El hecho de que aquel día iba a decidirse si se nombraba o no presidente del Gobierno al candidato socialista, invitaba a pensar que sería una sesión importante la del Congreso de Diputados. Hablarían los máximos representantes de los partidos políticos allí representados, incluido el propio candidato. Expondrían sus posiciones respecto a la propuesta. Razonarían cual iba a ser su voto. Dirían si lo iban a hacer a favor o en contra, y las razones consideradas a ese respecto. Así que existía mucha expectación, ya que del acierto o el error en la elección dependerían muchas de las cosas que iban a suceder en el país durante los siguientes cuatro años.

Pero sorprendentemente, tras los dos días de intervenciones, que fue lo que duraron los debates, no se han recordado grandes cosas de interés relativas a las actuaciones del candidato y menos aún de sus defensores y detractores, sino de determinadas anécdotas acontecidas que, por su mínimo interés, no deberían haber pasado de ser meros chascarrillos del tres al cuatro.

Lo cierto es que los medios informativos, sin excepción, llenaron sus espacios de tinta, sonido e imágenes, con la actuación estelar de la presidenta de la comunidad de Madrid. La señora en cuestión, desde su asiento de invitada, soltó un improperio, que traducido al castellano venía a decir "Qué hijo de puta", o al menos, eso es lo que todo el mundo creyó leer en sus labios, ya que no había grabado sonido directo. Lo dijo a renglón seguido de que el presidente en funciones, hiciera mención a ella y a su hermano en relación con una operación comercial de mascarillas, poco clara, producida en plena pandemia del COVID.

Lo cierto es que el tono empleado debió ser lo suficientemente bajo para que no lo escuchara ni su vecino de asiento (El presidente de Castilla y León). De hecho, el presidente de C y L, afirmó no haber oído nada, como suele decir cuando se le presenta en Zamora cualquier reivindicación. Pero, las imágenes captadas fueron lo suficientemente expresivas para darse cuenta que la lindeza había sido un cañonazo dirigido al aspirante a la presidencia de España. También es cierto que de haber sido otra la persona que soltara el exabrupto, posiblemente el hecho se habría diluido.

Si por algo se caracteriza la presidenta de Madrid, es por hacerse notar donde quiera que aparezca, y de manera especial si se trata de ser más protagonista que el presidente de su partido. Al igual que el jugador de fútbol Vinicius, del Real Madrid, sabe que las cámaras le están siempre apuntando. Y como sucede que nada de lo que dicen y hacen los lideres políticos lo es por casualidad, solo falta saber cuál de sus asesores preparó aquel mini monólogo. Sea de una manera o de otra, lo cierto es que la presidenta tuvo una actuación que le permitió pasar de ser una simple invitada a protagonista.

Con independencia del decoro que debe mantenerse en esa Cámara, lo cierto es que la cosa no parece que fuera para tanto. Y menos aún que haya resultado ser de mayor repercusión mediática que las actuaciones del propio aspirante a presidente o del líder de la oposición.

Claro que las divertidas risas y gestos de aprobación de las "ministras gemelas" de Podemos, a una de las ironías del jefe del PP, fueron aún más desafortunadas, al menos para el PSOE. Concretamente cuando el líder opositor dijo que, si el Gobierno presumía de haber conseguido grandes avances respecto al feminismo, no entendía como no iba a contar con la ministra de Igualdad para el próximo Gobierno.

El plano plurirepetido en todas las televisiones de las dos predefenestradas ministras, no dejaba duda de la alegría de ambas por la andanada lanzada desde el galeón del PP al casco de la fragata gubernamental.

No hay que desdeñar tampoco los exagerados gestos que, desde su asiento de invitado, el eurodiputado González Pons, perdiendo las formas, abría la boca como el actor americano Jerry Lewis en sus mejores tiempos. El, hasta ese momento, gentleman del PP, llamó la atención de tal manera que hasta el legendario Bob Hope, que en paz descanse, debió de aplaudir sus muecas desde la tumba.

El portavoz de ERC, hijo y nieto de andaluces, no por ello menos independentista que nadie, colocándose de medio perfil ante el micrófono del atril, como un aspirante a actor de los años cincuenta del siglo pasado, buscaba el plano más favorecedor, en una pose tan cómica como innecesaria.

Para que la "fiesta" fuera completa, no podía faltar la incontenida y larga risotada del presidente en funciones que, al parecer, le brotó en estéreo, cuando dijo que lo más chistoso del líder de la oposición había sido cuando dijo que no iba a ser presidente porque no había querido. Unas risotadas que no correspondían ni a la posición de un presidente en funciones, ni a la de un aspirante a serlo. Entre otras cosas, porque en cualquier función de teatro, las risas corresponden al público y no al actor.

Y como colofón, el desfile final del grupo de Vox bajando la escalinata del Congreso como Concha Velasco, antes de que respondiera a sus alegatos el presidente en funciones, para irse acto seguido el hemiciclo. Una forma como otra cualquiera de abandonar el puesto de trabajo. Se supone que se habrán descontado de su salario esas horas de ausencia.

Todo esto es lo que ha quedado después de la "investidura".

QOSHE - Qué quedó de la investidura - Agustín Ferrero
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Qué quedó de la investidura

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24.11.2023

El hecho de que aquel día iba a decidirse si se nombraba o no presidente del Gobierno al candidato socialista, invitaba a pensar que sería una sesión importante la del Congreso de Diputados. Hablarían los máximos representantes de los partidos políticos allí representados, incluido el propio candidato. Expondrían sus posiciones respecto a la propuesta. Razonarían cual iba a ser su voto. Dirían si lo iban a hacer a favor o en contra, y las razones consideradas a ese respecto. Así que existía mucha expectación, ya que del acierto o el error en la elección dependerían muchas de las cosas que iban a suceder en el país durante los siguientes cuatro años.

Pero sorprendentemente, tras los dos días de intervenciones, que fue lo que duraron los debates, no se han recordado grandes cosas de interés relativas a las actuaciones del candidato y menos aún de sus defensores y detractores, sino de determinadas anécdotas acontecidas que, por su mínimo interés, no deberían haber pasado de ser meros chascarrillos del tres al cuatro.

Lo cierto es que los medios informativos, sin excepción, llenaron sus espacios de tinta, sonido e imágenes, con la actuación estelar de la presidenta de la comunidad de Madrid. La señora en cuestión, desde su asiento de invitada, soltó un improperio, que traducido al castellano venía a decir "Qué........

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