La democracia es una forma política y una organización social en la que se le entrega el poder de decisión en la conducción del Estado y la soberanía al pueblo, expresado mediante la voluntad de las mayorías. El término democracia (del griego: dêmos, “pueblo”, y krateîn, “poder”) significa que una democracia real es aquella en la que se cumple su significado: “El poder del pueblo”. Pueblo entendido como la población que habita un territorio debidamente determinado, con límites territoriales reconocidos internacionalmente y defendidos en el uso de la independencia y la soberanía.
La tiranía (del griego τυραννία -tyrannía-), es todo lo contrario. Es una forma de gobernar por quien se apodera del poder, un vulgar “tirano” que gobierna sin retenes o límites, tomando para sí el mando total y absoluto, no limitado por las leyes y manejado autoritaria y despóticamente. Decimos con orgullo y lo repetimos como un canto de sirena, aprendido como dogma, que vivimos en una democracia. La realidad es otra. Colombia ha tenido “la tiranía de los demócratas”, esos que la han manejado desde que es nación y es independiente (supuestamente), cuando es una tiranía hipócrita, disfrazada de aparentes buenas y “democráticas” costumbres, pero en la que se hace lo que el cacique político diga y mande, sin que el pueblo, que es el dueño del poder, pueda hacer algo por las condiciones socioeconómicas que lo rodean, esas que han sido creadas, desde que fuimos conquistados.
Tenemos las diferencias abismales entre los pocos que tienen todo, los millones que tienen nada, y los miles que les sirven a los primeros para que los exploten con el falso argumento de crear bienestar social, pero sin repartir ganancias. Esa es la tiranía de los poderes económicos, que en Colombia se han concentrado en empresas, territorios, prensa hablada y escrita, medios de comunicación visual, que sirven para que los serviles “periodistas”, hagan y vuelvan “verdad”, lo que generalmente es mentira o verdad a medias, que suele ser mentira completa, para poder mantener el poder bajo la mampara solapada de una hipocresía clasista y xenofóbica con la que manejan la fuerza y producen el miedo generalizado.
Pero la CP del 91 nos definió como “Un Estado Social de Derecho”, laico y pluralista, respetuoso de las diferentes posiciones ideológicas, de las creencias religiosas o de la no creencia, del color de la piel, la posición social o la procedencia, haciendo que todos seamos iguales (teóricamente) ante el Estado y ante la ley. Ahora los que han hecho de Colombia un verdadero platanal, después de haber violado todos los principios y normas rectoras de una democracia; de imponer tiranías laborales, sociales y económicas, adueñándose de todo, vienen a decir que ellos tienen la solución para los problemas que tenemos, no ajenos a una situación global cambiante y en ebullición que marca el inicio del fin de una era de concentración de riquezas y poder, para repartir bienestar social y todas las oportunidades para la gente, sin distinción alguna, garantizando lo esencial en un Estado de Derecho, que es la libertad, la oportunidad real de educación y acceso a ella, la oportunidad de tener viviendas dignas, sin que nos ufanemos con desdén de las horribles condiciones en que viven los marginados en zonas de invasión y barrios construidos en lugares inapropiados, sin acceso fácil, sin derecho a todos los servicios básicos y a las oportunidades de una vida decente y digna.
Manizales es un ejemplo claro de lo que es una ciudad que quiere hacer pasar inadvertida la realidad de los compatriotas que viven en casas de invasión, tugurios o asentamientos infrahumanos, sin que eso le produzca problema a quienes quieren presentar la ciudad como un hilo que va de norte a sur rodeando la 23, esa que se prolonga en las áreas de condominios construidos en laderas que hoy hacen parte del paisaje, sin que haya árboles, naturaleza, o condiciones ambientales defendidas; en un monumento al cemento, que produce aparente agrado, pero que sabiendo lo que la rodea no deja más sentimiento que el de la vergüenza y la impotencia de los que no gozan de los privilegios exclusivos de estratos sociales, que tienen con qué vivir holgadamente, pero no tienen la mínima preocupación por sus coterráneos.
Tenemos que comenzar a acabar con esos barrios de desolación y olvido, comprometiéndonos como ciudadanos a la construcción de una ciudad incluyente, en la que sea digno vivir y mantener “las puertas abiertas”, sin dejar más tiempo “cerradas las ventanas”.

QOSHE - Demócratas o tiranos - Flavio Restrepo Gómez
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Demócratas o tiranos

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04.04.2024

La democracia es una forma política y una organización social en la que se le entrega el poder de decisión en la conducción del Estado y la soberanía al pueblo, expresado mediante la voluntad de las mayorías. El término democracia (del griego: dêmos, “pueblo”, y krateîn, “poder”) significa que una democracia real es aquella en la que se cumple su significado: “El poder del pueblo”. Pueblo entendido como la población que habita un territorio debidamente determinado, con límites territoriales reconocidos internacionalmente y defendidos en el uso de la independencia y la soberanía.
La tiranía (del griego τυραννία -tyrannía-), es todo lo contrario. Es una forma de gobernar por quien se apodera del poder, un vulgar “tirano” que gobierna sin retenes o límites, tomando para sí el mando total y absoluto, no limitado por las leyes y manejado autoritaria y despóticamente. Decimos con orgullo y lo repetimos como un canto de sirena, aprendido como dogma, que vivimos en una democracia. La realidad es otra. Colombia ha tenido “la tiranía de los demócratas”, esos que la han manejado desde que es nación y es........

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