Al vomitivo espectáculo de los dos grandes partidos políticos españoles lanzándose las heces (el caso Koldo, el novio de Ayuso), hay que sumar ahora una campaña catalana que aspira a complicarnos más la vida, si cabe. Regresan los comentarios sobre las grandes astucias en juego y sobre tremendos dilemas ideológicos. Lo llaman política: es mero tacticismo. La palabrería de estos días no tiene más valor que los comen­tarios previos a un partido de fútbol.

.

Gracias al enésimo adelanto electoral, muchos programas sociales, económicos y culturales tendrán que frenar de golpe. Varias leyes que los parlamentarios habían negociado ya están en la papelera. Entre otros la modélica “ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo”. El naufragio de esta ley es especialmente cruel. Presentada hace más de dos años, no fue una iniciativa de los parlamentarios, sino de cinco instituciones sociales (Arrels, Assís, Cáritas, Sant’Egidio y Sant Joan de Déu) asesorados por los doctores en Derecho Aguado, Pitarch, Prado y González.

La gran mayoría de los partidos catalanes se adhirieron a la propuesta civil y, a continuación, exhibieron ante los medios su gran “sensibilidad social”. Pero ya a principios del 2023 saltaron las alarmas: a pesar de que la propuesta estaba impolutamente diseñada por juristas civiles, la tramitación de la ley encallaba. Exasperante lentitud. Tuvo que pasar un año más. Y cuando parecía que la ley, finalmente, entraba en la rampa de salida, la convocatoria electoral ha arruinado todos los esfuerzos, incluido un libro colectivo, Sensellarisme (Icaria Editorial), que se presentará, entre decepciones, después de Semana Santa.

El sufrimiento de los sintecho, los que peor lo pasan en este país, ha ido a parar tranquilamente a la papelera porque, como se ha demostrado una vez más, la política se interesa en primer lugar por sí misma. El interés de los partidos se impone siempre a las necesidades del país. Cuando, ahora, por la calle, los parlamentarios vean a un hombre amontonando cartones a modo de colchón, ¿se atreverán a mirarlo? Podían haber creado las condiciones para hacer posible que la problemática de quienes carecen de techo fuera tratada desde la raíz. Pero una mezcla de pereza, desidia, rutina y tacticismo lo ha impedido. ¿No les da vergüenza? No, ya sé que no.

La política lleva muchos años siendo el principal problema de nuestra vida colectiva. Un problema que los medios de comunicación –reconozcámoslo– hemos contribuido a exasperar, junto con las redes sociales, el mayor instrumento de polarización. Que la toxicidad de la política sea una enfermedad general de Occidente no puede consolar, pero nos indica que, más allá del típico “me duele España” vigente entre nosotros desde la generación de Unamuno y Maragall, existen causas comunes a todas las sociedades occidentales que explican la degradación de las democracias. La exasperación del individualismo es la causa primera.

Un simple vistazo a nuestras calles nos muestra una sociedad que desconoce el bien común: pintadas que destrozan fachadas y trenes, desidia y suciedad en torno a los contenedores de basura, el comportamiento de la mayoría de los propietarios de perros, las latas, plásticos, papeles y escombros que degradan los bosques. Los políticos, a menudo tan criticados, no son sino nuestro espejo. Nos parecemos mucho: también ellos van a lo suyo. Como diría Baudelaire, los políticos son tan hipócritas como tú, lector; y como yo.

QOSHE - Lo llaman “sensibilidad social” - Antoni Puigverd
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Lo llaman “sensibilidad social”

7 0
18.03.2024

Al vomitivo espectáculo de los dos grandes partidos políticos españoles lanzándose las heces (el caso Koldo, el novio de Ayuso), hay que sumar ahora una campaña catalana que aspira a complicarnos más la vida, si cabe. Regresan los comentarios sobre las grandes astucias en juego y sobre tremendos dilemas ideológicos. Lo llaman política: es mero tacticismo. La palabrería de estos días no tiene más valor que los comen­tarios previos a un partido de fútbol.

Gracias al enésimo adelanto electoral, muchos programas sociales, económicos y culturales tendrán que frenar de golpe. Varias leyes que los parlamentarios habían negociado ya están en la papelera. Entre otros la modélica “ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo”. El naufragio de esta ley es especialmente cruel. Presentada hace más de dos años, no fue una iniciativa........

© La Vanguardia


Get it on Google Play