El miedo comienza a consolidarse como el estado de ánimo preponderante en diversas democracias a nivel mundial. Al desamparo de las personas de bajos ingresos se suma el estado de miedo de sectores medios, que no solo viven una disminución de ingresos, también declaran una sensación de pérdida de prestigio social, considerando que alguien les quitó algo que no pensaban perder: la tranquilidad. En este esquema de bajo crecimiento económico sumamos un aumento de la criminalidad, donde la migración es evaluada como un elemento negativo. Ese miedo está aparejado de la sensación de peligro, y la historia nos demuestra que la reacción a esto es reclamar fuerza, no diálogo, no tolerancia y menos reflexión. Así, la democracia tiene un problema de ideario y utilidad. La distancia social frente al caudillismo autoritario comienza a disminuir, los liderazgos fuertes son más rápidos para comunicar un poder capaz de enfrentar la precariedad y el peligro presente y futuro. A medida que aumente una sensación de pánico colectivo, cada individuo empezará una marcha para depositar su libertad individual en manos de una autoridad sin freno ni contrapeso.

Nayib Bukele emitió hace un par de días una frase que quedará en la historia de América Latina: “El Salvador será el primer país con un partido único en un sistema plenamente democrático”. El debilitamiento democrático toma más velocidad en el modelo Bukele. Para él, el equilibrio de poderes y el principio de legalidad solo buscan bloquear la voluntad popular. La democracia debe ser simple, ese es el fusible discursivo de Bukele. Este modelo toma fuerza y popularidad en América Latina, y Chile no está ajeno. La última encuesta Cadem del mes de enero, lo posiciona como el líder internacional mejor evaluado por los chilenos, con un 85% de conocimiento público y un 78% de imagen positiva.

El Chile de Bukele es una distopía que comienza por un líder fuerte que abrazará la democracia, ya que la via revolucionaria o el golpe de Estado están deslegitimados. Simplificará el proceso democrático, vaciandolo de su contenido representativo liberal, en el nombre de la eficiencia administrativa. Para qué un Congreso, si demora la gestión pública y anida la corrupción; para qué una Contraloría, si es suficiente con una unidad jurídica; para qué un Poder Judicial, si los jueces deben ser rápidos. Las reglas democráticas son un estorbo frente al temperamento populista y autoritario. El carácter reformador y gradualista de la democracia debe ser eliminado, para dar paso a soluciones radicales y rápidas. La construcción de un consenso que respeta el disenso es una vibración perturbadora en el modelo Bukele; las diferencias molestan.

¿Qué falta en Chile para que esto sea realidad? Una desconfianza generalizada. El gobierno debe atender la economía y la criminalidad. Pero también debe impedir el peligro de la decadencia y la mediocridad democrática, es decir, mejorar la gestión pública y combatir la corrupción, que son el acelerante para el incendio populista.

Por Patricio Morales, cientista político y ex presidente del Partido Liberal

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.

QOSHE - Columna de Patricio Morales: El Chile de Bukele - Patricio Morales
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Columna de Patricio Morales: El Chile de Bukele

24 0
07.02.2024

El miedo comienza a consolidarse como el estado de ánimo preponderante en diversas democracias a nivel mundial. Al desamparo de las personas de bajos ingresos se suma el estado de miedo de sectores medios, que no solo viven una disminución de ingresos, también declaran una sensación de pérdida de prestigio social, considerando que alguien les quitó algo que no pensaban perder: la tranquilidad. En este esquema de bajo crecimiento económico sumamos un aumento de la criminalidad, donde la migración es evaluada como un elemento negativo. Ese miedo está aparejado de la sensación de peligro, y la historia nos demuestra que la reacción a esto es reclamar fuerza, no diálogo, no tolerancia y menos reflexión. Así, la democracia tiene un problema de ideario y utilidad. La distancia social frente al caudillismo........

© La Tercera


Get it on Google Play