Podría haber titulado "Zamora eterna", pero renuncio siquiera por el exceso comparativo respecto a la urbe fundadora de nuestra civilización. Vayamos por ello a las cosas de aquí. Zamora es o antes bien era perenne porque perduraba sin altibajos a lo largo de nuestras vidas, las cuales van pasando al hilo de la cotidianidad con sus modestas efemérides, bagaje suficiente para un familiar y pacífico existir, individual y colectivo.

Sin embargo, en el declinar de un enero llamado a retornar junto a sus leves y predecibles novedades, Zamora está demasiado cambiada. Lo inerte se aferra a su quietud, mientras lo humano con la animación que lo caracteriza decae sin remedio. La ciudad, para algunos acogedor microcosmos al margen del turisteo de visita mañanera y a lo sumo bocata previo a la partida, se muestra decrépita y sin pulso, como obstinada en un declinar sin horizonte. Muchas son las cuitas y dificultades, pero lo mayor reside en el agotamiento, en la pérdida de savia vital.

Zamora se halla huérfana de infancia y juventud, de relevo generacional para la escasa actividad que nos queda. Hijos y nietos marchan, emigran mucho más lejos que lo hicieron nuestros padres, buscando un mañana digno. Desde lo obvio del problema, la cuestión es aclarar si el fenómeno tiene solución, dejando a un lado la demagogia de políticos y burócratas repartiendo la gigantesca piñata de los dineros públicos, al presente entre nosotros pobre y nunca bien ganada limosna ajena.

Con independencia del subsidio, ¿cuál es el futuro que en un par de décadas aguarda a esta ciudad envejecida, reducto de unas voraces clases pasivas de pensionistas y funcionarios, magnífica excusa de la casta política aferrada a sus privilegios, amparada igualmente en la inercia de un aldeanismo paleto? Porvenir de… y en Zamora; fácil: cargo/carga público/a, usufructuando nómina y poltrona. Nada, queridos autónomos, naturalmente los pocos que resisten: a cotizar y después a bajar la persiana, que para eso el Estado parásito os dará pensión, o sea, la paguita bananera y miserable.

QOSHE - ¿Ciudad perenne? - Carlos Domínguez
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¿Ciudad perenne?

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30.01.2024

Podría haber titulado "Zamora eterna", pero renuncio siquiera por el exceso comparativo respecto a la urbe fundadora de nuestra civilización. Vayamos por ello a las cosas de aquí. Zamora es o antes bien era perenne porque perduraba sin altibajos a lo largo de nuestras vidas, las cuales van pasando al hilo de la cotidianidad con sus modestas efemérides, bagaje suficiente para un familiar y pacífico existir, individual y colectivo.

Sin embargo, en el declinar de un enero llamado a retornar junto a sus leves y........

© La Opinión de Zamora


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