Al igual que la belleza, el concepto de fealdad fue evolucionando a lo largo de la historia. En el mundo griego, lo feo se identificó con el mal y ese contraste se consolidó como la negación de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Para ciertos filósofos del pasado, sin embargo, lo feo estuvo relacionado con la privación, la ausencia absoluta de algo, la carencia. Esto, en contraste con lo bello, que era comprendido en ese entonces como la plenitud.

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Con la llegada del cristianismo, la fealdad se introdujo en el campo de las artes. Hegel afirmaba que el mundo griego jamás habría representado a un dios y menos soportado lo feo en compatibilidad con la sensibilidad helena. La razón era que se consideraba que lo sublime elevaba a la belleza. En cambio, el cristianismo supo asumir la fealdad como un medio para mostrar el pecado a la humanidad.

Una gran diferencia entre los dioses paganos y el Dios cristiano, pues este último hasta fue humillado al descender a lo humano. Todo en busca de la salvación de los creyentes judíos, que exigía no establecer distinción alguna entre unos y otros.

En 1767, Lasconte estudió la fealdad como una categoría específica del arte figurativo, cuya presencia perduró durante siglos. Empero, con la llegada del Romanticismo, el arte se ocupó de lo feo, acogiendo hasta lo deforme.

Así, la historia relata que esa teoría descriptiva de la belleza y aquella carente de ésta, se extendió hasta el siglo XX.

En esa línea, la pintura y la escultura contemporánea, como la del artista colombiano Fernando Botero, transformaron la gordura en un nuevo principio estético. Asimismo, las obras de Picasso y Schönberg pusieron fin al ideal clásico de la belleza, incorporando lo asimétrico y lo disarmónico como parte del arte bello.

Destaca que Umberto Eco —uno de los estudiosos de la estética y el arte—, luego del éxito de su obra referida a la belleza, ingresara al estudio de la historia de la fealdad. Momentos en los que el pensador reconoció la evolución de los gustos y remarcó cómo aquello logró constituir una suerte de antología en la cultura estética occidental.

No faltaron los escritos que resaltaron cómo lo posmoderno, en ciertos ejemplos, logró ilustrar la visión sobre la fealdad.

Asimismo, Eco declaró su atracción por lo feo y avanzó incluso al análisis de lo desagradable, lo monstruoso. Una acción que lo llevó a afirmar que la historia de la fealdad es decididamente más interesante que la historia de la belleza.

Esa especie de exaltación de la palabra fealdad en el mundo contemporáneo acercó al filósofo a nuevos conceptos vinculados a los relatos de la ciencia.

En ese orden de ideas, la estética está presente en todo, el sonido, el movimiento, y no solo en la expresión dibujada o pintada.

Lo particular es que la fealdad hoy tiene una fuerza que puede ser interpretada como la otra forma de expresión, la rebelde, la contradictoria; como lo manifiestan algunas obras de arte como El grito contra la opresión.

Estudiosos contemporáneos que se rebelaron contra el arte clásico, representaron a lo feo con lo amorfo, lo disonante, lo anómalo; algo que, pese a todo, no limitó la imaginación creativa.

Por todo lo anterior, no sorprende que son tiempos que se pregona el ingreso de un arte que incorpora lo asimétrico, lo disarmónico, lo desfigurado. Bajo esas características, este tipo de arte tiene el infortunio de ser llamado el arte de la fealdad, cuando esa denominación no siempre es la que merecen esas expresiones artísticas.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

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Estética de la fealdad

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19.01.2024

Al igual que la belleza, el concepto de fealdad fue evolucionando a lo largo de la historia. En el mundo griego, lo feo se identificó con el mal y ese contraste se consolidó como la negación de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Para ciertos filósofos del pasado, sin embargo, lo feo estuvo relacionado con la privación, la ausencia absoluta de algo, la carencia. Esto, en contraste con lo bello, que era comprendido en ese entonces como la plenitud.

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Con la llegada del cristianismo, la fealdad se introdujo en el campo de las artes. Hegel afirmaba que el mundo griego jamás habría representado a un dios y menos soportado lo feo en compatibilidad con la sensibilidad helena. La razón era que se consideraba que lo sublime elevaba a la belleza. En cambio, el cristianismo supo asumir la fealdad como un medio para mostrar el pecado a la........

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