De tanto rodar por el mundo e interpretar su papel de estadista global del universo galáctico, a Pedro Sánchez se le olvida la verdadera finalidad y obligación de la diplomacia de un presidente del Gobierno integrado en el conjunto de la Unión Europea. Porque todos sus viajes y acciones de política exterior están diseñadas en clave interna, para consumo electoral de populismo político sin alcance verdadero y consagradas al cortoplacismo del momento y a la conveniencia partidista. Verbigracia: reconocimiento del Estado palestino. Así que tras el primer ataque real de Irán a Israel en una escalada de tensión bélica sin precedentes en Oriente Próximo, el líder de occidente calificó de “acontecimientos” el lanzamiento de más de 350 misiles y drones en un nuevo tipo de guerra con preaviso que no deja de ser guerra. Semejante dislate diplomático, sin condena ni nada que se le parezca inicialmente, sólo es equiparable a los elogios de la organización terrorista Hamás a la posición del Gobierno español sobre el conflicto. Y “los acontecimientos” aludidos en el post-tuit monclovita han desencadenado justificadas críticas nacionales e internacionales que dejan a España sin más relevancia exterior que las aspiraciones personales más presidencialistas de la Historia de España desde Franco. Franco, el dictador indeseable resucitado por el sanchismo.

Pedro Sánchez está atrapado en su propio personaje, saben Dios o Mahoma por qué. Desde el Pegasus de Marruecos y el insólito cambio de posición sobre el Sáhara a los “acontecimientos” del ataque iraní a Israel, pasando por las súplicas de una reunión a Biden con aquel vergonzoso paseíllo de maletilla diplomático, estamos inmersos en la guerra de Gaza y su ambigüedad calculada impropia y extrarradio de la política comunitaria. Se aprecia una voluntad de protagonismo internacional de Sánchez que no se corresponde con el actual peso exterior de nuestro país pues, para cualquier decisión de peso, incluida la guerra de Ucrania, no es requerido por la desconfianza que genera eso que se llama sanchismo y que los socios manejan con chantaje permanente a cambio de dejarle seguir en la Moncloa unos meses más.

Los “acontecimientos” alcanzan las políticas europeas con decisiones como la dudosa ley de amnistía y siempre se pasa por el tapiz electoralista y la proyección personalista de Sánchez, quien tras el escándalo de sus tibios “acontecimientos” de guerra sin condena explícita tuvo que rectificar y condenar el ataque de Irán.

Para Sánchez no hay más “acontecimientos” que su propio bienestar político, siempre camuflado sobre gruesas mentiras y engaños que el relato oficial transforma en “cambios de posición”. En este deterioro de las reglas de juego, que rondan el abuso de poder y la devaluación de la democracia, España está sometida interna y externamente a un régimen presidencialista en el que la sociedad y los ciudadanos son meros comparsas de los intereses del Frankenstein que se trasforma por momentos en Sanchezcracia.

QOSHE - Los acontecimientos - Jenaro Castro
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Los acontecimientos

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17.04.2024

De tanto rodar por el mundo e interpretar su papel de estadista global del universo galáctico, a Pedro Sánchez se le olvida la verdadera finalidad y obligación de la diplomacia de un presidente del Gobierno integrado en el conjunto de la Unión Europea. Porque todos sus viajes y acciones de política exterior están diseñadas en clave interna, para consumo electoral de populismo político sin alcance verdadero y consagradas al cortoplacismo del momento y a la conveniencia partidista. Verbigracia: reconocimiento del Estado palestino. Así que tras el primer ataque real de Irán a Israel en una escalada de tensión bélica sin precedentes en Oriente Próximo, el líder de occidente calificó de “acontecimientos” el lanzamiento de más de 350 misiles y drones........

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