Aunque la RAE da como sinónimos creer y suponer, tengo la impresión de que hay más gente que supone, que gente que cree.

A un escritor de páginas de opinión, se le permite, cómo no, “suponer”. Suponemos a nivel socio político, a nivel cultural, a nivel científico, a nivel psicológico, o nos adentramos en el mundo de la poesía para que el lector goce de ver cómo se trocean las palabras, cómo se las aliña y se las salpimienta con imágenes que pretenden traerle al mundo de la fantasía.

Supongamos pues, pero de la forma más rigurosa posible. Las actividades propias de los tiempos de conversión, los esfuerzos en acercarse a Dios, producen no sólo el llamado arrepentimiento, sino una conversión profunda. Las oraciones repetitivas, los ritmos monocordes y estructurados, los ayunos y abstinencias, esos tiempos de los ejercicios espirituales combinados con el silencio, hacen que la persona vuelva sobre sí. Incluso que vivencie una experiencia mística.

Si le parece increíble revise los poemas de numerosos santos como Juan de la Cruz, como Teresa de Jesús, y más modernamente los de Fray María Rafael Arnaiz. En todos ellos se logra extremar la sensibilidad y penetrar en ese diálogo del ser humano con la divinidad. Cada ser humano se estremece de manera diferente.

Muchos críticos literarios no lo han comprendido y hacen interpretaciones en las que achacan al amor humano lo que verdaderamente es amor, pero amor transcendido. Ese en el que no se le pide nada al amado: …no me tienes que dar porque yo te quiera…

Pero… ¿Cabría convertirse de otra manera? Podríamos convertir un no creyente en un santo. Existe una zona cerebral que toqueteada de la manera más científica posible puede cambiar la urdimbre de nuestros afectos. Eso supone un mundo extraordinario.

Haría posible que quien presenta un encefalograma impío, lejano de los asuntos religiosos, se convierta al instante en una persona capaz de captar los mensajes que se ocultan en los libros sagrados. Comenzaría a sentir conexiones con la divinidad y capaz de conectarse con el mundo del más allá, que como sabemos habita, casi siempre en nuestro más acá. En el fondo de nuestro corazón. Y hablando con propiedad, en la amígdala, esa cosa minúscula en la que habita nuestra memoria emocional.

La neurociencia explica, con ya notable fundamento, que existe en la vida de cualquier ser humano, una constante interconexión entre sus emociones (que guarda en la amígdala) y la razón (propia del neocórtex).

Ese equilibrio es seguramente la base de la felicidad que siente una pareja, un monje, un labrador o un santo.

Una postura rígida, propia de un pensamiento inflexible, seguirá manteniendo que las experiencias religiosas están más allá de las exploraciones científicas.

Yo, que soy un cándido y un crédulo, supongo que, si a Dios lo podemos descubrir tan fácilmente en la zona del lóbulo temporal, posiblemente sea porque aún guardamos biológicamente su huella dactilar, el dactilograma de Dios. Es un vestigio de cuando el Creador nos formó, a cada uno, paciente y minuciosamente tal y como somos.

En las zonas del lóbulo temporal residen, déjeme decírselo, las huellas de las manos del Creador.

QOSHE - El dactilograma de Dios - Plácido Blanco Bembibre
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El dactilograma de Dios

23 0
03.03.2024


Aunque la RAE da como sinónimos creer y suponer, tengo la impresión de que hay más gente que supone, que gente que cree.

A un escritor de páginas de opinión, se le permite, cómo no, “suponer”. Suponemos a nivel socio político, a nivel cultural, a nivel científico, a nivel psicológico, o nos adentramos en el mundo de la poesía para que el lector goce de ver cómo se trocean las palabras, cómo se las aliña y se las salpimienta con imágenes que pretenden traerle al mundo de la fantasía.

Supongamos pues, pero de la forma más rigurosa posible. Las actividades propias de los tiempos de conversión, los esfuerzos en acercarse a Dios, producen no sólo el llamado arrepentimiento, sino una conversión profunda. Las oraciones repetitivas, los ritmos monocordes y estructurados, los ayunos y........

© La Región


Get it on Google Play