A través de la prensa, y también por otras vías, he tenido noticia de la complicada situación por la que atraviesa la Cooperativa Santa Mariña de Loureiro, un establecimiento que, desde hace casi 60 años, elabora productos lácteos en la parroquia que le da nombre en O Irixo (Ourense).

Tuve mi primer contacto con la Cooperativa, y con Don Antonio González Bernárdez, su fundador, gerente y alma mater, allá por el mes de diciembre del año 1991. Por aquellos entonces, yo era un joven profesor de Tecnología de los Alimentos que me acababa de incorporar a la Facultad de Ciencias de Ourense, procedente de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León. Por mediación de unos conocidos comunes, contacté con Don Antonio porque necesitaba una industria donde llevar a mis alumnos de la asignatura Tecnología Alimentaria para apuntalar algunos conocimientos de índole práctica.

Don Antonio era, y todavía lo es, una figura carismática y entrañable. En nuestras primeras charlas, rápidamente me puso al corriente de la génesis de la Cooperativa, de la situación de la parroquia de Santa Mariña de Loureiro antes de su creación allá por el año 1966 y de las peripecias y vicisitudes vividas en Ourense y Madrid para completar las gestiones que posibilitaron el inicio de su actividad y su financiación inicial. Don Antonio era un prodigio de actividad. Como sacerdote, regentaba la parroquia y su labor pastoral, encomiable, me consta, le dejaba tiempo para llevar la gerencia de la Cooperativa y, además, ejercer como profesor en un colegio de enseñanza media. De Don Antonio me llamó poderosamente la atención el profundo conocimiento que tenía sobre la tecnología de la leche. Se había formado en este campo en Universidades de aquí de Galicia y también de Francia. A esta formación unía una inteligencia y una curiosidad innatas; me sorprendían, particularmente, las dudas que planteaba, siempre agudas y con calado, y que, debo reconocer, también a mí me llevaban en ocasiones a tener que estudiar y recabar información técnica al respecto. Don Antonio lo era todo en la Cooperativa. Aparte de gerente y administrador, actuaba como encargado de producción, oficial de laboratorio, técnico de control de calidad, enlace con distribuidores y comerciales, y asesor de los ganaderos en materia de calidad de la leche. Recuerdo que su laboratorio de microbiología era un paradigma de orden, limpieza y aprovechamiento al límite de un equipamiento mínimo, pero suficiente; me sorprendían, también, los vastos conocimientos que tenía sobre microbiología y sobre la actividad de los cultivos iniciadores.

Los productos de la Cooperativa: leche pasteurizada envasada en bolsa de polietileno, quesos, yogur, kéfir, requesón, etc., eran y son referente de calidad y autenticidad en un sector, el de la industria láctea, cada vez más globalizado y controlado por empresas multinacionales más pendientes del negocio y de los resultados económicos que de cualquier otra consideración que afecte a la realidad cotidiana de los productores de leche y los consumidores de estos productos.

Visité periódicamente la Cooperativa hasta que Don Antonio cesó su actividad en la misma, hace relativamente poco tiempo. Los años no perdonan y con Don Antonio no hicieron una excepción. A pesar de su natural fuerte y entusiasta, su avanzadísima edad y su precaria salud en los últimos tiempos hicieron que tuviese que abandonar su querida Cooperativa, su obra y su actividad durante más de 50 años.

En base a diversas apreciaciones, éramos muchos los que pensábamos, y nos temíamos, que la Cooperativa tendría un futuro incierto y no iba a sobrevivir mucho tiempo tras la ausencia de Don Antonio. Los temores se confirmaron. El artículo que apareció en este mismo diario el pasado día 12 de marzo da cuenta de un modo bastante exacto de la situación actual de la Cooperativa. Debo reconocer que su lectura me produjo una enorme tristeza, no solo por el fin anunciado de la Cooperativa, sino también por el trasfondo social y económico de este hecho, que nos obliga a realizar una serie de reflexiones bastante duras y decepcionantes. En este artículo, se viene a decir que la Cooperativa se cede al mejor postor, o bien cierra su actividad de modo definitivo. En el artículo se vierte alguna información reveladora. Se comenta que las instalaciones actuales carecen de valor. Admitiendo esto como cierto, aunque con matices, la Cooperativa dispone en la actualidad de otras fortalezas. Alguna de ellas es objeto de comentario en el artículo mencionado. La Cooperativa cuenta en sus inmediaciones con decenas de hectáreas de tierra muy fértil, cuya explotación sería también un apoyo e impulso a la actividad transformadora de leche. No se hace referencia suficiente, no obstante, en este artículo a lo que, en mi opinión, es el principal activo actual de la Cooperativa, que es la fuerza de la marca Santa Mariña de Loureiro en el mercado del sector lácteo. La marca Santa Mariña de Loureiro ha gozado durante todos estos años, y lo sigue haciendo en la actualidad, de un enorme prestigio entre los consumidores de la provincia de Ourense y de otros lugares y ciudades de Galicia. Sus productos, diferenciados, absolutamente reconocibles y rebosantes de calidad, fueron y son un referente, y pioneros en nuestra Comunidad Autónoma en el ámbito de la producción y transformación láctea en régimen ecológico.

No voy a entrar en más consideraciones técnicas sobre la situación y sus causas, ni en conceptos que podrían resultar opinables y controvertidos. Reflexión aparte merece la trascendencia social y cultural de la situación que nos ocupa. Si la Cooperativa y la marca Santa Mariña de Loureiro desapareciesen, cosa ya difícilmente evitable, lo harían también con ellas un poquito de nuestra cultura, de nuestra identidad y de nuestro pasado reciente. Las pérdidas de este tipo, por mucho que pasen, o nos las hagan pasar, desapercibidas, nos hacen a buen seguro perder también una parte de nuestra identidad y de nuestras raíces, lo que, como sociedad y como comunidad, nos va a hacer más vulnerables frente a vaivenes futuros.

QOSHE - Réquiem por una cooperativa ourensana - Francisco Javier Carballo García
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Réquiem por una cooperativa ourensana

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19.03.2024

A través de la prensa, y también por otras vías, he tenido noticia de la complicada situación por la que atraviesa la Cooperativa Santa Mariña de Loureiro, un establecimiento que, desde hace casi 60 años, elabora productos lácteos en la parroquia que le da nombre en O Irixo (Ourense).

Tuve mi primer contacto con la Cooperativa, y con Don Antonio González Bernárdez, su fundador, gerente y alma mater, allá por el mes de diciembre del año 1991. Por aquellos entonces, yo era un joven profesor de Tecnología de los Alimentos que me acababa de incorporar a la Facultad de Ciencias de Ourense, procedente de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León. Por mediación de unos conocidos comunes, contacté con Don Antonio porque necesitaba una industria donde llevar a mis alumnos de la asignatura Tecnología Alimentaria para apuntalar algunos conocimientos de índole práctica.

Don Antonio era, y todavía lo es, una figura carismática y entrañable. En nuestras primeras charlas, rápidamente me puso al corriente de la génesis de la Cooperativa, de la situación de la parroquia de Santa Mariña de Loureiro antes de su creación allá por el año 1966 y de las peripecias y vicisitudes vividas en Ourense y Madrid para completar las gestiones que posibilitaron el inicio de su actividad y su financiación inicial. Don Antonio era un prodigio de actividad. Como sacerdote, regentaba la parroquia y su labor pastoral, encomiable, me consta, le dejaba tiempo para llevar la gerencia de la Cooperativa y, además, ejercer como........

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