Hace unos meses atrás salió una encuesta inédita para averiguar sobre los efectos producidos por la crisis poselectoral de 2019 en las relaciones personales y/o familiares. Los resultados daban cuenta que de cada 10 al menos 3 respondieron que esa crisis provocó el rompimiento o alejamiento de sus parientes y/o amigos/amigas. Ese dato psicosociológico nos hace pensar que en momentos de confrontación política intensa como las refriegas entre las élites del Movimiento Al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), qué sucede con las bases masistas, ya que por la confrontación polarizante de esa disputa se sienten obligadas a tomar una posición con cualquiera de los polos enfrentados y, como consecuencia, qué efectos subjetivos estarían produciendo en esas bases.
Estas disquisiciones sirven para reflexionar a propósito de esta disputa interna que estará sucediendo con aquellos militantes del MAS-IPSP, con aquellas bases sociales de las organizaciones campesinas/indígenas o simplemente con aquel votante que en la última elección presidencial/parlamentaria apostó por ese partido.
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La lógica amigo/enemigo predominante hoy en la confrontación interna del MAS-IPSP impulsa a que los militantes/simpatizantes del MAS tienen que optar por alguna de las corrientes en disputa. Aquí está un dilema subjetivo con aquel militante/simpatizante que tiene a Evo Morales como su líder político, pero, a la vez, en la última elección presidencial votó por el binomio Luis Arce-David Choquehuanca. Tomar partido por uno de ellos quizás le provoca angustia. O aquel campesino/indígena agradecido por las conquistas logradas para los pueblos indígenas en el gobierno de Morales, pero, a la vez, tiene simpatía por los actuales gobernantes que asumieron la administración estatal en un momento de crisis política y, además, en una crisis sanitaria a propósito del coronavirus.
Ese militante de base, cómo estará asimilando hoy las descalificaciones contra la imagen del actual Presidente y el exmandatario. Hasta hace poco, Evo Morales era considerado como el “mejor presidente de la historia de Bolivia” y hoy se lo tilda de “cobarde” —argumento urdido, además, por la oposición durante el golpe de Estado de noviembre del 2019— por parte de sectores que apoyan al presidente Arce. Del mismo modo pasa con Luis Arce Catacora, quien era considerado el mentor del modelo económico boliviano y hoy es tildado como “traidor” por el evismo.
Obviamente, estas disputas encarnizadas al interior del MAS-IPSP, especialmente por parte de las élites partidarias, paulatinamente se extendieron a las propias organizaciones sociales y campesinas que conforman, por ejemplo, el Pacto de Unidad. Pero, los promotores de esta disputa no reparan en los efectos adyacentes que no solamente fragmentan a la militancia del MAS-IPSP, sino tienen efectos en la subjetividad de las bases masistas que ven con pavor esta lucha protagonizada por los principales dirigentes del partido gobernante.
El MAS-IPSP necesita una reforma política y moral en sus entrañas con el propósito estratégico de reconducir el proceso de cambio y fortalecer el Estado Plurinacional que todavía está en construcción. Empero, los conductores del MAS-IPSP y el Gobierno están ocupados en recuperar el poder por parte del evismo y conservar el poder por parte de los allegados al presidente Arce. En estas circunstancias, hablar de horizontes estratégicos para enfrentar los verdaderos problemas que interesan al conjunto de la población queda como residuo en el debate del MAS-IPSP.
(*) Yuri Tórrez es sociólogo
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