Acabamos de celebrar el 45 aniversario de nuestra Constitución, un día propicio para hablar de las bondades de esa ley de leyes que nos ha permitido convivir en paz, progresar y transformar una España que, tras una larga dictadura, desembocó en una democracia plagada de incógnitas. Todo se improvisó en aquel tiempo de cambios y de necesidad de consenso, es decir, de renuncias de todos para acordar lo mínimo y avanzar superando diferencias. Eso hizo que un 87,8% de los ciudadanos respaldaran la Constitución de 1978 que se convirtió en el punto de encuentro de todos y en el pilar de la convivencia. ¿Todo fue perfecto en la Transición? Pues no, pero tampoco fue el desastre que algunos quisieron hacernos creer y que hoy naufragan en sus propias contradicciones. Lo mejor de nuestra Constitución es que nace de la tolerancia y el respeto cívico al que piensa diferente. Y, lo más importante, que acoge y garantiza los derechos incluso de quienes la niegan, incumplen o quieren destruirla. 45 años después el sistema político nacido de la Constitución debe ser el pilar de nuestro futuro.

Mirar de dónde venimos resulta gratificante al menos para esa parte de los españoles que tenemos una cierta edad y, por tanto, memoria del pasado más reciente. Quizá por eso debemos advertir que ni el tiempo pasado fue mejor, ni tampoco los políticos de antes éramos tan estupendos. El pasado fue distinto y los políticos, improvisados porque no había, fuimos diferentes (que no mejores) y tuvimos que afrontar retos distintos a los actuales. Si no es bueno desdeñar el pasado tampoco es conveniente ensalzarlo más de lo debido. Tampoco es bueno hablar con prepotencia desde el pasado vivido porque sería una muestra de desconfianza en las generaciones que nos han sucedido y que deben ejercer su propio protagonismo en el tiempo que les toca. Creo que España está hoy mejor que hace 45 años en todos los parámetros, es la contribución colectiva de todos.

Aunque hoy España no es un desastre ni está en el infierno de su historia, sí que está viviendo en una hoguera de vanidades, insultos y descalificaciones muy peligrosa. Yo que he visto confraternizar a políticos después de romper de un puñetazo una mesa en una discusión acalorada, no he visto nunca tanta falta de respeto al adversario, tanto insulto, tanta exageración y odio o tanta falta de educación en la sede de la soberanía popular como ahora. Los ciudadanos queremos soluciones a nuestra sanidad, educación, pobreza, etc. Pero el frentismo, la violencia verbal y la incapacidad de llegar a acuerdos es el mayor error de este nuevo tiempo. La democracia y el sistema pueden descarrilar en la vía de la decepción ciudadana que se respira. Se necesitan menos pirómanos y más bomberos de la palabra que hagan que el insulto sea inconstitucional.

QOSHE - 45 Aniversario - María Antonia San Felipe
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45 Aniversario

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09.12.2023

Acabamos de celebrar el 45 aniversario de nuestra Constitución, un día propicio para hablar de las bondades de esa ley de leyes que nos ha permitido convivir en paz, progresar y transformar una España que, tras una larga dictadura, desembocó en una democracia plagada de incógnitas. Todo se improvisó en aquel tiempo de cambios y de necesidad de consenso, es decir, de renuncias de todos para acordar lo mínimo y avanzar superando diferencias. Eso hizo que un 87,8% de los ciudadanos respaldaran la Constitución de 1978 que se convirtió en el punto de encuentro de todos y en el pilar de la convivencia. ¿Todo fue perfecto en la Transición? Pues no, pero tampoco fue el desastre que algunos quisieron........

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