La embajada en la FAO en Roma le queda a Armando Benedetti como un traje italiano hecho a la medida. Y el sastre fue el presidente Gustavo Petro.

En la mañana del jueves 8 de febrero está programado su arribo a Roma, con el decreto recién salido del Palacio de San Carlos, que lo nombra como embajador de Colombia ante la Organización de la ONU para la Alimentación y Agricultura (FAO).

Pero su nombramiento llega sin el visto bueno de la embajada en Roma, que ya adelantaba las tareas técnicas que ahora le corresponderán a Benedetti, y tampoco tuvo la bendición del canciller Álvaro Leyva. De hecho, la creación del puesto se cruza en los planes de la Cancillería de abrir nuevas representaciones en África y el Caribe. Y como embajador en Venezuela, Benedetti no se caracterizó por sus buenos oficios ni por su diplomacia.

En cambio, es perfecto para el cuestionado exembajador, y para Petro. El puesto le cambia el fuero, y pone a la Corte Suprema a decidir si debe dejar de investigarlo en varios casos que lleva. Es en un país de donde Benedetti tiene nacionalidad y donde la embajadora es una aliada de Verónica Alcocer, la primera dama.

Y, sobre todo, pone bien lejos y en un lugar cómodo a un exaliado que se ha jactado de su poder de chantaje sobre el presidente, y ha amenazado a Petro con revelar información privilegiada sobre la supuesta financiación ilegal de la campaña del presidente.

Por segunda vez, el presidente pasó por encima de la Cancillería para acomodar a Benedetti en un nombramiento diplomático. La primera vez fue en julio del año pasado, cuando Petro se saltó al canciller Leyva para nombrar a Benedetti en la embajada en Caracas por 20 días más de lo planeado pese a su escandalosa salida de ese cargo.

El paso de Benedetti por la embajada de Caracas está lleno de ruidos de mala gestión, fiesta y una pésima relación con el canciller. “Por eso cuando pasó todo el rollo con Sarabia, Leyva era uno de los más beneficiados y se aseguró de apurar su salida”, le dijo a La Silla una fuente diplomática que conoció la relación de primera mano.

“Si durante su paso por la embajada bilateral en Caracas casi la acaba, en lo multilateral lo va a despedazar”, le dijo a La Silla una fuente de Cancillería, que pide mantenerse en el anonimato por temor a perder su puesto.

El año pasado Leyva se tuvo que morder la lengua por orden presidencial y mandar a su secretario general, José Antonio Salazar, a firmar el decreto 1002 del 20 de junio de 2023 que le permitió quedarse en Caracas 20 días más de lo planeado.

Incluso en público, el canciller ni trató de esconder su tensión con Benedetti. En una rueda de prensa afuera del Palacio de San Carlos dijo en su momento sobre la salida de su subalterno dijo: “A Benedetti, ¿cómo se le puede creer? Si él mismo dice que es un drogadicto”.

Esta vez, y ahora suspendido por la Procuraduría, el canciller Leyva sí firmó el decreto que deja en firme la llegada de Benedetti a Roma. Pero dos fuentes de la Cancillería le confirmaron a La Silla que la orden para mandarlo llegó del presidente.

Una de esas fuentes asegura que fue durante la visita de Petro a Roma en enero, que el presidente le contó a la embajadora colombiana en Italia, Ligia Margarita Quessep, quien llegó a la embajada como una de las fichas de la primera dama, Verónica Alcocer, en el gobierno. La Silla no pudo confirmar esta información con la embajadora Quessep.

Benedetti dijo a la W Radio que la embajada “no es lo que hubiera querido, pero es lo mejor”, pero su nombramiento está lleno de ventajas extralaborales.

Benedetti llega a una embajada que Colombia cerró en 1999 porque las tareas del organismo multilateral se podían cumplir con el personal de la embajada bilateral en Roma. Hasta ahora, quien funge como embajador ante el país, es también el representante permanente de Colombia ante la FAO. En este momento, ese rol lo tiene Quessep.

Aunque la embajadora es la representante permanente, el ministro consejero de la embajada, Juan Camilo Saretzki, es quien adelanta en este momento los asuntos del organismo como representante permanente alterno de Colombia en la FAO.

Que el embajador del país cumpla esas funciones no es extraño, otros países nombran a un encargado dentro de su embajada para que se encargue de las multilaterales de Roma: la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida). Por ejemplo, en la embajada peruana en Roma, Gustavo Mostajo es al tiempo representante permanente alterno ante esos organismos y funcionario de la bilateral.

Benedetti llega a la embajada sin conocimiento sobre los temas agrarios que trata el organismo frente al que representa al país. Según dos diplomáticos, que piden no publicar sus nombres por miedo a las represalias, la FAO es un organismo extremadamente técnico, que requiere de un perfil y un grado de experticia en política de desarrollo y agraria. “En términos de política exterior, el nombramiento no tiene sentido”, comenta uno de ellos.

Sin embargo, el nombre del exsenador sí tiene un sentido político. Para posesionarse como representante ante un organismo multilateral, el gobierno solo debe notificar al organismo sobre la llegada de un nuevo representante.

Así, se salta el proceso de conseguir el beneplácito del gobierno de Giorgia Meloni, una curtida política de ultraderecha y la primera presidenta de Italia. Conseguirlo no solo sería un reto por las diferencias ideológicas con el gobierno de Meloni, sino por el ruido que generó su paso por la embajada de Caracas por su tensa relación con el chavismo.

El regreso de Benedetti a la arena diplomática, además, lo deja blindado de los cuatro procesos que empezó la Corte Suprema en su contra cuando era senador. Mientras sea embajador, sus procesos por presunto enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, violación de comunicaciones e injuria y calumnia se mantienen en la Fiscalía.

A esa entidad llegaron en septiembre del 2022, cuando el magistrado César Reyes consideró que, con la llegada de Benedetti a la embajada, tenían que ser investigados por la Fiscalía porque cambiaba su fuero constitucional.

No solo mantiene los procesos en un limbo investigativo, sino que en el eventual caso de que uno de ellos falle en contra del embajador le da una protección adicional contra una solicitud de extradición. Benedetti puede hacer uso de su doble nacionalidad italiana como argumento en contra de la posible extradición. Pese al tratado de extradición entre Colombia e Italia, “Lo protege la doble nacionalidad porque puede pedir una protección adicional en Italia. Italia no extradita a sus ciudadanos”, le explicó a La Silla el penalista Fabio Humar.

Otras de las bendiciones de una multilateral como la FAO es que no tiene restricciones para el embajador con doble nacionalidad, como sí ocurre con las embajadas bilaterales en las que los nombrados han tenido que renunciar a su segunda nacionalidad. Como el embajador en Washington, Luis Gilberto Murillo.

La llegada de Benedetti a otra embajada no solo ha generado críticas externas, sino molestias al interior del cuerpo diplomático del país.

La embajada ante la FAO, aunque no se ha demostrado su real utilidad dentro del plan de política exterior del país, ocupa uno de los nueve sueldos de embajador que se contemplaron en el plan de apertura para los cuatro años de gobierno Petro. Según supo La Silla, por una fuente de Cancillería que pide no publicar su nombre para dar detalles, originalmente se contemplaba solo la apertura de misiones bilaterales.

“En una segunda etapa sí habíamos considerado volver a abrir FAO. Porque más del 70 por ciento del trabajo de la embajada se invierte en los organismos multilaterales que tienen sede en Roma”, agregó la fuente.

Para la primera etapa, en la que no estaba contemplada la embajada que ahora ocupa Benedetti, la Cancillería logró negociar ampliación la planta del exterior incluyendo nueve cargos de embajador, que son los más complicados de conseguir por ser el más costoso. Un embajador del país gana casi 16 millones de pesos de salario.

La fuente al tanto de la negociación le contó a La Silla que se habían contemplado para la primera etapa misiones bilaterales en África, el Caribe y otras en Europa, pero ya los nueve estaban contemplados. “Ahí el nombramiento de Benedetti se nos atraviesa porque nos toca decidir cuál de las otras que habíamos propuesto nos toca posponer”, explica.

En los sindicatos de la Cancillería tampoco ha caído bien el nombramiento. En una carta de Unidiplo, uno de los sindicatos más grandes de diplomáticos, explican preocupaciones por el nombramiento. “Ya se había pensado estratégicamente la necesidad de ciertas embajadas, entre las cuales no estaba la FAO. Pero si ya se vio la necesidad de abrirla, nos preguntamos por qué no se pensó en un funcionario de carrera que tuviera las capacidades técnicas”, dice María Angélica García, presidenta del sindicato.

García, además, llama la atención sobre la celeridad con la que Benedetti llegó al cargo. El decreto del nombramiento fue firmado menos de una semana después de que su nombre se publicara como aspirante para el cargo y un día después está programada su llegada a Italia. “En cambio, hay muchos jóvenes que llevan un año estudiando y todavía esperan su nombramiento como terceros secretarios, ahí es cuando uno ve la diferencia de trato entre el mérito y el interés político”, agrega.

A pesar de las críticas del nombramiento, el presidente Petro está dispuesto a asumir el costo político, con lo que crecen las sospechas del potencial daño que Benedetti puede infligir sobre su presidencia.

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Petro le hizo a Benedetti una embajada a su medida

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08.02.2024

La embajada en la FAO en Roma le queda a Armando Benedetti como un traje italiano hecho a la medida. Y el sastre fue el presidente Gustavo Petro.

En la mañana del jueves 8 de febrero está programado su arribo a Roma, con el decreto recién salido del Palacio de San Carlos, que lo nombra como embajador de Colombia ante la Organización de la ONU para la Alimentación y Agricultura (FAO).

Pero su nombramiento llega sin el visto bueno de la embajada en Roma, que ya adelantaba las tareas técnicas que ahora le corresponderán a Benedetti, y tampoco tuvo la bendición del canciller Álvaro Leyva. De hecho, la creación del puesto se cruza en los planes de la Cancillería de abrir nuevas representaciones en África y el Caribe. Y como embajador en Venezuela, Benedetti no se caracterizó por sus buenos oficios ni por su diplomacia.

En cambio, es perfecto para el cuestionado exembajador, y para Petro. El puesto le cambia el fuero, y pone a la Corte Suprema a decidir si debe dejar de investigarlo en varios casos que lleva. Es en un país de donde Benedetti tiene nacionalidad y donde la embajadora es una aliada de Verónica Alcocer, la primera dama.

Y, sobre todo, pone bien lejos y en un lugar cómodo a un exaliado que se ha jactado de su poder de chantaje sobre el presidente, y ha amenazado a Petro con revelar información privilegiada sobre la supuesta financiación ilegal de la campaña del presidente.

Por segunda vez, el presidente pasó por encima de la Cancillería para acomodar a Benedetti en un nombramiento diplomático. La primera vez fue en julio del año pasado, cuando Petro se saltó al canciller Leyva para nombrar a Benedetti en la embajada en Caracas por 20 días más de lo planeado pese a su escandalosa salida de ese cargo.

El paso de Benedetti por la embajada de Caracas está lleno de ruidos de mala gestión, fiesta y una pésima relación con el canciller. “Por eso cuando pasó todo el rollo con Sarabia, Leyva era uno de los más beneficiados y se aseguró de apurar su salida”, le dijo a La Silla una fuente diplomática que conoció la relación de primera mano.

“Si durante su paso por la embajada bilateral en Caracas casi la acaba, en lo multilateral lo va a despedazar”, le dijo a La Silla una fuente de Cancillería, que pide mantenerse en el anonimato por temor a perder su puesto.

El año pasado Leyva se tuvo que morder la lengua por orden presidencial y mandar a su secretario general, José........

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