El tramo final del 2023 estuvo marcado por el recuerdo vivo del secuestro en el país. El futbolista Radamel Falcao dijo esta semana que tenía miedo de venir a jugar para Millonarios por el antecedente del secuestro del ELN al padre de su compañero de la Selección Colombia, Luis Díaz.

Este caso generó un rechazo generalizado del país y dejó herido el proceso de paz con esa guerrilla. Pero esta es solo una de las 316 víctimas de secuestro este año. Según cifras consolidadas del Ministerio de Defensa hasta noviembre, 2023 es el año con más cantidad de secuestros en la última década y las víctimas aumentaron en un 63 por ciento con respecto al mismo periodo del año pasado.

En medio del aumento de los secuestros, el gobierno de Gustavo Petro se anotó dos triunfos en las últimas semanas: logró acuerdos con el ELN y el Estado Mayor Central de las Farc para que dejen de secuestrar con fines extorsivos. El nuevo comisionado de paz, Otty Patiño, trazó esta exigencia como una línea roja para avanzar en las negociaciones de la paz total. Una línea roja que la misma sociedad colombiana fijó ante la pretensión del ELN de hablar de paz y seguir justificando el secuestro.

“Esa presión jugó un papel fundamental en esta última fase de la negociación para que los elenos aceptaran que la sociedad no se aguantaba un proceso de paz que deje seguir caminando el secuestro como una práctica inherente a la guerra”, le dijo a La Silla Gonzalo Sánchez, quien fue director del Centro Nacional de Memoria Histórica e investigador del conflicto armado.

Ahora el reto es que cumplan. Empezando por la liberación de 26 personas secuestradas, incluidas en una lista que la delegación del gobierno le entregó al ELN y al mecanismo de monitoreo para que confirmen su situación.

“Uno allá lo tratan peor que a un animal”, cuenta Libey Danilo Bravo, un sargento del Ejército que lleva más de 20 años en la institución y que el 14 de febrero de este año fue secuestrado por el ELN, en Arauca. “Desde que me cogieron, me encadenaron y me tuvieron con los ojos tapados. Cuando me ponían a hablar, eso era a punta de golpes y humillado totalmente. Uno no sabía a qué hora le iban a disparar porque ellos se burlan mucho de uno”.

En conversación con La Silla, nueve meses después de haber sido liberado y acompañado por su esposa, el sargento Bravo dice que vuelve a sentir temor al relatar estos hechos y que desde entonces le da pánico transportarse por carretera. “Eso me cogió por sorpresa, por más de que uno trabaje en esto. Ellos cuando lo cogen a uno, pues no respetan que uno es un ser humano”, dice.

El sargento Bravo cuenta que los guerrilleros lo llevaron a Venezuela, donde tenían una cárcel improvisada a la que llamaban “Alcatraz”. Cuando llegó, allí había otras 10 personas secuestradas. “Había cuatro colombianos, eran gente pudiente, gente que tenía plata y que no denuncia porque prefieren pagar esa cuota extorsiva para que no les pase nada”, dice Bravo sobre otros casos que nunca fueron conocidos, mientras el suyo se volvía noticia nacional.

El secuestro del sargento Bravo fue uno de los primeros casos este año que generó un rechazo generalizado contra la guerrilla del ELN, por persistir en esta delito mientras se sentaba con el gobierno a hablar de paz.

Tanto así que el secuestro fue abordado en las sesiones del segundo ciclo de la mesa de diálogos en México y el máximo comandante de esta guerrilla, “Antonio García”, prometió su liberación. “Es un prisionero de guerra, se respeta su estatus de prisionero y sus derechos de víctima, tal como establece el DIH”, trinó García.

Sin embargo, el sargento Bravo dice que también fue víctima de extorsiones durante su cautiverio. “Como vieron que yo no tenía nada, en ese momento trataron de sobornarme. Que para no recibir malos tratos y para que respetaran la vida de mí familia, pues que entonces me quedara trabajando con ellos”, le dijo a La Silla.

La liberación de Bravo finalmente se concertó en la mesa y recuperó su vida el 8 de marzo. Su caso, sin embargo, no sería el último que tendría que discutirse en la mesa de diálogos con el ELN.

El pasado 28 de octubre, el Frente de Guerra Norte del ELN secuestró en La Guajira a Luis Manuel Díaz, padre de la estrella de fútbol Luis Díaz. Un hecho que sumió en una crisis de credibilidad al proceso de paz con esa guerrilla, según reconoció la misma delegación del gobierno. También fue un hecho que volvió a despertar la empatía de la sociedad colombiana frente a este drama que se había olvidado en los últimos años.

Parte de este olvidó fue en parte por la disminución de las cifras, especialmente a raíz del proceso de paz con las Farc, que según el informe de la Comisión de la Verdad fueron las mayores responsables de este crimen.

Entre 2020 y 2021 se registraron las cifras más bajas de víctimas de secuestros en por lo menos los últimos 40 años: 162 y 160 casos respectivamente. Esta cifra contrasta abismalmente con el pico de este crimen, que fue registrado entre los años 2002 y 2003, cuando 11.643 personas sufrieron este drama.

Para el investigador Gonzalo Sánchez el secuestro fue uno de los crímenes que mostraron la degradación del conflicto a principios del 2000 y que generó movilizaciones masivas en rechazo en esa década.

En esa década, tanto figuras de la derecha, como el exvicepresidente Francisco Santos, como de izquierda, como la senadora Piedad Córdoba, fueron activistas por la liberación de los secuestrados y llevaron el tema al centro de la discusión política. Además, había periodistas dedicados a estar pendientes de la situación de estas personas todos los días, como el difunto Herbin Hoyos.

“Con la negociación de las Farc disminuyó el secuestro obviamente y disminuyó la militancia social contra el secuestro, en la medida en que bajaron las cifras. Este año se incrementaron los casos, se afectó a figuras públicas y hay un proceso de paz en marcha, lo que generó una nueva sensibilidad social frente al tema”, le dijo Sánchez a La Silla.

En esto coincide el excomandante del Frente Domingo Laín del ELN, Carlos Velandia, que desde hace años es promotor de paz y le hace seguimiento al proceso de paz con esta guerrilla. “Creo que la sociedad ha ganado y ha avanzado en este último mes, a raíz del secuestro del papá de Luis Díaz. Hubo como un despertar de la conciencia y de la solidaridad alrededor de ‘no al secuestro’”, le dijo a La Silla.

Después de la liberación del Luis “Mane” Díaz, la delegación del gobierno nacional expresó en un comunicado público, en pocas palabras, que el futuro del proceso de paz dependía del fin del secuestro. “Este tipo de crimen ocasiona un grave daño a la confianza de la sociedad colombiana sobre la posibilidad de alcanzar la paz”, dice el texto de noviembre firmado por toda la delegación.

Antes de ese comunicado, el excomisionado de paz Danilo Rueda había priorizado las medidas humanitarias para liberar a la mayoría de secuestrados en poder de los grupos armados con los que sostenía diálogos, y ha afirmado que fueron liberadas 150 personas por esas gestiones. Sin embargo, la exigencia del fin del secuestro no se había planteado como una línea roja para seguir avanzando en la negociación.

De hecho, el jefe negociador del ELN, Pablo Beltrán, dijo que esta guerrilla no había acordado dejar de secuestrar durante el cese al fuego bilateral, porque era parte de sus acciones de finanzas. Fue una postura que manchó el anuncio de cese al fuego por la oleada de indignación frente a este tipo de justificaciones.

“Parece que el ELN no se diera por enterado de que esta ya es una sociedad avisada sobre la degradación de esas prácticas. Actúan como si no hubiera pasado nada. La sociedad dejó de ser receptiva a cualquier tipo de justificaciones”, dice el experto en el conflicto Sánchez.

Para Sánchez las audiencias del último secretariado de las Farc ante la JEP, donde los excomandantes de la guerrilla responsables de más secuestros piden perdón y dicen que se arrepienten, son un punto en que ya se vuelve intolerable cualquier tipo de justificación. “En ese sentido, el proceso con las Farc trazó una línea roja frente a ciertas prácticas de la guerra. Esa línea roja la sociedad ya no la va a mover por más intentos justificatorios”, agrega.

Así lo ha entendido también la comunidad internacional que acompaña el proceso de paz con el ELN, que celebró el resultado del último ciclo con el ELN. “Con relación al tema que el ELN denomina retenciones con fines económicos, las partes lograron dar respuesta a los reclamos de la sociedad y se anunció la suspensión de esta actividad tan dolorosa para los retenidos y sus familiares”, le dijo a La Silla Carlos Ruiz Massieu, Jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

“Creo que el ELN está sintiendo que ya no tiene espacio para seguir haciendo esas retenciones económicas. No tienen ni espacio, ni oxígeno, ni tienen la admisibilidad que estaba pretendiendo que se tuviera frente a esas retenciones”, dice Carlos Velandia, quien tiene una mirada íntima de esta guerrilla.

A pesar del logro que significa que los principales grupos armados con los que el gobierno está negociando (ELN y EMC) acuerden dejar de secuestrar con fines extorsivos, aún hay grandes retos por delante en este tema. El primero es lograr la liberación de todos los secuestrados. Según la Defensoría del Pueblo son cerca de 91 personas en todo el país, aunque no afirma quienes son los responsables de cada caso.

De acuerdo con el senador y negociador del gobierno, Iván Cepeda, la delegación hizo un trabajo riguroso al respecto antes de ir al ciclo en México. Logró recaudar información de distintas fuentes, revisando los listados disponibles de personas presuntamente en poder del ELN.

“El listado que logramos hacer, una vez se cotejaron esos listados, es de alrededor de 29 personas. Pero durante el quinto ciclo de diálogos, tres de esas personas fueron puestas en libertad, no necesariamente por el ELN. El listado entonces quedó en 26 y ahora le toca al ELN responder”, le dijo Cepeda a La Silla.

En una entrevista para Caracol Radio, Pablo Beltrán dijo que no eran tantos, pero que en todo caso hay un compromiso para liberar a los secuestrados. Por parte del EMC de las Farc también ha habido gestos positivos en este sentido, como lo fue la liberación del exalcalde de San Calixto (Norte de Santander), Yadil José Sanguino Manzano, quien permaneció 35 días en poder de este grupo.

Otro tema pendiente sobre la mesa es la extorsión a comunidades y comerciantes con la que estos grupos armados se financian. Un crimen que tiene un gran subregistro, pero cuyas cifras también aumentaron en 2023. En el caso del ELN, el senador Cepeda dice que el tema ya se abordó en la mesa pero no es objeto de ningún acuerdo.

Por otro lado, un reto aún pendiente para el gobierno, que excede a la política de paz total, son los secuestros por parte de bandas delincuenciales que no están ligadas al conflicto armado. Según un informe de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP, la mayoría de lugares donde aumentó el secuestro no tienen presencia de los grupos armados con los que el gobierno ha buscado negociar.

QOSHE - En 2023 Colombia recordó el secuestro y trazó una línea roja a la paz - Santiago Rodríguez Álvarez
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En 2023 Colombia recordó el secuestro y trazó una línea roja a la paz

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22.12.2023

El tramo final del 2023 estuvo marcado por el recuerdo vivo del secuestro en el país. El futbolista Radamel Falcao dijo esta semana que tenía miedo de venir a jugar para Millonarios por el antecedente del secuestro del ELN al padre de su compañero de la Selección Colombia, Luis Díaz.

Este caso generó un rechazo generalizado del país y dejó herido el proceso de paz con esa guerrilla. Pero esta es solo una de las 316 víctimas de secuestro este año. Según cifras consolidadas del Ministerio de Defensa hasta noviembre, 2023 es el año con más cantidad de secuestros en la última década y las víctimas aumentaron en un 63 por ciento con respecto al mismo periodo del año pasado.

En medio del aumento de los secuestros, el gobierno de Gustavo Petro se anotó dos triunfos en las últimas semanas: logró acuerdos con el ELN y el Estado Mayor Central de las Farc para que dejen de secuestrar con fines extorsivos. El nuevo comisionado de paz, Otty Patiño, trazó esta exigencia como una línea roja para avanzar en las negociaciones de la paz total. Una línea roja que la misma sociedad colombiana fijó ante la pretensión del ELN de hablar de paz y seguir justificando el secuestro.

“Esa presión jugó un papel fundamental en esta última fase de la negociación para que los elenos aceptaran que la sociedad no se aguantaba un proceso de paz que deje seguir caminando el secuestro como una práctica inherente a la guerra”, le dijo a La Silla Gonzalo Sánchez, quien fue director del Centro Nacional de Memoria Histórica e investigador del conflicto armado.

Ahora el reto es que cumplan. Empezando por la liberación de 26 personas secuestradas, incluidas en una lista que la delegación del gobierno le entregó al ELN y al mecanismo de monitoreo para que confirmen su situación.

“Uno allá lo tratan peor que a un animal”, cuenta Libey Danilo Bravo, un sargento del Ejército que lleva más de 20 años en la institución y que el 14 de febrero de este año fue secuestrado por el ELN, en Arauca. “Desde que me cogieron, me encadenaron y me tuvieron con los ojos tapados. Cuando me ponían a hablar, eso era a punta de golpes y humillado totalmente. Uno no sabía a qué hora le iban a disparar porque ellos se burlan mucho de uno”.

En conversación con La Silla, nueve meses después de haber sido liberado y acompañado por su esposa, el sargento Bravo dice que vuelve a sentir temor al relatar estos hechos y que desde entonces le da pánico transportarse por carretera. “Eso me cogió por sorpresa, por más de que uno trabaje en esto. Ellos cuando lo cogen a uno, pues no respetan que uno es un ser humano”, dice.

El sargento Bravo cuenta que los guerrilleros lo llevaron a Venezuela, donde tenían una cárcel improvisada a la que llamaban “Alcatraz”. Cuando llegó, allí había otras 10 personas........

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