Si miro a través del cristal de mi ventana me gusta lo que observo. Con el frio se crea ese vapor cuando respiro y cuando los que respiran son ellos, los árboles despojados de su verdor, de su amarillez, de sus floripondios, se crea otro vapor al que llamo niebla.

Este invierno viene lentamente y arrastrando sus pies de nieve y hielo. Yo lo presiento desde este noviembre y miro cómo viene cubierto de canas y cómo con ese frio viento se pone a desnudar los árboles pudorosos y a congelar las fuentes o los regueros.

Implacable viene cada diciembre, mojado por la nevisca e impertinente. Antes también vino, es su costumbre recurrente. Volverá al año que viene y al otro y volverá siempre. Me pregunto por qué si vuelve no trae también a nuestra gente. Aquella que estuvo aquí mismo, aquella que se calentaba a nuestra lumbre, contaba historias y brindaba con nosotros con un chisco de aguardiente.

El invierno tiene un cuchillo y nos corta las orejas con tanto frío. Y nos tapamos mucho con gabanes, con bufandas y con abrigos. Con anoraks, pasamontañas y guantes gordos de algodón. Con las botas de goma, sudaderas y calefacción. Rechinan los dientes, tiritamos en un rincón y pasa una estrella y los tres reyes y un señor de hojalata que toca, ron pon-pon, el tambor.

A dónde irán sus majestades si aún no nació el Señor…y hasta el veinticinco hay mucho tiempo para preparar el abeto, los confetis, los turrones, las pasas, los mazapanes, las luces de colores. Me han dicho que se van a la playa a recibir a unos niños que vienen navegando en una barca. Creo que vienen de unos lugares en los que el hambre nunca se apaga.

Prometo que no ha de faltarles el villancico en esta Navidad y cantaremos esa estrofa insólita en la que afirmamos al compás, que nosotros y qué pena, ya no volveremos más. Alguien recibirá una postal de cartón que colgarán sobre la chimenea, al lado del papel de charol tan reluciente, en el que habrán pintado un niño Jesús, un san José y una Virgen bendita calentándose, con una fogata, como simples pordioseros, migrantes, pobres de solemnidad, bajo su puente.

Ojalá el invierno traiga, como es su costumbre, la Navidad. Es imprescindible que llegue pronto, súbitamente, sin esperar. Que alguien ha robado del mundo eso a lo que acostumbramos a llamar Paz.

Ahora mismo, las guerras que no se paran van cambiando de nombre y explosionan las bombas, disparan bazookas, y llevan a los más pequeños a dormir temblando en los agujeros y las cunetas. El miedo mancha el invierno con gases que asfixian, napalm, y el tableteo horrendo de las armas más modernas.

La luz, esta mañana, entra en mi habitación estremecida y posándose sobre cada mueble. Jurarías que no es luz sino una araña pálida. Dejas que te inunde y ya no eres tú sino una copia, un holograma lleno de nostalgia.

Sólo has de cerrar los ojos para que, con el invierno, ese del que te aviso que está llegando, que vendrá luego, se produzca la magia: tu madre aún está, créetelo, en la cocina y prepara unos huevos fritos con patatas, riquísimo manjar. A que… te parece que fue ayer cuando era invierno y llegabas de la universidad y le plantabas un beso, ¿cómo un beso?… un besazo sin más ni más.

Invierno efímero y permanente. Por favor, deja que nieve.

QOSHE - Invierno efímero - Plácido Blanco Bembibre
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Invierno efímero

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26.11.2023

Si miro a través del cristal de mi ventana me gusta lo que observo. Con el frio se crea ese vapor cuando respiro y cuando los que respiran son ellos, los árboles despojados de su verdor, de su amarillez, de sus floripondios, se crea otro vapor al que llamo niebla.

Este invierno viene lentamente y arrastrando sus pies de nieve y hielo. Yo lo presiento desde este noviembre y miro cómo viene cubierto de canas y cómo con ese frio viento se pone a desnudar los árboles pudorosos y a congelar las fuentes o los regueros.

Implacable viene cada diciembre, mojado por la nevisca e impertinente. Antes también vino, es su costumbre recurrente. Volverá al año que viene y al otro y volverá siempre. Me pregunto por qué si vuelve no trae también a nuestra gente. Aquella que estuvo aquí mismo, aquella que se calentaba a........

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