Recorte generalizado de libertades, para empezar. Se van haciendo incontables los casos de censura de todo tipo de expresiones, artísticas o no, que se producen donde gobierna la santa alianza de PP y Vox. Hay que llamarla así porque siempre parten del supuesto de una moral superior, mayormente la católica, cuya prevalencia hay que mantener. En contra de lo que dice la Constitución, por cierto. La dimensión política llega cuando está en juego la aprobación de los presupuestos del año próximo. Ahí entran en consideración otras imposiciones de Vox contrarias a la Carta Magna: el recorte, o supresión, de financiación oficial a sindicatos y... (¡oh, cielos!) patronal, el rechazo a las ONG LGTBI... Por no olvidar la partida presupuestaria aprobada en Murcia de 100.000 euracos para ‘defender España’, algo que suena a exaltación del espíritu nacional, de tan ingrato recuerdo.

El asunto trasciende la Región: llega al corazón mismo de la UE y a sus estados miembros. Aunque el triunfo electoral del liberal Donald Tusk en Polonia haya puesto fin momentáneamente al gobierno ultra con acendrados tintes católicos del partido Ley y Justicia (PiS), destaca el hecho de que en otros países la derecha extrema está bien asentada: en Hungría o Italia; en otros, la socialdemocracia clásica y, por supuesto, la derecha liberal, vienen retrocediendo políticamente con concesiones cada vez más alarmantes a los partidos ultra, respaldados en general por un electorado creciente.

La intervención de Manfred Weber (presidente del PPE) en el Parlamento Europeo contra la amnistía de Pedro Sánchez –en la sesión en que se suponía que el tema era el balance de la presidencia semestral española de la UE– anticipa lo que será el primer semestre de 2024 de cara a las elecciones europeas del 6 de junio. Con la beligerancia de Weber, bien aleccionado por Feijóo, es evidente que el PPE entra en la misma dinámica del PP: derechización creciente para contener su pérdida de influencia, aunque quizá no de votos, frente a la presencia cada vez más notable de la ultraderecha.

Los asimilables en mayor o menor grado a ‘nuestro’ Abascal han ganado las elecciones en Países Bajos; en Suecia quedaron en segundo lugar, por delante del Partido Moderado; en Finlandia le pisan los talones a los conservadores. En Francia, Macron salvó la presidencia en segunda vuelta gracias a los partidos ajenos al extremismo de la dinastía Le Pen. Gobiernan, además, en Italia y en Hungría, con resultados nefastos para la dinámica interna de la Unión Europea, al constituirse como un escollo importante para desarrollar políticas unitarias de, por ejemplo, contención al expansionismo de Putin. Y presionan sin vergüenza contra los migrantes.

A diferencia de lo que ocurre en España, en el resto de Europa central y nórdica los conservadores prefieren pactar con liberales, democristianos, incluso con socialdemócratas para gobernar sin dar opción a los ultraderechistas a entrar en los gobiernos. Si bien es cierto que se ven arrastrados en ocasiones a políticas cercanas a las que propone la ultraderecha. Esa ola alcanza en ocasiones a la izquierda moderada. Verbigracia, la política migratoria muy restrictiva que aplica en Dinamarca desde 2019 el gobierno socialdemócrata, consensuada con partidos no ultraderechistas.

Esa política ha tenido su última plasmación en el histórico (por regresivo) acuerdo comunitario contra la inmigración, gran caballo de batalla ultraderechista. Es un escándalo tasar la cabeza de cada migrante rechazado: 20.000 euros. Solo falta relativizar el precio en función del peso de cada solicitante de acogida. La contención de las migraciones será el tema clave de las próximas elecciones europeas de junio. Ahí, el PPE jugará fuerte sus cartas, aliándose pre y postelectoralmente con los partidos ultraderechistas para seguir controlando la UE. Lejos quedan los tiempos en que los conservadores pactaban con democristianos, liberales y socialdemócratas para hacer avanzar a Europa. Contemporizar ante el reaccionarismo tiene estas nefastas consecuencias.

QOSHE - Contemporizar es malo para la salud (democrática) - J. L. Vidal Coy
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Contemporizar es malo para la salud (democrática)

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24.12.2023

Recorte generalizado de libertades, para empezar. Se van haciendo incontables los casos de censura de todo tipo de expresiones, artísticas o no, que se producen donde gobierna la santa alianza de PP y Vox. Hay que llamarla así porque siempre parten del supuesto de una moral superior, mayormente la católica, cuya prevalencia hay que mantener. En contra de lo que dice la Constitución, por cierto. La dimensión política llega cuando está en juego la aprobación de los presupuestos del año próximo. Ahí entran en consideración otras imposiciones de Vox contrarias a la Carta Magna: el recorte, o supresión, de financiación oficial a sindicatos y... (¡oh, cielos!) patronal, el rechazo a las ONG LGTBI... Por no olvidar la partida presupuestaria aprobada en Murcia de 100.000 euracos para ‘defender España’, algo que suena a exaltación del espíritu nacional, de tan ingrato recuerdo.

El asunto trasciende la Región: llega al corazón mismo de la UE y a sus estados miembros. Aunque el triunfo........

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