El presidente de Estados Unidos. es muy importante. Pero carece de poder absoluto. A menudo está condicionado por el Congreso, el Senado, el poder judicial. Lo que determina la evolución de un país, su actuación en el tablero mundial, no es el líder, por listo o estúpido que sea, sino las élites de la administración, el llamado deep state. Instaladas en el Pentágono o al frente de agencias como la CIA, disponen de una continuidad estratégica de la que carecen los líderes políticos. Es sabido que los estrategas norteamericanos están divididos, no solo por razón de la gran fractura americana (centrarse en los asuntos propios o mantener la hegemonía mundial), también porque el avance de la OTAN en territorio de la antigua Unión Soviética, razón primera del asalto de Rusia en Ucrania, ha causado un fuerte golpe a EE.UU.: el hermanamiento entre China y Rusia.

En la década de los setenta, Kissinger y Nixon lograron separar a los dos gigantes comunistas. Pero la guerra de Ucrania los ha reunido de nuevo. Rusia porque no tenía alternativa (frente al más aparente que real boicot de Occidente). China porque saca grandes ventajas: crudo y gas a bajo coste y enorme influencia geopolítica en la batalla por la hegemonía mundial. Buena parte de los países antes descritos como “no alineados” apoyan a Rusia en el pleito de Ucrania. En amplias regiones del mundo (Sahel y África central; centro y sur de América), la alianza estratégica puede reforzar muchísimo la posición china en detrimento de la americana.

En el 2014, el papa Francisco acuñó una expresión que no podía ser más lúcida: “Ha empezado la guerra mundial a pedazos”, dijo. La guerra de Ucrania, los colosales retrocesos de Francia en África, el incendio de Tierra Santa (con Irán tanteando la posibilidad de tener un brazo abierto en el Mediterráneo) y ahora el bloqueo del mar Rojo. Sin olvidar las amenazas de Corea del Norte a la del Sur por el apoyo de esta a Ucrania. Muchos son los puntos candentes del planeta. Parece claro que el objetivo del eje China-Rusia (que podría ampliarse a Irán) es estresar el imperio americano. No dejarle respirar. Distraerle, cansarle, desconcertarle. En Ucrania, lo están consiguiendo: allí los americanos ya no saben lo que quieren.

El cansancio americano se hizo visible en Afganistán, de donde huyeron con el rabo entre las piernas. EE.UU. había desperdiciado los años de poder solitario posteriores a la caída de la URSS. Los desperdiciaron en empresas irreflexivas (Irak, Afganistán). Dieron tiempo a China, que ya le alcanza en la carrera tecnológica. Una China que controla infraestructuras en medio mundo y puede superar los problemas del comercio en el estrecho de Malaca seduciendo a Indonesia. Rusia se está rehaciendo. Ya gana en Ucrania, tiene los pies en África y a través de Venezuela y Cuba presiona a EE.UU. (espionaje, crisis de Guyana).

Ahora bien, quizá el mayor estrés de los americanos tenga lugar donde nadie lo esperaría. En Panamá. Si la sombra de China y Rusia excitó al tirano de Managua, la proyección de China sobre Panamá es más sutil, pero intensa (incluso en el ámbito militar). Podría terminar como propietaria indirecta del canal más importante para los americanos. El del patio de casa. Algunos geopolíticos ya hablan de permacrisis. Una crisis mundial permanente.

A los europeos nos enerva avistar el estrés americano sin poder hacer más que tocar madera. La permacrisis desgarrará Europa. La guerra mundial a trozos se propaga y no tenemos fuerza ni para aconsejar.

QOSHE - Guerra mundial a pedazos - Antoni Puigverd
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Guerra mundial a pedazos

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08.01.2024

El presidente de Estados Unidos. es muy importante. Pero carece de poder absoluto. A menudo está condicionado por el Congreso, el Senado, el poder judicial. Lo que determina la evolución de un país, su actuación en el tablero mundial, no es el líder, por listo o estúpido que sea, sino las élites de la administración, el llamado deep state. Instaladas en el Pentágono o al frente de agencias como la CIA, disponen de una continuidad estratégica de la que carecen los líderes políticos. Es sabido que los estrategas norteamericanos están divididos, no solo por razón de la gran fractura americana (centrarse en los asuntos propios o mantener la hegemonía mundial), también porque el avance de la OTAN en territorio de la antigua Unión Soviética, razón primera del asalto de Rusia en Ucrania, ha causado un fuerte golpe a EE.UU.: el hermanamiento entre China y Rusia.

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