Hemos hablado de manera general del desarrollo de la personalidad y la construcción del futuro, que en forma resumida nos da una idea de lo que vivimos en nuestro trasegar por la vida. Sin embargo, el desarrollo que sigue no es siempre halagador, dependiendo de múltiples variables que se construyen en el día a día y están influidas por el medio en el que vivimos; con sus valores, sus antivalores, sus cualidades y defectos. Hay una tendencia a banalizar rutinariamente lo que siendo deshonesto se convierte en costumbre aceptada, sin inconveniente por las personas, en una sociedad decadente en lo ético y en lo moral, haciendo alegorías a lo que no es honesto como si fueran algo bueno que debemos tolerar sin oponernos a ellas y sin hacerlas notorias para someter a los que las cometen al escarnio, cuando sus efectos son devastadores en el acontecer de toda una ciudadanía.
Nos enfrentamos a una época de la vida, la más larga probablemente, en la cual todo vale en el proceso de conseguir los fines propuestos. Aparecen los tramposos con su capacidad para cambiar el curso normal de los acontecimientos, utilizando artimañas, acciones deshonestas, violando las costumbres y las leyes a sabiendas de que probablemente no los cuestionarán. Esa tolerancia con el “vivo”, el tramposo, el deshonesto, el que viola las reglas y las leyes nos ha convertido en un país en el cual la honra vale poco. El resultado final lo es todo, no importa cuál sea el precio que se haya pagado para conseguirlo.
El tramposo hace alarde de su habilidad para transformar la realidad esperable en una que le sea conveniente y le dé abundantes ganancias, sin importar el desprecio que se tenga. Siendo una vulgar acción deshonesta, se convierte para muchos en ejemplo de una manera de actuar práctica y productiva en la que no se paga por los desvaríos y las malas acciones. Estamos en una sociedad que premia al tramposo y lo ve como el líder que hay que seguir, dados sus buenos resultados en la vida; que aunque no son envidiables, los encumbran en una sociedad que perdió por completo el control y la posibilidad de tener como principio el comportamiento honesto y decente; preocupada por el bien común, sin hacer daño y sin utilizar ardides que siendo delincuenciales se vuelven tan naturales, que a pocos les importa.
Vemos en el día a día cómo los que se están iniciando en una carrera profesional utilizan herramientas de plagio y de parafraseo para aparentar que lo que han copiado y robado intelectualmente a otros es un trabajo digno de admiración y de respeto. No es cierto. Los principiantes creen que lo saben todo, cuando no saben todavía nada y apenas están haciendo sus pinitos en la construcción de un saber, que solo se consolida con el paso de los años, sometidos a los éxitos y a los fracasos que de ellos se derivan, pero de los que se aprende de verdad en un proceso dinámico que mejora la capacidad intelectual, de mano de la experiencia.
Bien lo decían desde antes, cuando afirmaban que “el problema de la juventud es que esté en los jóvenes”. Pero las trampas no solo son académicas. Las hay en la rutina diaria, en la interacción social, en la que el tramposo sin escrúpulos se beneficia de formas ilegales e irregulares con las que consigue sus objetivos, lo que en una sociedad decente sería descalificado y juzgado con rigor y sin tolerancia. Trampas en los negocios, estafas a personas inocentes, robos descarados de información, apropiación indebida de ideas o cosas ajenas, odios indefinidos de personas que se benefician de ellos haciéndolos parte de su cotidianidad, sin que veamos la acción de la autoridad para someterlas al juicio y castigarlas.
Y llegamos a viejos, con buena parte de la vida ya vivida y un futuro que nos acerca cada día a la partida, sin que los que están jóvenes se preocupen, como si creyeran que gozarán de juventud eterna. Abandonan a sus padres, desprecian a los ancianos, se olvidan de que les dedicaron todo el tiempo. A esos miserables tramposos y farsantes, tarde o temprano la vida les cobrará su osadía. No son las posesiones, ni la riqueza, las que le dan valor a la vida. Es la coherencia entre lo que se hace, se dice y se piensa, cimentada en valores de dignidad y honestidad.

QOSHE - El desarrollo de la personalidad y la construcción del futuro (II) - Flavio Restrepo Gómez
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El desarrollo de la personalidad y la construcción del futuro (II)

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14.12.2023

Hemos hablado de manera general del desarrollo de la personalidad y la construcción del futuro, que en forma resumida nos da una idea de lo que vivimos en nuestro trasegar por la vida. Sin embargo, el desarrollo que sigue no es siempre halagador, dependiendo de múltiples variables que se construyen en el día a día y están influidas por el medio en el que vivimos; con sus valores, sus antivalores, sus cualidades y defectos. Hay una tendencia a banalizar rutinariamente lo que siendo deshonesto se convierte en costumbre aceptada, sin inconveniente por las personas, en una sociedad decadente en lo ético y en lo moral, haciendo alegorías a lo que no es honesto como si fueran algo bueno que debemos tolerar sin oponernos a ellas y sin hacerlas notorias para someter a los que las cometen al escarnio, cuando sus efectos son devastadores en el acontecer de toda una ciudadanía.
Nos enfrentamos a una época de la vida, la más larga probablemente, en la cual todo vale en el proceso de conseguir los fines propuestos. Aparecen los tramposos con su capacidad........

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