Hace tiempo que las sesiones parlamentarias (Congreso y Senado) resultan vergonzosas para cualquiera con dos dedos de frente y un poco de sensibilidad democrática. Creen algunos que sólo se es buen orador si se es un gran insultador. Pero el insulto no puede ser el alimento intelectual de la política porque la desnuda de su esencia. La política debe servir para mejorar nuestras vidas y nuestra sociedad, no para alimentar vanidades o solucionar la vida profesional de quienes no tienen más mérito demostrado que la habilidad para ofender al contrario. Estamos hasta el moño de la pobreza intelectual del «y tú más y peor».

Viendo a sus señorías (y a amenazadores jefes de gabinete) perder a diario los papeles y la compostura una se pregunta si en el Parlamento en vez de la soberanía popular reside la mediocridad, la cutredad y la estupidez infinita que degradan al ser humano y desacreditan la política. En los Parlamentos ya no hay respeto ni educación. Se insultan sin sonrojo y además se aplauden entre ellos creyéndose maestros del ingenio y la oratoria.

Estoy con Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, que ha denunciado en el último pleno que el espectáculo resultaba lamentable, en una «vergonzosa y nada edificante» sesión. Olvidan los insultadores que vivimos momentos difíciles y con mucha incertidumbre. Existe el riesgo de que el mundo que conocemos se desplome ante nuestros ojos y nuestra relativa tranquilidad se convierta en calamidad. Ahí tenemos la terrible masacre de Gaza. Las amenazas explícitas del imperialismo de Putin que acaba de obtener un cheque en blanco para prolongar su régimen autoritario. El secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, ha advertido: «No nos engañemos, Putin no se detendrá en Ucrania». Trump puede ganar las próximas elecciones y se convertirá en el mejor aliado de un Putin al que envidia. Por si fuera poco, en Europa las democracias iliberales o dudosamente democráticas son el sueño de movimientos populistas de extrema derecha. A esta larga lista podemos añadir nuestras cosas cotidianas olvidadas por sus señorías y por sus asesores aúlicos entregados a la amenaza y a la fabricación de embustes.

La política debe servir para cambiar las cosas a mejor no para empeorar la convivencia alentando el odio y la falta de respeto. La política no pasa por torturar al ciudadano para que se desentienda de ella sino todo lo contrario. Decía Machado, que había que huir de púlpitos y pedestales para no perder «el contacto con el suelo, porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura». Sus señorías han perdido el contacto con el suelo en el que vivimos los ciudadanos. Corren el riesgo de que terminemos por creer que el Parlamento está siendo ocupado por seres gigantes de la injuria pero enanos de inteligencia.

QOSHE - Insultadores - María Antonia San Felipe
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Insultadores

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23.03.2024

Hace tiempo que las sesiones parlamentarias (Congreso y Senado) resultan vergonzosas para cualquiera con dos dedos de frente y un poco de sensibilidad democrática. Creen algunos que sólo se es buen orador si se es un gran insultador. Pero el insulto no puede ser el alimento intelectual de la política porque la desnuda de su esencia. La política debe servir para mejorar nuestras vidas y nuestra sociedad, no para alimentar vanidades o solucionar la vida profesional de quienes no tienen más mérito demostrado que la habilidad para ofender al contrario. Estamos hasta el moño de la pobreza intelectual del «y tú más y peor».

Viendo a sus señorías (y a amenazadores jefes de gabinete) perder a........

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