Hoy juega Colombia y todo el país amanece de amarillo. No amanece de azul ni de rojo, que también son colores de la bandera, sino de amarillo. Cualquier amarillo sirve, desde el amarillo amapola hasta el amarillo pollito pasando por el amarillo de la piel de los niños desnutridos.

Se cuenta muy a menudo que Francisco de Miranda, el primer hombre que habló de libertad para nuestras naciones, se hizo amigo de la emperatriz Catalina, de Rusia, por allá en los mil ochocientos y piquito de años. A ella le fascinó Francisco porque era recio y hablaba de independencia, y a él la fascinó la empera porque además de bella le daba de todo, hasta rublos para sus locuras libertarias.

Así armaron entre los dos un bergantín en el que Miranda intentó invadir a Venezuela. Pero Miranda necesitaba una bandera para identificar su embarcación, por lo que quiso rendirle un homenaje a su querida Cata. La vieja era rubia, tenía los ojos azules y se pintaba los labios de rojo. “Tú eres mi bandera”, le dijo un día el precursor, y así nació el primer pabellón en la historia colombiana. O sea que nuestra bandera nació en la Rusia de los zares.

Otros dicen que Francisco de Miranda se inspiró en el amarillo del sol, el azul de los mares y el rojo de la sangre berraca de los americanos. Yo, por mi parte, prefiero el encanto romántico de hacer una bandera pensando en la belleza de su amada. Ese día -repito lo que dicen- la partida del bergantín se demoró porque el Precursor estaba rindiéndole honores a la bandera.

Desde entonces esa ha sido nuestra bandera, ratificada en congresos, proclamas y decretos. Y ni Petro, tan feroz amigo de los cambios, ha intentado una reforma de nuestra bandera.

(Un paréntesis: A veces pregunto a gente joven, cómo es nuestra bandera y responden que amarillo, azul y rojo, pero no saben, ni se han fijado, ni les han enseñado algo importante: El amarillo ocupa la mitad de la franja horizontal. La otra mitad está dividida entre el azul y el rojo).

Se levanta, pues, hoy, el país, vestido de amarillo. Las enfermeras, las monjitas, las secretarias, los gerentes y los que recogen la basura, todos tienen permiso para hoy no llevar su uniformes reglamentarios, con tal, eso sí, de llevar blusa o camisa o guayabera amarilla.

En la oficina, en el bus y en el comedor, hoy no se habla de otra cosa: del partido de Colombia contra el temido Brasil. Las mujeres se saben las alineaciones de ambos equipos, los muchachos hacen cábalas y apuestas on line, y los mayores anhelan volver a ver al James de sus años mozos, que hacía goles sin saber ni cómo los hacía.

Por su parte, hoy es un día feliz para Petro. Vicky Dávila y los noticieros y las redes sociales dejarán de charle vaina al gobierno, sencillamente porque hoy juega Colombia, lo cual es prioritario en la vida de los colombianos.

Las raras adicciones del presidente, los discursos cancaneados de una ministra, el tire y afloja de la reforma a la salud, con mermelada de por medio, todo eso y mucho más hoy no tienen importancia. Lo verdaderamente importante hoy es el fútbol, porque está en juego el nombre de Colombia a nivel universal.

Que se derrumbe el mundo, que se acaben Israel y Palestina, que se inicie la tercera guerra mundial, que sea lo que sea, pero después del partido de esta noche. Después del partido, que entre el diablo y escoja. Amén.

gusgomar@hotmail.com

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Hoy juega Colombia

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16.11.2023

Hoy juega Colombia y todo el país amanece de amarillo. No amanece de azul ni de rojo, que también son colores de la bandera, sino de amarillo. Cualquier amarillo sirve, desde el amarillo amapola hasta el amarillo pollito pasando por el amarillo de la piel de los niños desnutridos.

Se cuenta muy a menudo que Francisco de Miranda, el primer hombre que habló de libertad para nuestras naciones, se hizo amigo de la emperatriz Catalina, de Rusia, por allá en los mil ochocientos y piquito de años. A ella le fascinó Francisco porque era recio y hablaba de independencia, y a él la fascinó la empera porque además de bella le daba de todo, hasta rublos para sus locuras libertarias.

Así armaron entre los dos un bergantín en el que Miranda intentó invadir a Venezuela. Pero Miranda necesitaba una bandera para identificar su embarcación, por lo que quiso rendirle un homenaje a su querida........

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