En el año 1000, Europa ya era conocida como un continente con dimensiones y mapas razonablemente exactos, mientras que en los otros continentes nadie era capaz de trazar los propios porque aún contaban con infinidad de tierras inexploradas. De ahí que fueron periodos en los que el planeta desconocía la existencia de otros tantos territorios, aunque ya se había descubierto África.

No se debe olvidar que Europa en esos momentos ya no tenía secretos para los geógrafos —excepto en la zona alejada del norte—, pues mercaderes, diplomáticos y otros ya la habían transitado en sus viajes.

Lea también: Lugares laberínticos en la ciudad

Uno de los países medievales que ha legado a la historia un sinfín de conocimientos sobre la vida ciudadana es Francia, especialmente la medieval París, que en ese entonces ya era una ciudad próspera y en 1250 contaba con una gran obra como la Catedral de Notre Dame, que reemplazó en la construcción la madera por la piedra. Esta última, utilizada luego en iglesias y puentes.

Lo particular es que los escultores que venían de familias burguesas del París medieval y quienes supuestamente dirigían esas obras —como el parisino Henri Lombard— eran hombres abiertos al contacto con otros territorios y receptivos a las influencias que procedían de otras experiencias.

Asimismo, en esa etapa hubo un desarrollo limitado porque la concepción de ciudad no existía aún y el trazado caótico de calles retorcidas y diminutas obedecía al uso que los propietarios hacían de su tierra, y con ello nació la forma confusa y laberíntica de las calles medievales que cerraban toda visual.

Según el urbanista Jacques Heers, en esa época “el uso de la tierra edificable fue una verdadera colonización dentro de la ciudad y sus alrededores”.

Así, era innegable la paradoja entre la ciudad que comenzaba a nacer con una sola obra relevante y la otra, que prácticamente se desarrollaba tras los muros de la primera, con la característica predominante de un crecimiento espacial caótico.

Independientemente de aquello, fueron tiempos en que el comercio y la dinámica del movimiento en París produjeron un vivir activo, que llevó a que los investigadores afirmaran que las ciudades son capaces de revelar realidades inobjetables sobre la transformación de sus habitantes.

De esa manera, el hombre político evolucionó a tal punto que el político de la Grecia antigua se transformó desde ese entonces en uno nuevo, el económico.

Lo lamentable es que —de acuerdo con lo que relata la historia— la población de ese tiempo fue considerada ignorante y supersticiosa, y esto quizá respondía a que vivía en una real opresión social; el ciudadano se había convertido en un habitante codicioso y de negocios, quien por afanes de desarrollo traficaba en las ferias y mercados.

Lo singular es que fueron tiempos en que los moradores de la ciudad medieval tenían fuertes vínculos con ella, hasta el punto en que frecuentemente sus intereses económicos chocaban con los de ampliar el marco geográfico comercial de dicha ciudad. De ahí que una característica de la época medieval es que se arriesgó en ampliar la economía de la ciudad, la cual se desenvolvía dentro de un círculo cerrado.

De esa manera, París comenzó a vivir una nueva fase en la que la economía hizo importantes transformaciones que parecían expresar que su vida caótica aumentó el valor de la urbana.

Weber afirmaba que “la comunidad urbana medieval disfrutaba de autonomía política, gracias al mercado, de manera que el comercio confería a la ciudad poder económico para regir sus propios asuntos”.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

QOSHE - El mundo medieval - Patricia Vargas
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El mundo medieval

5 0
24.11.2023

En el año 1000, Europa ya era conocida como un continente con dimensiones y mapas razonablemente exactos, mientras que en los otros continentes nadie era capaz de trazar los propios porque aún contaban con infinidad de tierras inexploradas. De ahí que fueron periodos en los que el planeta desconocía la existencia de otros tantos territorios, aunque ya se había descubierto África.

No se debe olvidar que Europa en esos momentos ya no tenía secretos para los geógrafos —excepto en la zona alejada del norte—, pues mercaderes, diplomáticos y otros ya la habían transitado en sus viajes.

Lea también: Lugares laberínticos en la ciudad

Uno de los países medievales que ha legado a la historia un sinfín de conocimientos sobre la vida ciudadana es Francia, especialmente la medieval París, que en ese entonces ya era una ciudad próspera y en 1250 contaba con una gran obra como la Catedral de........

© La Razón


Get it on Google Play