Cuando todo quisqui creía que la eterna juventud de Brad Pitt radica en la baba de caracol, @jorg3leiner nos revela que no, que usa cremas de extracto de hígado de unicornio albino con escama de tritón del Mediterráneo.

El actor cumplió 60 este lunes y los usuarios de X o Instagram no han tenido manera de no enterarse. Para algunos es la segunda vez que llega a la sesentena. En julio se dijo tal cual. De la final de Wimbledon, se reprodujeron hasta la saciedad las imágenes de un Pitt masticando patatas y empeñado en hacer de El curioso caso de Benjamin Button su autobiografía.

Que a esta edad aún es guapo hasta hacer daño se encargaron los usuarios de recordarlo. Por ejemplo, con el único episodio de Friends en el que aparece, con Phoebe mirando al cielo y felicitando a Dios Nuestro Señor por el trabajo bien hecho. También lo sexy que está cuando mastica. @TheCinesthetic tiene parte de culpa, con una recopilación de 30 segundos recuperada con momentos de Pitt comiendo.

Pero es bucear en la web y descubrir maravillas. Pitt engulle. Mucho. En todas las películas. Un vídeo de 15 minutos lo demuestra, y hay artículos detallados de Rusty, su papel en Ocean's eleven , que zampa cualquier marranada en casi todas las escenas. El súmmum, un ranking de festines en la gran pantalla. Cuentan 55, entre hamburguesas de queso, nachos, palomitas, batidos, pancakes ... (¿ Y si está aquí el secreto de su juventud?). Solo en una historia se habla aún más de ágapes: El Quijote , pero más por carencia que por abundancia. Pitt es más Sancho Panza que el caballero.

Cumplió 60. Buena parte de las felicitaciones en las redes resaltan que está mas bueno que comerse un pollo con las manos, y no ha habido ruido en las redes por destacarlo solo por su físico. Pasa también últimamente con las mujeres. En enero murió Gina Lollobrigida, se realzó su belleza y casi no hubo voces discordantes.

Ella, e incluso Pitt pese a su condición de hombre, son indicios de que ha quedado claro, al menos para parte de la sociedad, que durante siglos la mujer ha sido menospreciada, apartada, infravalorada hasta el extremo (“durante la mayor parte de la historia, ‘Anónimo’ era una mujer”, dejó dicho Virginia Woolf), y que, una vez entendido eso se ha evolucionado a un pensamiento que permite, por superación, designarlos, ahora sí, por atributos físicos sin que se suponga una reducción pura o que se excluyan u olviden sus méritos, como sí sucedía irremediablemente tiempo atrás.

Brad está para comérselo. También lo estaba Gina. Y ya no pasa nada por decirlo.