La decadencia del PSOE empezó décadas antes de las elecciones gallegas: en los últimos años de Felipe González: la corrupción. Los casos de Roldán, Juan Guerra, Filesa y Gal funcionaron como un desencanto, aunque, en la pérdida de la inocencia de la izquierda española, el pragmatismo felipista fue más determinante que la corrupción.

Veámoslo. Los gobiernos de González reformaron España a la europea (ortodoxia económica, estado del bienestar, proteccionismo social, infraestructuras y economía de servicios). La modernización era imprescindible. Tuvo éxito. Pero no era un horizonte. Era una necesidad compartida. Ahora bien, asentada la libertad, lograda la modernización y aseguradas las necesidades colectivas, el PSOE había agotado no sólo su programa reformista, sino también su propuesta colectiva. Podía seguir ofreciendo reformas (así lo han hecho Zapatero y Sánchez), pero nunca ha propugnado un horizonte colectivo.

Aznar compareció entonces con el manual de Reagan y Thatcher para impulsar un cambio de valores: puesto que la libertad y la prosperidad colectivas ya estaban encarriladas, invitaba a los españoles a la libertad y la prosperidad individuales. Boom de la construcción y finanzas (bolsa) para las clases medias. La crisis de 2007 hundió el capitalismo popular fundado por el aznarismo (¡y gestionado por ZP!). Pero el PSOE, conspicuamente reformista, no podía ofrecer unaalternativa. Lo mismo ocurría con el pleito territorial: Aznar era recentralizador, pero el PSOE, acomplejado, no sabía ofrecer una visión inclusiva de España.

La socialdemocracia es pragmática. Desde el programa Bad Godesberg (1959), carece de programa de máximos. Favorece el capitalismo para reformarlo y reducir las diferencias sociales, pero no sabemos qué paraíso desea, qué visión tiene del mundo, a qué ideal de humanidad aspira. Tanto en la visión de España como en los valores colectivos, el PSOE va a remolque del nacionalismo liberal-conservador del PP. ¿Cómo consiguieron Zapatero y Sánchez llegar al gobierno? Asociándose con todos los alérgicos al aznarismo, que no son pocos. Ahora el PSOE lidera un puzle de identidades (nacionales, ideológicas, sexuales, de género), pero sigue sin tener una visión propia de España. Tampoco propugna un sistema de valores alternativos a los de la derecha: el individualismo es transversal.

En Europa la socialdemocracia se esfuma porque el miedo al futuro (clima, precarización, pandemia, migraciones) todo lo domina: la gente no quiere pensar en mañana. Vive el presente. Carpe diem . Aunque el liberalismo ha favorecido la globalización (es decir: el empobrecimiento de las clases medias), las derechas abanderan la idea de la nación como hogar y como muralla que protege del futuro incierto. ¿Qué ofrece el PSOE? Un César. No un horizonte, sino un líder. Un táctico. ¿A dónde quiere conducir Sánchez el país? No se sabe. Es un César al frente de un puzle de identidades contradictorias entre sí.

Sin un horizonte colectivo, la socialdemocracia europea se disuelve (ya ha pasado en Francia). El federalismo sería un posible horizonte: reunir a los españoles en su diversidad. Acomplejado por el PP, el PSOE nunca se ha atrevido a propugnarlo. Presionado por los nacionalismos, se deja llevar hacia horizontes de disgregación. En ambos casos abandona el federalismo, que podría reconvertir los conflictos de España en gran oportunidad. ¿Se atreverá a abanderar-lo ahora el PSOE, que, para sobrevivir, depende del éxito de Salvador Illa?

QOSHE - Federalismo, el último horizonte - Antoni Puigverd
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Federalismo, el último horizonte

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26.02.2024

La decadencia del PSOE empezó décadas antes de las elecciones gallegas: en los últimos años de Felipe González: la corrupción. Los casos de Roldán, Juan Guerra, Filesa y Gal funcionaron como un desencanto, aunque, en la pérdida de la inocencia de la izquierda española, el pragmatismo felipista fue más determinante que la corrupción.

Veámoslo. Los gobiernos de González reformaron España a la europea (ortodoxia económica, estado del bienestar, proteccionismo social, infraestructuras y economía de servicios). La modernización era imprescindible. Tuvo éxito. Pero no era un horizonte. Era una necesidad compartida. Ahora bien, asentada la libertad, lograda la modernización y aseguradas las necesidades colectivas, el PSOE había agotado no sólo su programa reformista, sino también su propuesta colectiva. Podía seguir ofreciendo reformas (así lo han hecho Zapatero y........

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