Los seres humanos nos distinguimos de la fauna zoológica por nuestra capacidad —para unos innata y para otros adquirida— en nuestra necesidad de expresarnos hacia afuera desde adentro. Así, en la edad de las cavernas los primigenios humanos usaban los carbones con grasa animal para ritualizar la caza dibujando en sus cavernas, también con un afán estético de decorarlas con elementos de la naturaleza y de paso, memorizar y aprender a reconocer con quienes convivían. Fueron los primeros inicios de la ciencia y el arte.

La humanidad, antes de concebir el lenguaje, ya hacía incisiones en los muros, los primeros petroglifos, una forma rudimentaria de la escritura ideográfica para alertar o informar geográficamente si el lugar era seguro y podían instalarse para su alimentación con los frutos del sitio y la caza.

Durante miles de años, los inquietos inventores buscaron una manera de plasmar ideas, proyectos, dibujos y sus sueños con la creación de un instrumento que fuera fácil de llevar y de ser corregido para enmendar y pulir una idea.

Alberto Durero (1471-1528), afanado por obtener resultados para sus proyectos, concibió una varilla de aleación de plomo y estaño, pero requería de un soporte especial y su aplicación necesitaba tiempo y extrema habilidad, por lo que fue desechada por su costo y sus exigencias técnicas. Así pues, siguió buscándose un medio de dibujo y escritura más inmediato y versátil, y que pudiera corregirse.

El material idóneo, el grafito, se descubrió en Bavaria en 1400, pero no sabían de su potencial, como siempre ocurre cuando se descubre algo. Recién en 1504 se encontró un yacimiento de grafito puro en Burrowdale, Cumberland, Inglaterra. Pensaban que era plomo y como se utilizaba para marcar piedras, lo nombraron “lápiz de plomo”, originándose un error hasta que se comprobó que era un mineral distinto, y a partir de 1789 se le llamo grafito.

El primer lápiz grafito se inventó en 1662, los primeros sistemas de envoltura consistieron en rodearlo de una cuerda que se iba desenrollando a medida que se gastaba la punta del lápiz, además del portaminas latón, similares a los de hoy. En Inglaterra, Faber estableció su fábrica en 1761, empleando una mezcla de dos partes de grafito con una de azufre. En el siglo XVIII, Napoleón, irritado porque por que importar los ingredientes, pidió a Conté que desarrollara un sustitutivo. El resultado fue una mezcla de arcilla, grafito, agua y pasta endurecida en hornos y después introducida en surcos hechos de madera. Este fue el antecesor del lápiz moderno, al que se le añadió un cabezal de goma para enmendar errores, corregir y sellar el resultado final.

Sus hermanos, los lápices de colores, se fabrican con mezcla de caolín, ceras y variedad de tintes. Actualmente existe una enorme variedad de este maravilloso instrumento en calidades de dureza, además de sus múltiples usos en arte, contaduría, arquitectura pese al AutoCAD, ingeniería, etc. Hasta hoy la tecnología no ha podido anularlo y excluirlo. Se aprende a escribir y leer acompañado del lápiz, innumerables bocetos de los principales inventos fueron hechos con lápiz, las primeras constituciones y leyes, para luego pasarlas con tinta indeleble para su registro final, obras clásicas de la literatura fueron escritas y corregidas gracias al lápiz.

La enorme esterilidad de nuestros legisladores y políticos buscan los pretextos más triviales y banales para aprovechar cualquier acción gubernamental para desacreditarlo, que el Gobierno alimenta con su gestión lerda y vacilante. Es el caso del Censo en que, ahora a falta de argumentos sólidos, ya adelantan un supuesto fracaso por culpa del lápiz. Sin embargo, las disputas regionales solo ratifican lo que sabemos la mayoría de los habitantes: el Estado boliviano no está consolidado como tal y existe una desconfianza mutua entre los caciques de las regiones que se atrincheran para supuestamente defender “sus territorios”, como si no pertenecieran a un mismo Estado. Sacan a relucir su candorosa interpretación de un Censo de Población y Vivienda con un lenguaje belicoso contra sus vecinos, con el único propósito de apuntalar su efímero poder y mantener sus privilegios. El lápiz, maldecido por la crápula política, puede originar mayores disputas. He ahí su poder.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo.

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Elogio del lápiz

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24.03.2024

Los seres humanos nos distinguimos de la fauna zoológica por nuestra capacidad —para unos innata y para otros adquirida— en nuestra necesidad de expresarnos hacia afuera desde adentro. Así, en la edad de las cavernas los primigenios humanos usaban los carbones con grasa animal para ritualizar la caza dibujando en sus cavernas, también con un afán estético de decorarlas con elementos de la naturaleza y de paso, memorizar y aprender a reconocer con quienes convivían. Fueron los primeros inicios de la ciencia y el arte.

La humanidad, antes de concebir el lenguaje, ya hacía incisiones en los muros, los primeros petroglifos, una forma rudimentaria de la escritura ideográfica para alertar o informar geográficamente si el lugar era seguro y podían instalarse para su alimentación con los frutos del sitio y la caza.

Durante miles de años, los inquietos inventores buscaron una manera de plasmar ideas, proyectos, dibujos y sus sueños con la creación de un instrumento que fuera fácil de llevar y de ser corregido para enmendar y pulir una idea.

Alberto Durero (1471-1528), afanado por........

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