En esta primera nota del nuevo año debo confesar ante lectores y lectoras que en el espacio de la quincena anterior cometí un “lapsus”. Cierto, esta palabra, obviamente proveniente del latín y definida en los diccionarios como “falta o equivocación cometida por descuido”, es lo que explica a cabalidad lo que pasó. Al hacer el recuento de lo que había sucedido en torno nuestro en el año recién fenecido, omití “por descuido” al Perú. Y no es que no haya pensado en el país vecino. Lo hice, y me quedé sorprendido de la escasa y difusa información que aquí circula sobre lo que pasa allí, y viceversa, la exigua o casi ninguna información que allí se conoce sobre lo que aquí sucede. Al seguir con el recuento dejé pendiente a Perú con la intención de ampliar las fuentes y despejar algunas dudas. ¡Malaya, mi suerte! Dejé abierto el resquicio por el que penetró el “lapsus” para hacer de las suyas. Perú quedó fuera, inopinada e injustificadamente. Pero, como suele decirse, no hay mal que por bien no venga, eso nos da la oportunidad de ampliar las referencias hacia nuestro pariente más cercano.

El golpe de Estado de diciembre de 2022 contra el poco coherente e inexperto presidente Pedro Castillo aparentemente se fue consolidando, no obstante la tenaz resistencia popular proveniente en especial de las zonas del sur andino. Protestas que dejan entrever matices de un reivindicacionismo étnico quechua-aymara, por influencia de los cambios que han tenido lugar en Bolivia, según algunos analistas que así explican la prohibición de las autoridades al ingreso de Evo Morales a territorio peruano. Las movilizaciones se reaniman periódicamente y tienen como blanco principal al Congreso, mediocre, desprestigiado y corrupto hasta la médula, que se muestra incapaz de encausar una salida política a la situación de crisis. Entretanto, la represión militar- policial cobró ya más de medio centenar de víctimas mortales, tema que se incorpora a la demanda popular como una fundada exigencia contra la impunidad.

En resumen, Perú no es por el momento una taza de leche y sus tensiones internas pueden llevarlo a cambios políticos inesperados, situando al país a uno u otro lado de la contienda: progresismo de izquierda, patriótico y antiimperialista con servicios públicos eficientes, o ultraderecha, liberalismo rampante, empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, pérdida de la soberanía y de los recursos.

Y hablando de la relación Perú-Bolivia, cabe subrayar lo mucho que hizo el historiador Gustavo Rodríguez Ostria, en su condición de embajador boliviano en Lima, por acercar a ambos pueblos. Nadie como él contribuyó tanto a resaltar la herencia cultural común perú-boliviana y a demoler algunos arraigados prejuicios que se arrastran desde la Guerra del Pacífico de 1979, originados muchas veces en acciones inconsecuentes de las oligarquías dominantes de ambos países. La ciudadanía peruana, por ejemplo, recibe desde la escuela la versión de que los desmanes cometidos por los chilenos solo fueron posibles gracias al incumplimiento de los acuerdos por parte de Bolivia. Y en el país nuestro no son pocos los que piensan que Perú facilitó a Chile la innoble tarea de dejar a Bolivia sin acceso al mar. Mucho por investigar, interpretar, aclarar, explicar, difundir… y esa fue la misión que Gustavo puso sobre sus hombros, hasta el momento en que los y las asaltantes del poder impidieron que cumpla su labor (noviembre 2019).

Carlos Soria Galvarro es periodista.

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2023: Perú no podía faltar del recuento

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07.01.2024

En esta primera nota del nuevo año debo confesar ante lectores y lectoras que en el espacio de la quincena anterior cometí un “lapsus”. Cierto, esta palabra, obviamente proveniente del latín y definida en los diccionarios como “falta o equivocación cometida por descuido”, es lo que explica a cabalidad lo que pasó. Al hacer el recuento de lo que había sucedido en torno nuestro en el año recién fenecido, omití “por descuido” al Perú. Y no es que no haya pensado en el país vecino. Lo hice, y me quedé sorprendido de la escasa y difusa información que aquí circula sobre lo que pasa allí, y viceversa, la exigua o casi ninguna información que allí se conoce sobre lo que aquí sucede. Al seguir con el recuento dejé pendiente a Perú con la intención de ampliar las fuentes y despejar algunas dudas. ¡Malaya, mi suerte! Dejé abierto el resquicio por el que penetró el........

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