘rebeldes’ hutíes, que operan desde Yemen.

Yemen, el país más pobre de Oriente Próximo y poblado por unos 30 millones de habitantes, ha soportado desde 2014 una guerra (en estos momentos se registra un alto el fuego) que ha ocasionado más de 300.000 muertes y agudizado las crisis humanitarias. En la actualidad, dos gobiernos se disputan el poder, uno en Saná y otro en Adén, reconocido internacionalmente, pero con sede en Riad. Los hutíes, apoyados por Irán, han soportado esa guerra y los bombardeos de Arabia Saudí y Emiratos y hoy constituyen el Gobierno de Salvación........

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