Según recientes datos estadísticos vivimos en Madrid 34.961 zamoranos, a los que hay que sumar 85.031 en otras provincias españolas y 22.966 en el extranjero. En total, 152.966 personas nacidas en Zamora, que, por razones de supervivencia, tuvimos que salir de la provincia, algunos acompañando a padres y hermanos. Este éxodo comenzó en los pueblos zamoranos a mediados del siglo pasado, cuando se produjo la mecanización del campo y sobraban criados y jornaleros. En ese mismo período, los grandes polos de desarrollo, impulsados por el Estado sobre todo en el norte de España, necesitaban abundante mano de obra. Hacia allí se fueron miles de zamoranos y contribuyeron al auge económico de esas regiones.

Esto es de sobra conocido por quienes analizan el fenómeno de la galopante despoblación en Zamora. El asunto que ahora se plantea es si existe alguna probabilidad de que revierta la situación, es decir, que un buen porcentaje de los zamoranos que vivimos fuera de nuestra provincia, con hijos y nietos que estudian y trabajan en Madrid y en otras provincias, deseemos y podamos volver a nuestros pueblos.

Creo que es demasiado tarde para hacerlo. En un pueblo como Pajares de la Lampreana tres o cuatro agricultores bastan para cultivar todo el término y no existen posibilidades de encontrar trabajo. Lo mismo sucede en otros pueblos de la Tierra de Pan y de Campos. Los hijos de esos agricultores están estudiando en Zamora, Salamanca e incluso en Madrid. Su futuro laboral no está en los pueblos en donde nacieron sus padres y abuelos.

Los hijos y nietos de quienes emigraron tenemos en el pueblo una segunda vivienda. Vamos a habitarla sobre todo en verano, época en que se triplica la población. Es un fenómeno puntual, porque cuando se acaba el verano volvemos a las ciudades en donde residimos habitualmente.

Basta analizar la proyección de población en los pueblos zamoranos durante los últimos sesenta años para ver cómo de 1.300 habitantes censados en 1950, por poner el ejemplo de Pajares de la Lampreana, se ha descendido en 2023 a 290, en su mayoría pensionistas con más de 65 años. Que la mayor aportación de ingresos en un pueblo sea el de las pensiones es un índice esclarecedor. Además, varios de estos censados en el pueblo tienen piso y viven en Zamora capital. En 1950 había en Pajares cinco escuelas. Hoy no hay ninguna.

Esta es la cruda realidad de unos pueblos de secano, en donde solo se produce cereal. Existen escasas explotaciones ganaderas, algunas de ellas de cerdos para engorde que provee Cobadu que no necesitan más mano de obra que la de la familia que las explota.

Los ayuntamientos de estos pueblos poco o nada pueden hacer para mejorar la situación. Si no fuera por las ayudas de la Diputación Provincial, la mayoría de los pueblos zamoranos no podrían tener servicios para sobrevivir dignamente con suministro de agua potable, alcantarillado, asfaltado de calles, alumbrado, carteros, etc. Nunca estos pueblos fueron tan dependientes y, si algún día desaparecen las diputaciones, habrá que entonar el hasta luego, Lucas.

Llegados a este punto, la pregunta clave es: ¿existe alguna solución para frenar en Zamora la despoblación? Yo no la veo, porque los pueblos carecen de interés para la Administración del Estado y sus votos no alteran los resultados en las elecciones generales, ni siquiera en las autonómicas. Solo importan las grandes aglomeraciones urbanas y apaciguar, al precio que sea, los avatares levantiscos de algunas comunidades que, paradójicamente, vienen gozando de fabulosas prebendas económicas, amparadas en fueros y derechos históricos más que discutibles que favorecen la desigualdad de los españoles.

No me angustia ser uno de los 34.961 zamoranos que vivimos en Madrid, una villa que nos ha acogido con respeto y cordialidad. Me duele que la despoblación acabe también con una cultura rural que ha gozado de grandes valores lingüísticos y ha vivido con buena jera o vecindad entre personas que contribuyeron a alimentar con mucho trabajo y poca retribución a familias urbanas, cuyos hijos ahora le dan la espalda.

QOSHE - Uno de 34.961: Retrato de la diáspora zamorana - Gerardo González Calvo
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Uno de 34.961: Retrato de la diáspora zamorana

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29.01.2024

Según recientes datos estadísticos vivimos en Madrid 34.961 zamoranos, a los que hay que sumar 85.031 en otras provincias españolas y 22.966 en el extranjero. En total, 152.966 personas nacidas en Zamora, que, por razones de supervivencia, tuvimos que salir de la provincia, algunos acompañando a padres y hermanos. Este éxodo comenzó en los pueblos zamoranos a mediados del siglo pasado, cuando se produjo la mecanización del campo y sobraban criados y jornaleros. En ese mismo período, los grandes polos de desarrollo, impulsados por el Estado sobre todo en el norte de España, necesitaban abundante mano de obra. Hacia allí se fueron miles de zamoranos y contribuyeron al auge económico de esas regiones.

Esto es de sobra conocido por quienes analizan el fenómeno de la galopante despoblación en Zamora. El asunto que ahora se plantea es si existe alguna probabilidad de que revierta la situación, es decir, que un buen porcentaje de los zamoranos que vivimos fuera de nuestra provincia, con hijos y nietos que estudian y trabajan........

© La Opinión de Zamora


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