El otro día, Donald Trump reveló una conversación mantenida en el 2018 con un mandatario “de uno de los grandes países” de la OTAN. Le dijo que no defendería al miembro de la alianza que no gaste al menos un 2% del PIB en defensa, y añadió que, en lugar de ayudar al aliado moroso, “animaría a Rusia a hacer lo que le plazca”. Las palabras de Trump han resonado como la enésima fanfarronada del pintoresco candidato a la presidencia en unos días especialmente fúnebres: creciente devastación mortal en Gaza, ataques de los hutíes en el mar Rojo, conquista rusa de Avdíyivka (Ucrania), tecnología nuclear rusa en el espacio contra los satélites, amenaza rusa a la presidenta de Estonia, eliminación de Navalni…

Mientras los puntos calientes se expanden cual llamas de un incendio de vocación mundial, persiste la tendencia a presentar como chorradas las declaraciones de Trump. Algunos comentaristas sostienen que sus palabras deben interpretarse como el recurso electoral de un candidato que se presenta como un “empresario” que promete gestión “eficaz” para ahorrar gastos al contribuyente. Pero, siendo este argumento verosímil, la afirmación de Trump debe leerse, en clave geopolítica, como la demostración de que el “America first” tiene ya gran valor electoral.

De un tiempo a esta parte, se habla en EE.UU. de la supuesta inutilidad de la OTAN. Esta posición, que ocho años atrás correspondía tan solo al sector más resentido de la sociedad norteamericana, se ha generalizado. La Administración Biden también participa de esas dudas. EE.UU. no puede intervenir en todos los puntos calientes del planeta. Necesitan destinar las energías, ante todo, al gran pleito con China, a proteger el tráfico oceánico por los principales estrechos y atender a Israel y Oriente Medio.

Si la guerra de Ucrania ya dividía a las élites norteamericanas, el atentado de Hamas y la desaforada respuesta bélica de Israel han alejado la atención estadounidense todavía más de una Europa que, tanto en el Este como en el Sur mediterráneo, está muy amenazada. Rusia, que ya tiene una base en el puerto sirio de Tartus, prepara un puerto en Tobruk, en el este de Libia, junto a Egipto y, por tanto, cerca de Suez. Erdogan, que juega con todas las cartas, tiene también bases en Libia oriental y en los Balcanes. Italia está sitiada (lo que explica el surgimiento de Meloni). El Sahel, debajo del Magreb, es una inmensa región descontrolada desde la que se aproximan todo tipo de peligros. Argelia, que nos abastece de gas, es una aliada de Rusia y enemiga de Marruecos, país que controla, junto con Mauritania y Senegal, el grifo de las migraciones.

No llevará EE.UU. sus dudas sobre la OTAN al extremo, ya que, si abandonara Europa, Alemania tendría las manos libres para rehacer el pacto con Rusia. Pero es un hecho: EE.UU. tiene un dilema con la OTAN, que Trump expresa groseramente, pero del que Biden también es consciente. Cada vez queda más claro que la indecorosa y apresurada huida norteamericana de Afganistán inauguró una época. ¡Que se paguen las mujeres afganas su derecho a la libertad!, pensaban los estadounidenses. Ahora desean que Europa pague su defensa.

Huyendo de Afganistán, EE.UU. daba permiso de aventura a los Putin y Erdogan del mundo. EE.UU. no puede con todo. Y nosotros, mediterráneos, tras tantos años de vivir cómodamente protegidos por los norteamericanos y practicando el deporte sin riesgo de criticarlos, nos enfrentamos ahora a nuestros retos geopolíticos con el culo al aire.

QOSHE - El “America first” nos afecta - Antoni Puigverd
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El “America first” nos afecta

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19.02.2024

El otro día, Donald Trump reveló una conversación mantenida en el 2018 con un mandatario “de uno de los grandes países” de la OTAN. Le dijo que no defendería al miembro de la alianza que no gaste al menos un 2% del PIB en defensa, y añadió que, en lugar de ayudar al aliado moroso, “animaría a Rusia a hacer lo que le plazca”. Las palabras de Trump han resonado como la enésima fanfarronada del pintoresco candidato a la presidencia en unos días especialmente fúnebres: creciente devastación mortal en Gaza, ataques de los hutíes en el mar Rojo, conquista rusa de Avdíyivka (Ucrania), tecnología nuclear rusa en el espacio contra los satélites, amenaza rusa a la presidenta de Estonia, eliminación de Navalni…

Mientras los puntos calientes se expanden cual llamas de un incendio de vocación mundial, persiste la tendencia a presentar como chorradas las........

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