Las canciones infantiles que aprendimos, al verlas a la luz crítica, son toda una descubierta de los mecanismos controladores y perversos del sistema patriarcal. Desde pequeñas y pequeños vamos a naturalizar la violencia en todas sus formas. En la escuela, como niñas y niños inocentemente hemos cantado: “Botón colorado mató a su mujer, con un cuchillito de punta alfiler…”, “Mambrú se fue a la guerra, chirivín chirivín chin chin…”, “Arroz con leche me quiero casar, con una señorita de San Nicolás, que sepa cocer, que sepa bordar…” Toda una serie de letras altamente violentas, destinadas a naturalizar — desde el lenguaje y la música— la violencia, la sumisión y el machismo, entre otros males.

La guerra es un invento patriarcal donde principalmente los hombres van a construir la concepción de ejército. El ejército, deliberadamente, se organiza y prepara para combatir. Aclarar que una cosa muy diferente es organizarse para la defensa ante un ataque, otra cosa es atacar sin que haya habido un ataque previo. Ese es el meollo de la discusión. Cuando te defiendes, la organización de la defensa tiene una fecha de vencimiento, es una organización de corto plazo.

La permanencia de los ejércitos siempre ha estado ligada a la construcción del poder en un territorio. Son los Estados-nación que hoy se declaran con el poder de usar la llamada violencia legal. Son los Estados que tienen el permiso social y dan el dinero fruto del trabajo de los pueblos para mantener los ejércitos, que siempre están preparados para la guerra.

Las guerras en este siglo son televisadas como si fueran cine y ¡no son cine, miles de hombres y mujeres de todas las edades están muriendo de verdad! La guerra en Palestina, que comienza con la ocupación del territorio palestino por parte de un invento del país llamado Israel. La legítima defensa del pueblo palestino defiende su territorio. Desde entonces, Israel es un país de militares guerreros, todos y todas son soldados a los que después de servir en el ejército les dan un dinero para que viajen y se diviertan. Son esos soldados que vienen a Bolivia de civiles y hacen todo tipo de abusos y escándalos denunciados en diferentes medios.

El estremecimiento de mi cuerpo al ver cómo wawitas y mujeres palestinas son asesinadas, hombres civiles ancianos son asesinados por cuidar sus casas, su territorio. Ver a niñas y niños que, vestidos de blanco, salieron a protestar y reclamar por sus vidas. ¿Se imaginan?, las wawas denunciando, gritando en las calles que las están matando y pidiendo que no las maten. La impotencia me nubla los ojos y me cuestiono cuán efectiva —de nuestra parte— son las luchas por la justicia y el “vivir bien”, ese summa qhamaña —que no es solo para Bolivia— que construimos y soñamos desde el proceso de cambios. Estamos hundiéndonos en peleas mezquinas, aquí en Bolivia. Por ese camino, nuestros Mambrús seguirán muriendo en guerras de hermanos contra hermanos.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

QOSHE - Mambrú y la guerra - Julieta Paredes Carvajal
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Mambrú y la guerra

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26.11.2023

Las canciones infantiles que aprendimos, al verlas a la luz crítica, son toda una descubierta de los mecanismos controladores y perversos del sistema patriarcal. Desde pequeñas y pequeños vamos a naturalizar la violencia en todas sus formas. En la escuela, como niñas y niños inocentemente hemos cantado: “Botón colorado mató a su mujer, con un cuchillito de punta alfiler…”, “Mambrú se fue a la guerra, chirivín chirivín chin chin…”, “Arroz con leche me quiero casar, con una señorita de San Nicolás, que sepa cocer, que sepa bordar…” Toda una serie de letras altamente violentas, destinadas a naturalizar — desde el lenguaje y la música— la violencia, la sumisión y el machismo, entre otros males.

La guerra es un invento patriarcal........

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