Hoy comentaré sobre el variopinto espectro político que vivimos no solo en nuestro país sino también en el vecindario, espectro con matices propios en cada uno de ellos, pero con paralelismos importantes. Todos los grupos, para llamarlos de alguna forma, buscan como meta la toma del poder y los métodos que utilizan son tan atípicos comparados con aquellos del pasado reciente, donde la estructura partidaria y las ideologías eran imprescindibles para entrar a la competencia, que resulta muy difícil decodificar lo que pretenden; “…tan empecinado está cada cual en su criterio que podríamos hallar tantos reformadores como cabezas hubiese”, podríamos decir parafraseando a Descartes (Discurso del método). Han enviado al baúl del olvido a Marx, Engels, Kant, Hegel, Schopenhauer, Nietzsche y otros filósofos y políticos clásicos; a revolucionarios como Fidel y el Che, a los libertadores del continente americano y a todos los estadistas que forjaron nuestra historia contemporánea. Se trata del cambio por el cambio a cualquier precio, cada grupo se califica como el mejor y solo se dedican a defenestrar el pasado y a los rivales de turno, se debaten poses más que principios, figuras mesiánicas más que programas. Patéticos ejemplos fueron los debates presidenciales en Argentina, las idas y venidas del gobierno en Chile o las peleas internas del partido de gobierno en Bolivia. El lenguaje político está tan venido a menos que pareciera estar diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y para dar apariencia de solidez al humo (George Orwell dixit). El resultado es un retroceso político y económico, un desencanto de los sueños de grandeza y de la concreción de economías emergentes en la región, planeadas por los mesiánicos líderes que se repartieron el poder y solo se quedaron en las promesas.

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Se está configurando un mapa geopolítico antisistémico tan peculiar en la región que será muy difícil hablar de complementariedad, de acuerdos bilaterales y peor multilaterales porque predomina el cálculo mezquino de intereses y la desconfianza como moneda de intercambio, las reacciones de disconformidad de la gente a este tipo de gobiernos son frecuentes y peculiares en cada caso. Por lo que ya se ha vivido en la región, el debate generalmente vuelve a la calle con bloqueos, marchas, plantones y vigilias porque de alguna manera se rompen privilegios económicos de grupo para imponer un nuevo orden o se quitan prebendas a personas y grupos que sirvieron para mantener a gobiernos de turno (v.g. subvenciones a carburantes o al transporte, exenciones tributarias a grupos específicos, etc.). De la historia reciente en los países mencionados y de los ejemplos más antiguos como Cuba, Venezuela, Colombia, Nicaragua, Perú, etc., se puede decir que no hubo ejemplos exitosos de gobiernos populistas de cualquier tendencia, sino intentos fallidos que se mantuvieron por muchos años, por décadas en algunos casos, con el uso de la fuerza, la extorsión y otros métodos disuasivos.

Se viene en nuestro país un intento de este tipo para 2025. ¿Aparecerá un Milei a la boliviana en lo que queda de espera para las próximas elecciones? No veo un horizonte favorable al respecto por las características tan peculiares de nuestro Estado plurinacional, pero hay algunos prospectos que vienen apareciendo tímidamente entre bambalinas, sin fuerza todavía, pero es de esperar que predominen propuestas más allá de la retórica y la “bulla”; sin esnobismos ni vituperios, que hablen el lenguaje del cambio más allá del “qué cambiar”, sino llegar al “cómo cambiar”. Propuse hace mucho tiempo en esta columna este tipo de debates, que estimo es el único modo de evitar un salto al vacío para nuestros países, siempre en combate maniqueísta entre la civilización y la barbarie (Descartes op. cit.).

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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De populistas, libertarios, progresistas y otros

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24.11.2023

Hoy comentaré sobre el variopinto espectro político que vivimos no solo en nuestro país sino también en el vecindario, espectro con matices propios en cada uno de ellos, pero con paralelismos importantes. Todos los grupos, para llamarlos de alguna forma, buscan como meta la toma del poder y los métodos que utilizan son tan atípicos comparados con aquellos del pasado reciente, donde la estructura partidaria y las ideologías eran imprescindibles para entrar a la competencia, que resulta muy difícil decodificar lo que pretenden; “…tan empecinado está cada cual en su criterio que podríamos hallar tantos reformadores como cabezas hubiese”, podríamos decir parafraseando a Descartes (Discurso del método). Han enviado al baúl del olvido a Marx, Engels, Kant, Hegel, Schopenhauer, Nietzsche y otros filósofos y políticos clásicos; a revolucionarios como Fidel y el Che, a los libertadores del continente americano y a todos los estadistas que forjaron nuestra historia contemporánea. Se trata........

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