“Cuidemos el 26”, dijo el presidente, Gustavo Petro, al cierre de uno de sus discursos en Tumaco hace poco más de una semana en su vista al Pacífico, “no pueden devolverle el poder a quienes lo tenían”, agregó. Así dio Petro un inicio precoz a la campaña presidencial de 2026, que ya está en boca de los interesados en la política a pesar de que faltan más de dos años.

“Ya me han hablado cinco. Es ridículo”, dice Ángel Beccassino, estratega de campaña de Gustavo Petro y de Rodolfo Hernández. Beccassino se guarda los nombres de los clientes prospectivos, en una carrera que está en pañales, pero de la que ya se desprenden cinco grandes preguntas claves que se empezarán a resonder este año.

Respuesta corta: No.

No hay ningún indicio para pensar que el presidente tenga planes de amarrarse a la Casa de Nariño. Para comenzar, ha dicho varias veces sentirse decepcionado de la experiencia y aburrirse en los corredores fríos de Palacio, además de sus males de salud. Y no ha hecho ninguna movida conducente a proponer una reforma constitucional para permitir su reelección.

El camino de una Asamblea Constituyente tampoco se ve probable, con los bajos niveles de popularidad del presidente. Y el camino de quedarse, violando la Constitución —el miedo que tenían muchos de que siguiera los pasos del chavismo—, tampoco se ve probable pues, entre otras cosas, Petro quiere jugar un rol internacional y no ser un paria.

Hay un solo camino que podría abrirse y es vía un acuerdo definitivo con el ELN que desemboque en una Asamblea Constituyente, como un hecho político extra institucional similar al de la séptima papeleta. Pero para eso se necesitaría que la guerrilla avanzara a un ritmo inédito, que Petro quisiera quedarse y que el proceso ganara una legitimidad de la que hoy carece. Tres variables difíciles de converger.

Respuesta corta: no parece.

Dependiendo del nivel de desgaste del presidente, sus resultados y popularidad el candidato de la izquierda será o no “el que diga Petro”. En el pasado, Petro ha usado con mucha discreción ese poder. Cuando impuso la candidatura de Holman Morris, a la Alcaldía de Bogotá, en 2019, o con Gustavo Bolívar, también Bogotá, en el 2023.

“Petro no es disciplinado, no trabaja, no tiene capacidad de organización”, dice Camilo Rojas, consultor político que ha llevado varias campañas. “La prueba de fuego fueron las regionales, y no hubo línea estratégica de nada, y perdieron”, agrega.

Una persona que trabaja dentro del gobierno, que pide no publicar su nombre para hablar con candor de la situación interna, va por la misma línea: “ya Petro fue lo que fue, y hay que pensar más allá”. Incluso desde adentro ven a un presidente con pocas posibilidades de definir su sucesor. “El próximo presidente progresista será si y sólo si surge una alianza entre el Pacto Histórico, el Verde, el partido de La U y el Liberal. Para que eso ocurra tiene que haber un candidato progresista que no sea de izquierda”. En ese escenario la figura del presidente puede ser más un lastre.

Este año será clave para afianzar o cambiar esta percepción. El gobierno tiene una chequera histórica, una apuesta ambiciosa de economía popular y subsidios, y el poder del podio presidencial. En contra, lidia con el escándalo de corrupción de su hijo, la investigación a la financiación de su campaña, y la sucesión de errores autoinfligidos.

En el panorama del Frente Amplio, del que ha comenzado a hablar el presidente, hay nombres dentro del gobierno y con la ventaja que da la distancia del servicio exterior.

En esa lista suena Luis Gilberto Murillo, el embajador en Washington, quien fue fórmula de Sergio Fajardo. Tiene en contra que es candidato para reemplazar al canciller Leyva lo que le quitaría la ventaja de estar afuera de Colombia.

También Roy Barreras, embajador en el Reino Unido, que tiene partido propio y audacia política, pero un aura de “lagarto difícil de sacudir”, según Beccassino. Los otros nombres que aparecen son los de Jorge Rojas, en Bruselas, Camilo Romero, del Verde, en Buenos Aires, y Guillermo Rivera, en Brasil, cercano a Juan Fernando Cristo de En Marcha.

Por fuera del gobierno, y con capacidad de jugar en ese frente amplio, hay dos figuras importantes: Daniel Quintero y Carlos Caicedo. Ambos tienen líos judiciales que hacen incierto su futuro político.

Por otro lado, para que Petro pueda poner un candidato tiene un escollo adicional: la fragmentación de la izquierda. Una lista del Pacto Histórico no se puede repetir, a no ser que los distintos partidos renuncien a su personería jurídica y se unan en una sola tolda. En ese escenario más improbable, que pasa por una reforma política, el dedo nominador de Petro tiene unos nombres que ya concursan: María José Pizarro, David Racero, Gustavo Bolívar, Susana Muhamad y Guillermo Alfonso Jaramillo. Su viabilidad corre la misma suerte del gobierno y la capacidad de ejecución del presidente.

Respuesta corta: ni idea

Serlo garantiza plata, amigos en los medios, y tener el sello (bueno para unos y malo para otros) que da el estatus quo. Ser el candidato del establecimiento no es garantía de nada, como ilustran las campañas de Federico Gutiérrez y Germán Vargas Lleras. Pero en 2026, luego de álgidos enfrentamientos con el presidente Petro, el poder económico y parte del político de derecha jugará con la motivación de haber estado cuatro años por fuera de la presidencia.

Todavía no es claro para dónde apunta el establecimiento, pero ya se dibujan caminos.

Está el de la experiencia regional. “La oposición desde las regiones va a ser sorpresa”, dice Rojas, el consultor político. Apunta al poder que tendrán mandatarios regionales como “Fico”, Char, Rendón en Antioquia, y Galán en Bogotá para hacer guiños, sin dejar sus cargos, lo que sería un salto arriesgado que rompe sus promesas con los grandes electorados que eligieron.

Con ese lente regional, el federalismo toma fuerza narrativa como resistencia al gobierno Petro, y ya tiene a una serie de exgobernadores y exfuncionarios moviéndose en la centro derecha.

Según le dijo a La Silla Vacía uno de sus miembros, Daniel Palacios, el exministro del Interior de Iván Duque, quiere juntar a un grupo diverso de nombres en una posible coalición: Juan Guillermo Zuluaga, exgobernador del Meta, Nicolás García, exgobernador de Cundinamarca, Felipe Córdoba, excontralor, David Luna, senador de Cambio Radical, Jaime Pumarejo, exalcalde de Barranquilla, David Barguil, exsenador conservador, y Abelardo de la Espriella, penalista cordobés de derecha. La idea es ponerse a sonar juntos, para luego decantar un candidato.

Está la versión alternativa del establecimiento. Acá Claudia López está ya generando interés entre banqueros y cacaos. Por su oposición a Petro, y su centrismo con inclinaciones a la derecha desde Bogotá, López cabe dentro del establecimiento. “Ella va a acabar en el lugar donde la gente quiere que exista el nuevo gobierno, que va a ser la centro derecha, con esa ductilidad que tiene”, dice Beccassino.

Al tiempo, López, que está estudiando en Harvard, es una candidata distinta. “Es una foto de la mujer lesbiana, con su esposa, diferente, eso rompe en el imaginario colectivo, eso lo combina con estructuras en Bogota y plata”, dice Carlos Suárez, quien ha sido estratega de políticos como Dilian Toro y Alex Char.

Está la vía de la tecnocracia sólida. Son eternos candidatos de esta, hasta ahora, infructuosa apuesta del establecimiento, Mauricio Cárdenas y Juan Carlos Echeverry. Pero un grupo de exministros que ha hecho oposición a Petro podría poner nombres de refuerzo, como el de Alejandro Gaviria.

En un carril intermedio de centro podrían también entrar a jugar figuras como Sergio Fajardo, tan activo en redes y en medios que parece calentando motores, Juan Manuel Galán, del Nuevo Liberalimo y Juan Fernando Cristo, de En Marcha, un partido que salió de la coalición de gobierno de Petro.

Finalmente, está el sólido camino ya conocido: Germán Vargas Lleras. Vargas viene de hacer correría regional con Cambio Radical, opina en radio, y “no está de cariñoso con los perritos por nada, está haciendo campaña”, dice Suárez. @manchovargasoficial es la cuenta de Instagram de su perro Mancho, un bulldog francés que aparece en tarima con el eslogan “Mejor Vargas Lleras”.

Sin embargo, la ternura canina no da para borrar el coscorrón a su escolta de 2018, la foto del establecimiento más clasista.

“Si crece la idea de que tenemos que salir del atolladero y se necesita a alguien con experiencia”, Vargas sería un camino, opina Gonzálo Araújo, de la consultora Orza.

Respuesta corta: hay opiniones divididas

“¿Colombia va a tener un Milei?”, es una de las preguntas recurrentes cuando surge la conversación sobre el 26. Antes era Bukele, antes Novoa, y en Colombia casi fue Rodolfo Hernández en 2022. La irrupción de outsiders en la región se ha convertido en el estándar, y Colombia es un país cada vez menos excepcional frente a la región.

“Vicky tiene chance”, dice Araújo de Orza. Victoria Dávila, la directora de Semana, aparece en la baraja de quienes piensan que alguien poco convencional, del mundo de las redes sociales, y por fuera de la política, será quien suceda a Petro.

“Los fenómenos de redes sociales sí se traducen en votantes. No me parece una locura, lo he oído un par de veces y me parece que es una manera de recuperar el poder por parte del establecimiento”, agrega. Un ejemplo de esto es que los concejales más votados en Bogotá fueron dos influencers y en el país fue un motero influencer también. Vicky es quien está haciendo hoy la oposición. No es Uribe, no es el Centro Democrático. La Cabal sí hace oposición, pero tiene tan poco prestigio que el pueblo raso no le va a creer”, afirma Suárez.

Seguramente no será Dávila, quien se ha dedicado toda su vida al periodismo sin mostrar ambiciones políticas, pero que ella sea un nombre que aparece ahora habla de un espacio político que algunos analistas ven como vacante. “El país de la opinión puede estar dividido entre derecha e izquierda, pero el país real no está dividido entre izquierda y derecha. Le importa cinco. La gente lo que busca es una alternativa distinta,” dice Suárez.

Ese espacio no está en el radar de todos los analistas. Rojas, quien ha hecho campañas para Cambio Radical, dice que “después de este gobierno no veo a un candidato de esa factura”. Las pasadas elecciones regionales, si sirven de abrebocas de las presidenciales, aportan argumentos en ese sentido. En la mayoría de plazas grandes, donde están la mayoría de votos, ganaron candidaturas más tranquilas, de políticos conocidos: Galán en Bogotá, Char en Barranquilla, “Fico” en Medellín, Verano en Atlántico, Rey en Cundinamarca, Amaya en Boyacá. Santander fue la excepción, con Juvenal y Beltrán.

Respuesta corta: un referendo a la gestión de Petro

Como casi todas las campañas, la del 2026 probablemente girará en torno a un referendo sobre la gestión de Petro: ¿merece el cambio 4 años más o ya cerramos el capítulo del cambio petrista? Lo demás- salud, seguridad, reformas, economía- se derivará de eso

Por ejemplo, si la paz total ya ha comenzado a arrojar resultados —y muy seguramente lo hará en vísperas de la campaña— como el anuncio de la suspensión del secuestro hoy por parte del ELN estará el debate sobre si es mejor profundizar ese camino o si esta política ha propiciado el fortalecimiento militar de los grupos como ha sucedido hasta el momento, según informes recientes de la Fundación Ideas para la Paz y la misma Defensoría del Pueblo.

En el tema de economía, que será clave en ese debate, el gobierno mostrará probablemente los logros de la economía popular y la reducción de pobreza vía subsidios y los otros mostrarán la desaceleración de la construcción, inversión y consumo.

Y por último, estará el tema de la salud. Pase o no pase la reforma, el deterioro del sistema por cuenta de las decisiones de este gobierno cobrará factura en el 2026 y entonces seguramente será un tema de discusión si estos problemas eran inevitables o fueron provocados por el ministerio de Salud.

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Ojo al 2026: preguntas precoces sobre la próxima elección presidencial

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07.02.2024

“Cuidemos el 26”, dijo el presidente, Gustavo Petro, al cierre de uno de sus discursos en Tumaco hace poco más de una semana en su vista al Pacífico, “no pueden devolverle el poder a quienes lo tenían”, agregó. Así dio Petro un inicio precoz a la campaña presidencial de 2026, que ya está en boca de los interesados en la política a pesar de que faltan más de dos años.

“Ya me han hablado cinco. Es ridículo”, dice Ángel Beccassino, estratega de campaña de Gustavo Petro y de Rodolfo Hernández. Beccassino se guarda los nombres de los clientes prospectivos, en una carrera que está en pañales, pero de la que ya se desprenden cinco grandes preguntas claves que se empezarán a resonder este año.

Respuesta corta: No.

No hay ningún indicio para pensar que el presidente tenga planes de amarrarse a la Casa de Nariño. Para comenzar, ha dicho varias veces sentirse decepcionado de la experiencia y aburrirse en los corredores fríos de Palacio, además de sus males de salud. Y no ha hecho ninguna movida conducente a proponer una reforma constitucional para permitir su reelección.

El camino de una Asamblea Constituyente tampoco se ve probable, con los bajos niveles de popularidad del presidente. Y el camino de quedarse, violando la Constitución —el miedo que tenían muchos de que siguiera los pasos del chavismo—, tampoco se ve probable pues, entre otras cosas, Petro quiere jugar un rol internacional y no ser un paria.

Hay un solo camino que podría abrirse y es vía un acuerdo definitivo con el ELN que desemboque en una Asamblea Constituyente, como un hecho político extra institucional similar al de la séptima papeleta. Pero para eso se necesitaría que la guerrilla avanzara a un ritmo inédito, que Petro quisiera quedarse y que el proceso ganara una legitimidad de la que hoy carece. Tres variables difíciles de converger.

Respuesta corta: no parece.

Dependiendo del nivel de desgaste del presidente, sus resultados y popularidad el candidato de la izquierda será o no “el que diga Petro”. En el pasado, Petro ha usado con mucha discreción ese poder. Cuando impuso la candidatura de Holman Morris, a la Alcaldía de Bogotá, en 2019, o con Gustavo Bolívar, también Bogotá, en el 2023.

“Petro no es disciplinado, no trabaja, no tiene capacidad de organización”, dice Camilo Rojas, consultor político que ha llevado varias campañas. “La prueba de fuego fueron las regionales, y no hubo línea estratégica de nada, y perdieron”, agrega.

Una persona que trabaja dentro del gobierno, que pide no publicar su nombre para hablar con candor de la situación interna, va por la misma línea: “ya Petro fue lo que fue, y hay que pensar más allá”. Incluso desde adentro ven a un presidente con pocas posibilidades de definir su sucesor. “El próximo presidente progresista será si y sólo si surge una alianza entre el Pacto Histórico, el Verde, el partido de La U y el Liberal. Para que eso ocurra tiene que haber un candidato progresista que no sea de izquierda”. En ese escenario la figura del presidente puede ser más un lastre.........

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