Los 326 incendios forestales que se han presentado hasta el momento han afectado 217 municipios y han consumido 17.443 hectáreas de vegetación. El gobierno activó una sala de crisis nacional para actuar frente a esta emergencia, en la que seis departamentos y 35 municipios han declarado calamidad pública.

Para entender las causas de los incendios, cómo darles manejo y qué tanto tiene que ver esto con el cambio climático o con la deforestación La Silla Académica entrevistó a dos expertos.

Dolors Armenteras, profesora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional. Armenteras, es reconocida por su profundo conocimiento en ecología del paisaje y biología de la conservación. Su investigación pionera en la deforestación y los incendios forestales, paisajes multifuncionales y biodiversidad bajo el cambio climático ha influido significativamente en políticas y prácticas de conservación en Colombia y Latino América.

Armenteras es coautora de la evaluación global de las Naciones Unidas Propagándose como un incendio forestal: la creciente amenaza de incendios excepcionales en paisajes donde se enfatiza la necesidad de revisar, reducir y prepararse para reducir el riesgo, previo a la respuesta y atención ante los incendios. Ha advertido también sobre el aumento de megaincendios en nuestro continente si no se mejora la gestión del territorio.

Y Stijn Hatson, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario. Hatson ha estudiado el comportamiento de los incendios forestales a nivel global, en zonas como California, y su relación con el cambio climático, y ha hecho monitoreo al comportamiento de incendios en el mundo. Actualmente investiga sobre el impacto de los incendios en los páramos en Colombia.

Hatson es autor de artículos como El área quemada globalmente se explica cada vez más por el cambio climático y de textos de divulgación como Chispas, cambio climático y actividades humanas. El triángulo de fuego que está quemando nuestros ecosistemas.

La Silla Académica: ¿Cuáles son las condiciones que están provocando los incendios que hemos visto estos días en el país?

Armenteras: Para que se de un incendio o un fuego menor tienen que darse tres condiciones, la primera, una condición de temperatura y humedad. Tiene que haber baja humedad, o sea que el clima tiene que estar muy seco y tiene que haber temperaturas elevadas. El segundo de los elementos del triángulo de factores que ocasionan un fuego es que se necesita material que se queme, es decir, un combustible. Y, tercero, se necesita una chispa o fuente de ignición.

En el caso de los incendios forestales, el combustible se compone de material vegetal natural, su origen puede ser natural, nativo o exótico, pero tanto la biomasa, material vivo, como la necromasa, material vegetal muerto, pueden forman parte del combustible potencial que puede quemarse, etc.

Un árbol vivo, si está muy seco, puede quemarse y alimentar un incendio. Es decir, potencialmente toda vegetación es combustible bajo ciertas condiciones climáticas. No se origina un incendio si no hay una chispa o causa de ignición. Ahí entra la mano del hombre, pues la mayoría de las chispas provienen de personas que intencionalmente o no generan una ignición.

Las condiciones del clima ya estaban cantadas. Desde hace meses se sabía que a comienzos de año estaríamos pasando por un fenómeno de El Niño, y que eso haría más seca una temporada que, normalmente, ya es bastante seca.

Hatson: Aunque ecosistemas como el páramo, la sabana del llano y a lo mejor los bosques secos de algún modo siempre tuvieron incendios, desde el punto de vista evolutivo, los incendios que están pasando ahora no tienen nada que ver con algo natural, porque son prendidos por humanos. No ha habido causas naturales, como rayos, que son casi que la única forma natural de producir incendios.

Lo que se está quemando son, más que nada, especies exóticas como pinos y eucaliptos; ahí hay poca vegetación natural. La causa es la combinación de plantar árboles que son muy propensos a quemarse y una época súper seca, más intensa de lo normal por el fenómeno de El Niño.

La Silla Académica: ¿Cómo contribuye la intervención humana en causar estos incendios en Colombia?

Armenteras: En la Amazonía los incendios mayoritariamente son provocados por la deforestación, pues para facilitar la limpieza de terrenos, posterior a la tumba utilizan gasolina y queman árboles cortados, pero muchas veces esto se les sale de control y penetra en los bosques en pie, causando degradación adicional de los bosques aledaños. Comúnmente otras causas son las quemas de basuras, cuando se hacen en temporadas secas, de alto riesgo, en las que el fuego puede salirse más rápido de control o por causas como fogatas, etc.

El porcentaje de fuegos naturales en Colombia es muy bajo. Algunos pueden pasar por los rayos o por las tormentas secas que pueden darse en zonas de páramo o en zona de sabanas ocasionalmente. Creo que nadie lo ha cuantificado realmente, pero es claro que la mayor parte de los incendios son por intervención humana directa o indirecta, con o sin intencionalidad.

En Colombia no hemos documentado casos de pirómanos. En España y en Europa hay muchos casos de personas que derivan placer de prender fuego.

La Silla Académica ¿Qué tanta relación hay entre el cambio climático, el fenómeno de El Niño y estos incendios?

Armenteras: El clima tiene una estacionalidad. En unos sitios es más fuerte, en otros sitios es menos fuerte. El cambio climático lo que está haciendo es exacerbar los extremos en esas estacionalidades. Es decir, las temporadas son más secas y más fuertes. Todo, en general, se vuelve más extremo. Entonces, claro que tiene relación.

Es cierto que el cambio climático es un fenómeno muy complejo que no podemos controlar desde lo local tan fácil, pero sí sabemos cuándo se viene una estación seca, por lo que sí hay posibilidades de prepararse y de anticiparse a esas condiciones. Sabemos, por ejemplo, que febrero es un mes que normalmente es peor para los incendios del país, por lo que el mes que viene también va a ser duro. Pero eso estaba anticipado, ya lo sabíamos.

Lo que tenemos ahora es un coctél molotov porque al clima seco normal se le suma el factor del clima exacerbado por el cambio climático, y a eso se añade el fenómeno de El Niño. Todo esto es un ciclo que hace que el incendio contribuya más al cambio climático, pues el incendio supone la liberación de carbono y destruye ecosistemas que en otras condiciones deberían estar captando carbono, guardando humedad y protegiendo los suelos.

Una de las consecuencias del cambio climático es que se están alargando las temporadas secas y están siendo más secas. Normalmente en Colombia la temporada seca es de diciembre a marzo. El fenómeno del niño venía en promedio cada siete años más o menos, y también se ha alterado.

En el reporte que hicimos, en el que fui co-autora, Spreading like Wildfire, de Naciones Unidas, hay una proyección de un incremento del 50% de los incendios a nivel global. Lo global sirve de indicador, pero tienes que ver el contexto local, que no lo conocemos

Hatson: Para un incendio en concreto es muy difícil determinar esa relación, pero a escala global sí lo hemos intentado cuantificar. Lo que hicimos fue crear un registro climático hipotético sin cambio climático y uno con cambio climático. Y ahí corrimos unos modelos que intentan simular la ocurrencia del fuego a escala global. Lo que esto nos mostró es que se estima que el área quemada está como un 16 o 18% por encima de lo que veríamos sin cambio climático.

Localmente, no es solo el cambio climático. Estamos plantando otras especies, por ejemplo. Eso lo ignoramos en este estudio. En Colombia, la diferencia entre un año y otro por el impacto del fenómeno de El Niño o de La Niña es más grande que la diferencia de un año a otro por el cambio climático. El Niño está empeorando por el cambio climático, y está creando una época de sequía muy llamativa. Eso se suma a las especies como el pino, que crea una capa de material orgánico muy seca, lista para quemarse.

La Silla Académica: ¿Bogotá es una zona sensible al fuego o es una zona no sensible al fuego?

Hatson Si pensáramos en Bogotá sin humanos, habría mucho más bosque alto andino aquí. Esto normalmente no se quema. En los páramos, como a los 3.000 metros, hay registros de que ocurrieron incendios naturales, pero no sabemos la frecuencia de su ocurrencia natural, solo sabemos que había fuego. No sabemos mucho sobre cómo ha influido eso en temas de presión evolutiva para adaptarse al fuego. Aunque hay ciertas especies del páramo que tienen cierta adaptación, en general, se sabe muy poco sobre cómo influye el fuego en el funcionamiento del ecosistema de alta montaña de los Andes.

La Silla Académica: ¿De qué forma han contribuido especies invasoras a los incendios? ¿hay sorpresas de que haya incendios en una zona que retiene mucha humedad?

Armenteras: En Bogotá los cerros están llenos de especies exóticas e invasoras. Son especies que vienen de afuera, que no son naturales de esos cerros ni del país, como especies de eucalipto, pino o el retamo espinoso, una invasora con alta inflamabilidad.

Estas plantas evolucionaron con el fuego, es decir, tienen mecanismos para sobrevivirlo. Por ejemplo, el eucalipto tiene una corteza gruesa, unas hojas con más aceites. Estas especies se chupan toda el agua, son muy agresivas en sus estrategias para sobrevivir al fuego. Las hojas del pino, se llaman las acículas, prenden muy rápido y sirven como combustible delgado.

Las hojas de eucalipto, además de ser muy combustibles, se acumulan mucho en el suelo y no dejan crecer otras cosas, por lo que el suelo va acumulando una gran carga potencial de combustible en capas densas de hojas que ayudan a propagar el fuego muy fácil.

El pino, por ejemplo, tiene una estrategia para sobrevivir al fuego: la piña, de donde salen las semillas, explota después del fuego, entonces se regenera y eso contribuye a un ciclo, porque son especies que se regeneran rápidamente después de un incendio. Al tiempo generan más combustible para el siguiente incendio, y así la intensidad va aumentando.

La Silla Académica: ¿Qué cosas se podrían hacer para evitar nuevos incendios?

Armenteras: Sobre eso hay muchas cosas que se podrían hacer. Es lo que usualmente se conoce como gestionar el bosque o el territorio. Si ya sabes que hay unas zonas de mayor riesgo de incendios, por ejemplo hay senderos cercanos donde la gente bota basuras, colillas, etc, entonces esas áreas se deben priorizar para ser estudiadas y determinar en ellas los factores que pueden propiciar más fácil un incendio.

Aparte de mejorar lo que los bomberos y demás cuerpos hacen, esta gestión del bosque pasa por podar las áreas, los árboles y sus ramas. En Bogotá se podrían utilizar técnicas como cortafuegos, remoción manual, etc. Depende mucho de cada ecosistema. Hay sitios donde mantener bien el bosque implica mantener la humedad, ya que al estar más húmedos el fuego no entra y no quema.

Incluso uno podría quemar, si la ley lo permitiera, en épocas en las que no es tan riesgoso con el objetivo de disminuir el volumen de combustibles vegetales y así ayudar a que si hay una ignición está sea mas fácil de controlar. Esa técnica se conoce como quemas prescritas o controladas, pero en el país no se utilizan normalmente.

Hatson: Cada zona es muy distinta, pero específicamente en Bogotá la prevención tiene mucho que ver con quitar estas masas gigantescas de pinos y eucaliptos a los que les encanta el fuego y, parcialmente, plantar zonas con más especies nativas que podrían bloquear un poco el fuego porque se queman menos y que beneficien la conservación de la biodiversidad. No es que estos nuevos árboles no puedan quemarse, pero lo hacen mucho menos. Tampoco es una buena idea dejar el suelo desnudo, ya que cuando llueve provoca deslizamientos y erosión del suelo que llega a los ríos.

Hoy en día se nota que haber plantado pinos y eucaliptos causa problemas, lo hicieron con muy buena intención pero tiene la consecuencia de que aumenta el riesgo a los incendios.

La Silla Académica: ¿Qué muestra el monitoreo global de incendios que usted y sus colegas han hecho?

Hatson: Para el ecosistema de la sabana, en los últimos 24 años, a escala global, hemos visto una disminución de incendios. Pero si pensamos en los ecosistemas de bosques, hay un aumento.

Estimamos con unos colegas que hace 100 años hubo más incendios que hoy en día. La disminución tiene que ver con un tema de manejo de la vegetación y el uso del suelo.

Hay una visión muy negativa sobre el fuego. Por ley está casi prohibido quemar en Colombia. No se puede utilizar el fuego para manejar el territorio. En ciertos ecosistemas esto está muy bien, pero en otros como las sabanas se puede hacer más daño ecológico al no quemar. Es importante entender cómo funciona el fuego en conjunto con el ecosistema particular, pero de eso se sabe todavía muy poco.

Una persona ve un parche quemado y piensa que es horrible, pero, quizás si no dejamos que los incendios ocurran se empobrece el ecosistema porque se homogeniza. En algunos ecosistemas cuando no quemas se acumula biomasa y la quema después puede ser mucho más intensa. En los lugares en los que hay especies colonizadoras la quema podría enriquecer si lo vemos a nivel del paisaje.

Hoy en día la gente piensa que todos o casi todos los fuegos son malos, porque son artificiales, causados por los humanos y que tenemos que quitarlos. Y eso se entiende, pero puede ser una visión un poco simplista.

La Silla Académica: ¿Cuánto pueden tardarse los cerros o, por ejemplo, el páramo de Berlín (Santander) en recuperarse? ¿Eso lo podemos cuantificar? ¿De qué manera se hace esa calificación del impacto?

Armenteras: En un estudio en el que participé con otros colegas mostramos que se había quemado un porcentaje altísimo del páramo de Sumapaz, pero también se ve que se ha ido recuperando. El páramo tiene mucho carbono en el suelo y por eso se quema cuando hay temporadas muy secas. Entonces, según el estudio, en varias décadas, el páramo puede recuperarse. Esto se logra por el tipo de vegetación que depende de las especies y el contexto.

También depende de la intensidad del incendio y de la historia misma del ecosistema, si ha estado más expuesto o no al fuego en su historia evolutiva. Para poder responder esta pregunta se necesita ciencia de largo plazo, monitoreo no sólo sobre cómo funciona cada ecosistema, sino entender también lo que pasa, por ejemplo, después de que se acaba el fuego.

La recuperación se puede medir de muchas formas: en términos de diversidad, en cantidad de biomasa, en almacenamiento de carbono, etcétera.

La Silla Académica: ¿Qué podemos hacer y cómo podemos no empeorar la situación?

Hatson: No botar colillas, no hacer fogatas, eso para la minoría que hace estas cosas. El viento puede ser positivo porque, aunque permite la propagación del incendio, también se lleva el humo afuera. En lugares cercanos a los incendios es importante tener las ventanas cerradas y llevar tapabocas N95.

Aunque hay que buscar soluciones, estas son de largo plazo, como el manejo de la tierra y la organización territorial de los cerros. Hay que pensar en tener multifuncionalidad, biodiversidad y producción forestal.

La Silla Académica: ¿Será recurrente ver una temporada de incendios?

Hatson: Es difícil determinar esto. Cada año hay época seca y cada época seca tiene riesgo de incendios. Es más, casi cada año hay algún incendio, esto no es algo totalmente nuevo. Lo que los hace más pequeños o más grandes es la intensidad de la temporada. Esta vez hay muchos y muy intensos porque la sequía es muy alta al coincidir con el fenómeno de El Niño, que se produce cada cuatro a siete años normalmente.

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“El Niño, especies invasoras y cambio climático explican los incendios”

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28.01.2024

Los 326 incendios forestales que se han presentado hasta el momento han afectado 217 municipios y han consumido 17.443 hectáreas de vegetación. El gobierno activó una sala de crisis nacional para actuar frente a esta emergencia, en la que seis departamentos y 35 municipios han declarado calamidad pública.

Para entender las causas de los incendios, cómo darles manejo y qué tanto tiene que ver esto con el cambio climático o con la deforestación La Silla Académica entrevistó a dos expertos.

Dolors Armenteras, profesora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional. Armenteras, es reconocida por su profundo conocimiento en ecología del paisaje y biología de la conservación. Su investigación pionera en la deforestación y los incendios forestales, paisajes multifuncionales y biodiversidad bajo el cambio climático ha influido significativamente en políticas y prácticas de conservación en Colombia y Latino América.

Armenteras es coautora de la evaluación global de las Naciones Unidas Propagándose como un incendio forestal: la creciente amenaza de incendios excepcionales en paisajes donde se enfatiza la necesidad de revisar, reducir y prepararse para reducir el riesgo, previo a la respuesta y atención ante los incendios. Ha advertido también sobre el aumento de megaincendios en nuestro continente si no se mejora la gestión del territorio.

Y Stijn Hatson, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario. Hatson ha estudiado el comportamiento de los incendios forestales a nivel global, en zonas como California, y su relación con el cambio climático, y ha hecho monitoreo al comportamiento de incendios en el mundo. Actualmente investiga sobre el impacto de los incendios en los páramos en Colombia.

Hatson es autor de artículos como El área quemada globalmente se explica cada vez más por el cambio climático y de textos de divulgación como Chispas, cambio climático y actividades humanas. El triángulo de fuego que está quemando nuestros ecosistemas.

La Silla Académica: ¿Cuáles son las condiciones que están provocando los incendios que hemos visto estos días en el país?

Armenteras: Para que se de un incendio o un fuego menor tienen que darse tres condiciones, la primera, una condición de temperatura y humedad. Tiene que haber baja humedad, o sea que el clima tiene que estar muy seco y tiene que haber temperaturas elevadas. El segundo de los elementos del triángulo de factores que ocasionan un fuego es que se necesita material que se queme, es decir, un combustible. Y, tercero, se necesita una chispa o fuente de ignición.

En el caso de los incendios forestales, el combustible se compone de material vegetal natural, su origen puede ser natural, nativo o exótico, pero tanto la biomasa, material vivo, como la necromasa, material vegetal muerto, pueden forman parte del combustible potencial que puede quemarse, etc.

Un árbol vivo, si está muy seco, puede quemarse y alimentar un incendio. Es decir, potencialmente toda vegetación es combustible bajo ciertas condiciones climáticas. No se origina un incendio si no hay una chispa o causa de ignición. Ahí entra la mano del hombre, pues la mayoría de las chispas provienen de personas que intencionalmente o no generan una ignición.

Las condiciones del clima ya estaban cantadas. Desde hace meses se sabía que a comienzos de año estaríamos pasando por un fenómeno de El Niño, y que eso haría más seca una temporada que, normalmente, ya es bastante seca.

Hatson: Aunque ecosistemas como el páramo, la sabana del llano y a lo mejor los bosques secos de algún modo siempre tuvieron incendios, desde el punto de vista evolutivo, los incendios que están pasando ahora no tienen nada que ver con algo natural, porque son prendidos por humanos. No ha habido causas naturales, como rayos, que son casi que la única forma natural de producir incendios.

Lo que se está quemando son, más que nada, especies........

© La Silla Vacía


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