Vivimos el tiempo en que el mundo es más pequeño que nunca, pero aun así las dimensiones importan. La globalización a conveniencia (es decir aquella que —como el capitalismo— aplica donde haga falta y haya beneficio) es uno de los retos más importantes que toca sortear en nuestro tiempo. Se nos pide (cuando no se nos exige) que estemos a tono con la tecnología, como si se tratase de nuestra nueva religión global. Hoy en día, resulta impensable ejercer ninguna carrera profesional sin que se tenga la mirada en la herramienta tecnológica que posibilite que se la sortee con mayor inmediatez y facilidad. En el capitalismo, así como en el paradigma tecnológico: más es más.

Puede sonar redundante la idea de que una nueva era de la internet como la que estamos atravesando, en la que el punto de inflexión es la accesibilidad y popularización de un (ro)bot como el ChatGPT (el primer ente no humano elegido como científico de este año por la revista Nature), construya su lógica en el límite de lo humano, pero la cosa va más allá. Se trata de un fenómeno que no tiene que ver solamente con el avance y la predominancia de la tecnología, sino con el culto que se genera alrededor de ella, así como una suerte de nueva (y casi única) cultura laboral, social y global. Y se trata también de un fenómeno que tiene una inédita capacidad de, al ser mal utilizado, deshumanizar lo que encuentra a su paso.

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Lo cual no es poco y, además, adquiere otra dimensión ahora porque ha sido justo este 2023, el año en el que, al parecer, una mayor cantidad de contenidos generados artificialmente van a empezar a ganar espacio entre los contenidos que, en las décadas pasadas, hubieran sido generados por la mente humana. Cuánta más deshumanización que la del avasallamiento de nuestros contenidos históricos.

Al respecto, Renata Ávila, una abogada latinoamericana especializada en tecnologías, señala el riesgo de “imperialismo cultural” que este fenómeno implica. Algo que, se sabe, experimentábamos primero con la emergencia del capitalismo; luego, con la globalización y, ahora, como efecto de la implementación tecnológica. Y aunque no se trata de un enfoque nuevo, sin duda se trata de un fenómeno que se desarrolla aceleradamente cuando aún siquiera hemos podido formular las preguntas correctas para entenderlo en su profundidad.

Quizá sea esta mirada hacia la infraestructura del ecosistema tecnológico la que permita dilucidar con mayor claridad los retos humanos y comunicacionales que su acelerado desarrollo e idolatría implican para las sociedades que acudimos con retraso a la discusión sobre sus efectos y dilemas. Es, en la sociedad del (des)conocimiento, donde la humanidad se convierte en datos y es, en la sociedad de la (des)información, donde lo real se virtualiza.

No se trata de tenerle aversión, rechazo o miedo a las tecnologías. Se trata, más bien, de entenderlas críticamente desde un paradigma que ponga en el centro al ser humano y no así a las herramientas que posibilitan su comunicación y su acción. Se trata de darles el lugar que les corresponda en un sistema-mundo en el que los Estados nacionales y las instituciones globales se encuentran cada día más deslegitimados y las plataformas tecnológicas, cada día más validadas y aceptadas como nuestros espacios absolutos de nuestra información y comunicación.

(*) Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka

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Un mundo digital, ¿para todes?

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15.12.2023

Vivimos el tiempo en que el mundo es más pequeño que nunca, pero aun así las dimensiones importan. La globalización a conveniencia (es decir aquella que —como el capitalismo— aplica donde haga falta y haya beneficio) es uno de los retos más importantes que toca sortear en nuestro tiempo. Se nos pide (cuando no se nos exige) que estemos a tono con la tecnología, como si se tratase de nuestra nueva religión global. Hoy en día, resulta impensable ejercer ninguna carrera profesional sin que se tenga la mirada en la herramienta tecnológica que posibilite que se la sortee con mayor inmediatez y facilidad. En el capitalismo, así como en el paradigma tecnológico: más es más.

Puede sonar redundante la idea de que una nueva era de la internet como la que estamos atravesando, en la que el punto de inflexión es la accesibilidad y popularización de un (ro)bot como el ChatGPT (el........

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