Generalmente las evaluaciones de fin de año tratan del tradicional “lo bueno, lo malo y lo feo”, pero quisiera añadir mi propia cosecha, para señalar que, en el contexto de la economía mundial, por los heterogéneos agentes que la componen como son los países avanzados (OECD), países emergentes y en desarrollo, así como los principales actores como el Área del Euro, EEUU y China, es difícil sacar una conclusión de lo que pasó en 2023, y de lo que podría pasar en 2024 y 2025.

Para eso deberían servir los informes de organismos internacionales, como los del FMI, Banco Mundial, UNCTAD y la OECD, pero, aparte de hacer sus correcciones de pronóstico, no son concluyentes y tienden a ser un poco vagos, no muy claros y con escenarios en que van desde lo catastrófico hasta lo muy optimista, para no equivocarse.

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Desde el punto de vista del producto mundial, con los recientes datos de la OECD, https://www.oecd.org/economic-outlook/november-2023/, no entró en recesión la economía mundial y solo el Área del Euro la está bordeando, con un crecimiento negativo en el tercer trimestre (0,1%) y la OECD espera que en todo 2023 sea un crecimiento positivo de apenas el 0,6%. Lo que sí sucedió, como se preveía, es la desaceleración de la actividad económica mundial y eso se expresó en tasas mas bajas de crecimiento del PIB mundial, de 3,3% en 2022 a 2,9% en 2023. Sin embargo, no fue el caso de EEUU, que crecería en 2,4% en 2023 frente al 1,9% de 2022, lo mismo en los países emergentes y en desarrollo que crecerían en 4%, un poco más alto que el 3,6% de 2022. Por tanto, el comportamiento del producto mundial fue diferenciado, hubo desaceleración, pero no recesión.

Desde el punto de vista de la inflación, la tendencia a la baja fue más generalizada. Según la OECD, en ausencia de nuevas perturbaciones importantes en los precios de los alimentos y la energía, se espera que la inflación general proyectada vuelva a niveles compatibles con los objetivos de los bancos centrales en la mayoría de las principales economías para fines de 2025. Con base en nuestros datos, si bien la tendencia de la inflación fue a la baja, después del nivel alto alcanzado en 2022, la desaceleración fue más rápida en EEUU con un nivel de 3,2% en octubre de 2023 y que posiblemente cierre en torno al 3%, más bajo que el pronóstico de OECD (3,9%). Lo mismo en el Área del Euro, que está en 2,4% la tasa anualizada a octubre y con el agravante de que en China, en lugar de la inflación preocupa más bien la posible deflación, dada la tasa anualizada negativa registrada en octubre de 0,2%.

Lo que preocupa directamente a una economía pequeña y abierta como la boliviana es el comportamiento del comercio mundial que, según la OMC, se desacelerará de 2,7% de crecimiento del volumen en 2022 a 1,7% en 2023, y estima que se recuperará a una tasa del 3,2% en 2024. Sin embargo, en un reciente informe la perspectiva es más pesimista puesto que estima un crecimiento lento y continuado del comercio mundial, debido a que la elevada inflación y el aumento de los tipos de interés pesan sobre el comercio y la producción en las economías avanzadas, y las tensiones en el mercado inmobiliario impidieron una recuperación más sólida tras la pandemia en China. Espera que el crecimiento del volumen del comercio mundial de mercancías se ralentice hasta el 0,8% en 2023 (frente a la estimación anterior del 1,7%), antes de repuntar hasta el 3,3 % en 2024 (factsheet_dec23_e.pdf (wto.org).

La contracción del comercio mundial se refleja en el deterioro de los precios de los productos básicos que exporta Bolivia. En el caso del petróleo, aunque seamos importadores netos, influye en nuestros ingresos de divisas por exportaciones de gas, el precio que se suponía por efecto de la guerra de Israel contra la Franja de Gaza podía llegar hasta $us 150 el barril, actualmente está en torno a $us 70, a pesar de los múltiples intentos de la OPEP de apuntalar el petróleo. Los precios del oro y la plata siguen al alza, pero los precios de la soya, que estaban en ascenso en el primer semestre de 2023, declinaron en el segundo semestre. La conclusión clara y tajante que saco como todo buen economista es que fue un año difícil del entorno externo y pareciera que 2024 también lo será.

(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista

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Lo difícil

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13.12.2023

Generalmente las evaluaciones de fin de año tratan del tradicional “lo bueno, lo malo y lo feo”, pero quisiera añadir mi propia cosecha, para señalar que, en el contexto de la economía mundial, por los heterogéneos agentes que la componen como son los países avanzados (OECD), países emergentes y en desarrollo, así como los principales actores como el Área del Euro, EEUU y China, es difícil sacar una conclusión de lo que pasó en 2023, y de lo que podría pasar en 2024 y 2025.

Para eso deberían servir los informes de organismos internacionales, como los del FMI, Banco Mundial, UNCTAD y la OECD, pero, aparte de hacer sus correcciones de pronóstico, no son concluyentes y tienden a ser un poco vagos, no muy claros y con escenarios en que van desde lo catastrófico hasta lo muy optimista, para no equivocarse.

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