El pasado fin de semana trescientos misiles y drones lanzados contra Israel, e interceptados por ese país y sus aliados, fueron la más reciente consecuencia del salvaje golpe de Estado ultraislamista protagonizado en enero de 1979 por una banda de clérigos chiíes, con el ayatolá Jomeini a la cabeza. Con la excusa de derrocar la monarquía autoritaria se instauró un régimen político aún más autoritario. Desde entonces, Irán es uno de los peores infiernos del mundo para los derechos humanos y, en especial, los de las mujeres, las minorías religiosas y las personas LGBTI. Tengo el honor de haber podido ayudar a un destacado disidente a escapar de las garras de la dictadura teocrática y he podido conocer de cerca la realidad de la oposición clandestina y de la represión política y religiosa que el régimen ejerce contra cualquiera que no se pliegue a sus delirios. Las mujeres conducen con el pañuelo por los hombros, y cuando ven un guardia se lo suben. Hace poco hubo un altercado porque uno de tantos delatores repugnantes, movidos por el más abyecto extremismo religioso, grabó con el móvil, en un hospital de Qom, a una chica que no llevaba el dichoso pañuelo porque estaba exhausta cuidando a su hijo enfermo y su última preocupación en ese momento eran las leyes imbéciles de modestia femenina. Todos recordamos a la pobre Mahsa Amini, que corrió peor suerte.

El régimen la asesinó hace año y medio por el mismo motivo: llevaba el pelo descubierto y sufrió una paliza que finalmente le provocó la muerte, ya en el hospital. Las valientes iraníes se la juegan cada día cuando salen sin pañuelo y bailan en plena calle exigiendo su libertad. Se cuentan por cientos los presos políticos y de conciencia, siendo quizá la más significativa la activista por los derechos humanos Narges Mohamadi, galardonada el año pasado con el premio Nobel de la Paz. Aún peor suerte corren en Irán minorías religiosas como la cristiana y, sobre todo, la yazidí, sometidas al constante exterminio a manos del régimen. A las personas homosexuales, o a cualquiera que el régimen considere como tal, simplemente se les ahorca en alguna grúa. La situación de los derechos humanos en Irán es de tal nivel de calamidad que requiere mucho más que palabras de condena. El derecho internacional de injerencia humanitaria y en defensa de las libertades básicas del individuo debe primar sobre el obsoleto concepto de soberanía nacional. No importa la soberanía nacional de ese puñado de fanáticos, sino la soberanía personal de sus víctimas.

Pero además, Irán es también una constante amenaza geopolítica para el orden liberal y para la paz mundial. La primera de esas amenazas quedó bien patente cuando el propio Jomeini en persona dictó una “fatwa” que condenaba a muerte al escritor indio Salman Rushdie por su libro “Los versos satánicos”. La segunda la llevamos sufriendo de forma ininterrumpida desde los años ochenta: Irán patrocina y entrena a las peores organizaciones terroristas imaginables, desde Hamás en Gaza hasta los hutíes del Yemen, la Yihad Islámica o el “partido” en armas Hezbolá en Líbano. Y ese cáncer no se limita a Oriente Medio. La actividad iraní en América Latina ha sido y es deplorable. Entrenó durante muchos años a organizaciones terroristas como las FARC, y ahora ha tomado Bolivia como base de sus operaciones de espionaje a escala continental. El régimen de los ayatolás desoye continuamente las adevertencias de la comunidad internacional en materia de no proliferación nuclear. Recientemente se confirmó que ha logrado depurar el material radiactivo hasta el 60%. El 10% es lo normal para las centrales civiles que producen electricidad, y el 90% es el grado necesario para el armamento. Si Irán no tiene ya capacidad bélica nuclear, al menos al nivel de “bombas sucias” de baja intensidad, está sin duda muy cerca de tenerla.

¿Es Irán una potencia díscola que actúa por su cuenta? Por supuesto que no. Económicamente está prácticamente en manos de China. Militarmente, su cooperación es muy estrecha con Rusia, a la que suministra drones que matan a cientos de europeos en la Ucrania agredida por Putin. Geopolíticamente, Irán juega las cartas de China y, sobre todo, de Rusia. Y Teherán, como Moscú, nos chantajea en materia energética amenazando con una subida drástica del precio del crudo si su armada se decide a cerrar el Estrecho de Ormuz al paso de los buques cisterna. Al escribir estas líneas, Israel aún está considerando qué respuesta dar. No ha habido víctimas, pero sólo porque el escudo antimisiles y la colaboración occidental han funcionado. El objetivo iraní no era militar: eran proyectiles lanzados indiscriminadamente, como indiscriminada fue la matanza del 6 de octubre perpetrada por Hamás pero coordinada por Irán. Esto tiene que acabar. El régimen teocrático debe ser derrocado. Caerá detrás el de Assad en Siria, caerán las bandas terroristas gazatí, yemení y libanesa. Y se debilitará el poderío ruso en la región. Lo del fin de semana pasado fue una agresión a todo Occidente. Hay que responder con inteligencia, pero con extraordinaria dureza.

QOSHE - La respuesta a Irán - Juan Pina
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La respuesta a Irán

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19.04.2024

El pasado fin de semana trescientos misiles y drones lanzados contra Israel, e interceptados por ese país y sus aliados, fueron la más reciente consecuencia del salvaje golpe de Estado ultraislamista protagonizado en enero de 1979 por una banda de clérigos chiíes, con el ayatolá Jomeini a la cabeza. Con la excusa de derrocar la monarquía autoritaria se instauró un régimen político aún más autoritario. Desde entonces, Irán es uno de los peores infiernos del mundo para los derechos humanos y, en especial, los de las mujeres, las minorías religiosas y las personas LGBTI. Tengo el honor de haber podido ayudar a un destacado disidente a escapar de las garras de la dictadura teocrática y he podido conocer de cerca la realidad de la oposición clandestina y de la represión política y religiosa que el régimen ejerce contra cualquiera que no se pliegue a sus delirios. Las mujeres conducen con el pañuelo por los hombros, y cuando ven un guardia se lo suben. Hace poco hubo un altercado porque uno de tantos delatores repugnantes, movidos por el más abyecto extremismo religioso, grabó con el móvil, en un hospital de Qom, a una chica que no llevaba el dichoso pañuelo porque estaba exhausta cuidando a su hijo enfermo y su última preocupación en ese momento eran las leyes........

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