La peor sequía de la historia, la Gran Sequía, se registró en plena era victoriana, entre 1876 y 1878. En aquel momento el color rojo, distintivo cartográfico para identificar los países colonizados por Inglaterra, cubría casi todo el mapamundi. Qué mejor color que el rojo para explicar que el planeta ardía por la falta de agua, una penosa situación que provocó hambrunas y acabó con la vida, se estima, de 30 millones de personas.

Durante la Gran Sequía el planeta fue un verdadero infierno. En el siglo XX, la falta de un recurso tan importante como el agua potable siguió azotando el planeta. África ­sufrió lo indecible, aunque para los europeos las grandes sequías suelen relacionarse con Australia, donde la falta de agua es una preocupación nacional, debido a su progresiva ­escasez.

Ya entrados en el siglo XXI, el recalentamiento global está causando estragos. En Catalunya, por lo que parece, la falta de agua no ha sido un tema relevante… hasta ahora. Si analizamos la situación, tampoco habían importado la sanidad, hasta que la pandemia evidenció fallas estructurales graves y escasez de recursos, ni la educación, hasta que nos dijeron que éramos los últimos de clase.

En un país con gobiernos que priorizan la identidad nacional a las depuradoras, la enseñanza o la sanidad, no es de extrañar que no se hubiera previsto que, con el recalentamiento global, llegaría la falta de precipitaciones y con ella la necesidad de agua. Nadie pensó en las desalinizadoras, los trasvases… había otras cosas por las que preocuparse.

El suspenso que se merecen los gobiernos que han administrado Catalunya es monumental. Catalu­nya sufre lo que sufre porque su propia clase política no ha sabido priorizar las necesidades del país y encontrar el camino hacia la estabilidad y la sostenibilidad del territorio.

La solicitada rebelión debería hacerse contra quienes no prestan el servicio social que corresponde a los ciudadanos que pagan sus impuestos. Catalunya está en el peor momento de su historia más reciente. La falta de previsión, legislación, gestión y servicio ante esta gran sequía física y social tiene sus responsables, y estos no son otros que quienes han cronificado la inacción política. Alguien debería decir “¡basta ya!” a esta sequía institucional.

QOSHE - Una sequía institucional - Albert Montagut
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Una sequía institucional

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11.03.2024

La peor sequía de la historia, la Gran Sequía, se registró en plena era victoriana, entre 1876 y 1878. En aquel momento el color rojo, distintivo cartográfico para identificar los países colonizados por Inglaterra, cubría casi todo el mapamundi. Qué mejor color que el rojo para explicar que el planeta ardía por la falta de agua, una penosa situación que provocó hambrunas y acabó con la vida, se estima, de 30 millones de personas.

Durante la Gran Sequía el planeta fue un verdadero infierno. En el siglo XX, la falta de un recurso tan importante como el agua potable........

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