Corría el año de 1971 en Estados Unidos y su presidente, Richard Nixon, tenía dos problemas que no lo dejaban dormir: el movimiento hippie que había seducido a gran parte de su población juvenil y los negros que exigían respeto a sus derechos civiles. No le importaba que los melenudos se dedicaran al amor libre y a la mariguana; lo que lo enfurecía era su abierta oposición a la guerra de Vietnam y a la Guerra Fría; su carácter abiertamente anticapitalista. Eso, junto al Movimiento del Poder Negro (Black Power), constituía una amenaza que había que eliminar. ¿Pero cómo?

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La solución se la dio uno de sus asesores: asociar a los hippies con la mariguana y el LSD y a los negros con la heroína. Luego, criminalizarlos a través de los medios de comunicación y finalmente intervenirlos y desarticularlos sin violar la ley. A ese plan Nixon le llamó la “Guerra contra las drogas”. Así nació ese gran engaño internacional estadounidense que le sirve de coartada para su política injerencista en Latinoamérica. El propio asesor de Nixon, John D. Ehrlichman, entonces consejero de Seguridad, lo reconoció años después en una entrevista:

“La Casa Blanca tenía dos enemigos: la izquierda antiguerra y la población afro-estadunidense… Sabíamos que no podíamos convertir en algo ilegal estar en contra de la guerra o ser negro, pero lograr que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína, y después criminalizarlos severamente, podríamos irrumpir en esas comunidades, arrestar a sus líderes, catear sus casas, disolver sus reuniones y vilipendiarlos noche tras noche en los noticieros. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Por supuesto que sí”.

Con ese mismo retorcimiento de la verdad, el gobierno de George W. Busch, inventó después la “guerra contra el terrorismo”. Engañó al mundo al decir que Irak poseía armas de destrucción masiva e invadió el país con la mira puesta en sus grandes reservas de petróleo. No le importó matar a 650 mil iraquíes. Y así con sus guerras contra el comunismo y ahora contra el narcotráfico. Hoy, que el águila norteamericana tiene una garra metida en Ecuador, lo que sigue es su plan regional latinoamericano para tomar por asalto su petróleo, oro, cobre, litio, agua dulce y demás recursos naturales, que la propia jefa del Comando Sur, Laura Richardson, anunció meses atrás, cuando habló de un “juego” que su gobierno debía empezar frente al avance de Rusia y China en la región. Y ya empezó a mover sus alfiles y peones:

1.- convulsionan Ecuador y meten miedo a su población con montajes como los de su canal de televisión; el gobierno habla de un “enemigo interno” al que califica de “narcoterroristas”; declara estado de sitio y acepta una intervención extranjera.

2.- El gobierno estadounidense envía de inmediato a sus estrategas políticos y a la Jefa del Comando Sur, para que establezcan allá “acuerdos de cooperación militar que permitan intercambio de información de inteligencia y operaciones conjuntas contra las amenazas del crimen organizado”. ¿Es todo? No, porque al día, siguiente, en una entrevista con el periódico ecuatoriano Primicias, a Laura Richardson se le fue de nuevo la lengua: Estados Unidos hará una transferencia de equipos militares y otros insumos por un valor de 93.4 millones de dólares; que soldados ecuatorianos irán a capacitarse y de allá vendrán tropas de fuerzas especiales; que habrá más presencia de agentes del FBI…Y la cereza del pastel: “Queremos ayudar a Ecuador a través de esto, y no es solo Ecuador, sino también todos los demás países de la región que están siendo desafiados por estas amenazas criminales, el cambio climático, la sequía, la inseguridad alimentaria, respuesta a desastres, migración irregular. La inseguridad y la inestabilidad. Entonces, ¿cómo ayudamos con eso como región? ¿Cómo pueden todos los países trabajar mejor juntos?”

3.- Perú y Ecuador, dos gobiernos claramente pro estadounidenses, convocan a una reunión urgente de la Comunidad Andina y en menos de 24 horas, nace en Lima la “Red andina de seguridad” integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú que buscarán formar una “Alianza Latinoamericana Antinarcóticos”…

¿Casualidad? No, en política las casualidades no existen. Es el juego estadounidense que ha comenzado.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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05.02.2024

Corría el año de 1971 en Estados Unidos y su presidente, Richard Nixon, tenía dos problemas que no lo dejaban dormir: el movimiento hippie que había seducido a gran parte de su población juvenil y los negros que exigían respeto a sus derechos civiles. No le importaba que los melenudos se dedicaran al amor libre y a la mariguana; lo que lo enfurecía era su abierta oposición a la guerra de Vietnam y a la Guerra Fría; su carácter abiertamente anticapitalista. Eso, junto al Movimiento del Poder Negro (Black Power), constituía una amenaza que había que eliminar. ¿Pero cómo?

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La solución se la dio uno de sus asesores: asociar a los hippies con la mariguana y el LSD y a los negros con la heroína. Luego, criminalizarlos a través de los medios de comunicación y finalmente intervenirlos y desarticularlos sin violar la ley. A ese plan Nixon le llamó la “Guerra contra las drogas”. Así nació ese gran engaño internacional estadounidense que le sirve de coartada para su política injerencista en Latinoamérica. El propio asesor de Nixon, John D. Ehrlichman,........

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