Miles de mujeres luchan en silencio, sin medios, contra las violencias masculinas. ¿Qué apoyo hay para ellas? ¿Por qué parece que se premia primero la virilidad guerrera, antes que los esfuerzos por hacer tejido social?

Hoy, 25 de noviembre, día de la lucha contra las violencias hacia las mujeres, debería ser jornada de tomar conciencia del desbalance que existe entre la visibilidad a las manifestaciones viriles guerreras y la invisibilidad a las manifestaciones no violentas.

Vamos por partes. En primer lugar, debe ser claro que son los hombres quienes matan a los otros miembros de la sociedad (matan a hombres y a mujeres). Son ellos quienes más abusan sexualmente de otras personas (sobre todo de mujeres y niñas). Esto no es invento de las feministas, son realidades estadísticas. Veamos los datos:

Es suma, la violencia física, asesinato, abuso sexual, son realizados en una altísima proporción por hombres.

Tratemos de entender, ahora, por qué sucede esto. Aclaremos desde ya que esta situación no tiene nada que ver con genes o instinto. Los comportamientos de los seres humanos están mediados por la cultura, por el sistema de mediaciones, representaciones, por la educación.

De hecho, la verdadera razón por la que los hombres son los principales responsables de la violencia es de orden cultural: nuestra civilización es patriarcal (en otras culturas es similar). Esta civilización construye modelos de virilidad en donde se premia el uso de la fuerza. Tradicionalmente, los guerreros (de naciones, pero también de grupos humanos más pequeños) han sido hombres. Aún hoy, la educación de los varones asume que ellos deben saber pelear desde niños, defenderse con sus puños, demostrar a otros varones que son fuertes, que son dominantes.

¿Qué políticas debe haber para enfrentar la violencia masculina? Pienso que se debe promover a quienes, siendo hombres, combaten la virilidad violenta y proponen otras masculinidades. También, y sobre todo, se debe apoyar a quienes buscan potenciar otras formas de relacionamiento, resistencia y empoderamiento.

Tengo la impresión de que no sucede esto, ni en el pasado ni con el actual gobierno. ¿A qué me refiero? A que era de esperarse que este gobierno cambiara el chip, la forma de encarar estos asuntos. Pero no sucede así.

Las iniciativas de mujeres (y de hombres con masculinidades no violentas) resistiendo, denunciando, luchando frente a las violencias masculinas no tienen la misma visibilidad pública que las iniciativas de los hombres guerreros.

Hoy, todos conocemos las posiciones del gobierno Petro sobre Paz Total (que de hecho, le otorga estatus político a grupos violentos, mafias, delincuencia, fuerzas de destrucción social). Sabemos también de su interés en amnistiar a líderes de la primera línea (sobre algunos de ellos hay denuncias de graves delitos). Conocemos, asimismo, su voluntad de financiar o darle credibilidad y auditorio a personas que han cometido crímenes violentos (política de paramilitares como “gestores de paz” y política de “pagar para no matar”).

Todas estas políticas públicas se enfocan en los actores que han ejercido estas dinámicas de violencia masculina; implican presupuesto, funcionarios, atención mediática. ¿Por qué, en contraste, no conocemos nada de las políticas públicas para apoyar iniciativas que busquen hacer tejido social o rechazar la violencia masculina?

El segundo tipo de propuestas suele ser llevado a cabo por personas o colectivos, muy a menudo mujeres, que en general trabajan en condiciones precarias, con apoyos ocasionales, y en regla general, con muchos sacrificios. Ellas no tienen un consejero o viceministro dedicado a potenciar su trabajo. A menudo, sus labores son efímeras, siendo que son un verdadero trabajo práctico de respuesta a la violencia masculina, ella sí, normalizada.

Trabajan, como se dice, con las uñas. Mujeres tejedoras como la cooperativa que en Guatavita elabora productos de lana, mujeres como las hilanderas de Charalá y sus bellos telares, mujeres como las agricultoras de Tena que buscan comercializar la chicha y otros productos, mujeres como las artistas reinsertadas de grupos armados, que en la Casa E de Bogotá montan espectáculos reflexivos y potentes. Con toda ellas he conversado personalmente, y sé que, como miles de otras en todo el territorio nacional, trabajan con apoyos minúsculos, siendo que hacen una labor fundamental: vender sus productos o servicios en busca de autonomía, pero sobre todo, tejer lazos de convivencia, humanidad y apoyo frente a las violencias masculinas.

En suma: hoy, 25 de noviembre, fecha insigne para recordar que la violencia masculina se ejerce todos los días en nuestro país (para dar un solo dato, hay casi dos feminicidios al día en Colombia), debería ser la ocasión para cambiar de paradigma. Las políticas públicas nunca han abordado el grave problema de las violencias masculinas. Es posible y necesario hacerlo.

QOSHE - 25 de noviembre: las luchas contra la violencia masculina - Olga L. González
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25 de noviembre: las luchas contra la violencia masculina

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25.11.2023

Miles de mujeres luchan en silencio, sin medios, contra las violencias masculinas. ¿Qué apoyo hay para ellas? ¿Por qué parece que se premia primero la virilidad guerrera, antes que los esfuerzos por hacer tejido social?

Hoy, 25 de noviembre, día de la lucha contra las violencias hacia las mujeres, debería ser jornada de tomar conciencia del desbalance que existe entre la visibilidad a las manifestaciones viriles guerreras y la invisibilidad a las manifestaciones no violentas.

Vamos por partes. En primer lugar, debe ser claro que son los hombres quienes matan a los otros miembros de la sociedad (matan a hombres y a mujeres). Son ellos quienes más abusan sexualmente de otras personas (sobre todo de mujeres y niñas). Esto no es invento de las feministas, son realidades estadísticas. Veamos los datos:

Es suma, la violencia física, asesinato, abuso sexual, son realizados en una altísima proporción por hombres.

Tratemos de entender, ahora, por qué sucede esto. Aclaremos desde ya que esta situación no tiene nada que ver con genes o instinto. Los comportamientos de los seres humanos están mediados por la cultura, por el sistema de mediaciones, representaciones, por la educación.

De hecho, la verdadera razón por la que........

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