Dos mil trescientos desconocidos, desafiándolo todo, nos vemos envueltos de pies a cabeza en la pasión de Bach. La Pasión según san Mateo, concretamente, de casi tres horas de duración. Ya no hay escapatoria; el auditorio está abarrotado contigo dentro y tu tiempo ya no es tuyo. El tiempo está ahora en manos del genio alemán.

La Orquesta Barroca de Friburgo, el coro suizo y los seis solistas nos envuelven con las vibraciones de sus instrumentos, en un despliegue de sensualidad sin precedentes. El ritmo de las cuerdas avanza palpitante, los oboes entran por vena y las voces cortan el aire mientras nosotras leemos en las paredes del auditorio la traducción del relato cruel de la muerte de Jesús, que ahora mismo está maniatado: “La luna y las estrellas se ocultan”. Aún no ha sonado ningún móvil, esto es una extravagancia. Un acto de resistencia revolucionario.

En una butaca se atisba incluso la cabecita de una niña, criatura. “¿Sabes que puedo pedirle a mi padre doce regimientos de ángeles?”, canta Jesús. A una flautista se le cae la flauta. Cuatro mil ojos la observan recogerla. Me distraigo con los doce regimientos de ángeles, pienso si la niña también estará intentando visualizar el asunto. En una cadencia sobrecogedora, suena un móvil. Agitación en las butacas. El director alza las manos hacia el cielo como pidiendo paciencia divina.

Me distraigo calculando cuántas cabecitas, entre estas miles, se distraen. Seguiría distrayéndome con la idea de que todas están completamente centradas en la música menos la mía si no fuera porque una coral trepa por mis piernas. La sensualidad sin precedentes de esta obra bestial. No sé si este concierto eterno es una experiencia mística, o física. Diría que es como irse a vivir un rato al corazón de Bach. Un rato largo.

Siento deseos de besar a la mujer que cierra los ojos a mi izquierda. ¿Cómo pueden unas ondas acústicas provocar amor ilimitado? Siento deseos de besar al Alto cuando canta “si mis lágrimas son impotentes, toma mi corazón”. Pero Jesús expira, y suena una tos. En el breve silencio de la expiración, justo, tosecita. Casi se agradece esta bajada a la tierra porque, en el aria del número 58, la flautista, dos oboes, y la soprano de voz de cristal llegan a las cimas de algo tan bello que no se puede aguantar.

QOSHE - El aria del número 58 - Clara Sanchis Mira
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El aria del número 58

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30.03.2024

Dos mil trescientos desconocidos, desafiándolo todo, nos vemos envueltos de pies a cabeza en la pasión de Bach. La Pasión según san Mateo, concretamente, de casi tres horas de duración. Ya no hay escapatoria; el auditorio está abarrotado contigo dentro y tu tiempo ya no es tuyo. El tiempo está ahora en manos del genio alemán.

La Orquesta Barroca de Friburgo, el coro suizo y los seis solistas nos envuelven con las vibraciones de sus instrumentos, en un despliegue de sensualidad sin precedentes. El ritmo de las cuerdas avanza palpitante, los oboes entran por vena y........

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