Me cuesta imaginar un acto de generosidad mayor que el de quien, en el peor momento de su vida, deja de lado el dolor personal y es capaz de articular un mensaje socialmente útil. Eso se lo hemos visto hacer varias veces a las personas del entorno de las víctimas de violencia machista.

Una manifestante del 25-N en Milán muestra una foto de Giulia Cecchettin, asesinada por su exnovio

A finales de agosto, el policía jubilado Bartolomé Berenguer tendió una emboscada, secuestró y asesinó a su expareja, Raquel Llorente, en un chalet de Alzira. Sus familiares pasaron siete horas angustiosas desde que se oyeron los disparos en la casa hasta que se pudo confirmar que Berenguer –el tercer miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que mataba a su expareja en lo que iba de verano– efectivamente lo había hecho y se había suicidado también. Tan solo un día después, la hermana de Raquel, Ángeles, se dirigió con toda serenidad a las cámaras de televisión que la esperaban en su casa y dijo: “Mira lo que pasa por pensar ‘a mí no me va a hacer nada’” y exhortaba a las mujeres que puedan estar en una relación abusiva a denunciar y a refugiarse en sus amigos y familia.

Esta misma semana, coincidiendo macabramente con el 25-N, se ha vivido algo similar en Italia. Tras el asesinato de la estudiante Giulia Cecchettin a manos de su exnovio, el estudiante de Ingeniería Biomédica Filippo Turetta, a quien su familia ha descrito repetidamente como “un buen chico” durante la semana que ha estado huido de la justicia, la hermana de Giulia, Elena, se ha erigido en una potentísima voz política en Italia.

Circula por redes un clip en el que se la ve entrando en directo a un programa de infotainment de la televisión italiana. Con calma y compostura, Elena Cecchettin va explicando a los espectadores cosas que se han dicho muchas veces desde el feminismo pero algunos todavía no entienden: que Turetta no era un “monstruo”, sino un hijo sano del patriarcado, que lo que hizo forma parte de la cultura de la violación, que esta beneficia a todos los hombres, cometan o no actos degradantes, que es la obligación de ellos llamar la atención a sus congéneres que hacen cosas como controlar los móviles de sus novias, que el feminicidio es un delito de poder y también un crimen de Estado si el Estado no protege a las mujeres. Con poco sentido comunicativo y nula educación, la presentadora trata de interrumpir el discurso de Elena con “grazie”, pero a ella le da tiempo de decir lo que tenía preparado: “Por Giulia no pido un minuto de silencio, por Giulia quemémoslo todo”.

Como siempre suele ocurrir en estos casos, hay quien le ha afeado “politizar” la muerte de su hermana, como si no hubiera sido política ya. Nadie tendría que pasar por una cosa así para convertirse en voz autorizada. Pero Ángeles y Elena lo han vivido y han hablado cuando menos les apetecía, cuando más se las escuchaba. Grazie.

QOSHE - Hablan las hermanas - Begoña Gómez Urzaiz
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Hablan las hermanas

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27.11.2023

Me cuesta imaginar un acto de generosidad mayor que el de quien, en el peor momento de su vida, deja de lado el dolor personal y es capaz de articular un mensaje socialmente útil. Eso se lo hemos visto hacer varias veces a las personas del entorno de las víctimas de violencia machista.

Una manifestante del 25-N en Milán muestra una foto de Giulia Cecchettin, asesinada por su exnovio

A finales de agosto, el policía jubilado Bartolomé Berenguer tendió una emboscada, secuestró y asesinó a su expareja, Raquel Llorente, en un chalet de Alzira. Sus familiares pasaron siete horas angustiosas desde que se oyeron los disparos en la casa hasta que se pudo confirmar que Berenguer –el tercer miembro de las fuerzas y cuerpos de........

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