De la lectura de decenas de artículos políticos publicados estos días en las secciones de Opinión de los diarios de referencia se pueden cruzar líneas de análisis que arrojan resultados muy interesantes. Una de esas intersecciones es la del nuevo y reforzado feminismo, ante la internacional reaccionaria que ha surgido con fuerza en Europa y América, y que va camino de consolidarse en este incierto 2024.
Dos guerras, empobrecimiento general, tensiones políticas internas, machismo violento persistente… caracterizaron 2023. Si tuviéramos que buscar un aspecto positivo del pasado año, sin duda sería la consolidación de la idea de que las mujeres deben alcanzar, de una vez por todas, un escenario social totalmente igualitario. Si ellas avanzan y se empoderan, y las legislaciones las igualan y las protegen, la sociedad mejorará
y se reforzará.
Coincidiendo con este nuevo impulso del feminismo, espoleado por el #MeToo, y sumado también con los derechos alcanzados por la comunidad LGTBIQ+, vemos como la gestación de esa denominada internacional reaccionaria avanza. Se trata de un movimiento protagonizado por líderes golpistas, racistas, negacionistas y violentos que, incumpliendo leyes y violando constituciones, intentan erosionar nuestras reglas democráticas y de convivencia.
Hablamos de Javier Milei, Donald Trump y la derechización del Tribunal Supremo de Estados Unidos, del auge del autoritarismo y la extrema derecha en Europa, con los Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Santiago Abascal y los ultras suecos, y también de Vladímir Putin y la maquinaria china de coartar libertades y por ese 44% de varones españoles que, según el CIS, sienten que la lucha contra la desigualdad de género les discrimina.
No se puede permitir que las mujeres pierdan más tiempo luchando por derechos básicos. La norteamericana Claudia Goldin, Nobel de Economía 2023 y experta en brecha salarial y género, habla de la “feminización de la pobreza”. Empresarios y sindicatos han de dar el paso definitivo para acabar con ese empobrecimiento. Alcanzada esa y otras metas, el bloque democrático recibirá un impulso gigantesco. Con las mujeres aún luchando por derechos básicos es difícil alcanzar una fuerza suficiente para defender nuestro estilo de vida. La democracia necesita el impulso femenino. Sin las mujeres, el sistema está agrietado.
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