Me encuentro a una mujer que podría ser yo, hablando a cámara en un vídeo que veo de pasada, ni sé lo que es, en el mareo de esta nebulosa contemporánea en que no recuerdas dónde has visto lo que acabas de ver, por qué lo veías o si fue ayer. El caso es que, la tipa y yo, no nos parecemos aparentemente en nada. Ella con esa coleta morena, yo al contrario –capilarmente hablando–, ella en general más joven, dientes generosos, igual que los labios, ni rastro de la cara de espía que una amiga asegura que tengo. Y sin embargo, con pelos y señales, el mismo pensamiento. Idéntico discurso sobre ese tema del que habla a cámara y que es lo de menos, el tema –cualquier cosa de la vida–. Porque lo que me hace pegar este frenazo en la niebla es verla decir frases que digo también yo, al dedillo, con una exactitud pasmosa. No ya la idea, sino cada palabra. ¿Cómo puede estar hablando al dictado de mi pensamiento, o al revés, esta desconocida mentalmente gemela?

Trato de imaginar los pasos que han podido llevarnos a confluir así. Qué cosas ocurrieron en su vida y la mía para acabar cayendo en estas mismas frases, como abrazadas en punto muerto. Sílaba a sílaba, con la lengua haciendo el mismo juego entre unos dientes sin embargo, ya digo, tan distintos.

La recuerdo con su coleta, ahora que ya es noche cerrada, y me pregunto en qué anda. Si su gata ha sacado su ropa interior del cajón sembrando calcetines y bragas por todas partes, como aquí. Si hoy ha comido también con un amigo de esos que ya se han hartado del feminismo, y entonces ella le ha dicho, con una sonrisa paciente, pues sí que te duró poco aquel deseo de salirte de ti mismo –ponerte en el lugar de otra–, qué rápido se te pasaron las ganas de jugártela en serio en un mundo a medias, ceder un trozo de tu tarta, qué pronto te olvidas de las muertas.

Me pregunto si la desconocida esta semana durmió poco. Si desayunamos lo mismo, si leímos libros idénticos, si vimos el mismo programa de tele a los seis años. Si es que, como sospechábamos, hay un guion por ahí que te acaba por mecanografiar el cráneo, y que la sobrepoblación está haciendo evidente porque, multiplicada, te lo encuentras. El guion que te toca por pura estadística, en tu distrito existencial, y que recitas como un loro convencida de que es tuyo.

QOSHE - El guion secreto - Clara Sanchis Mira
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El guion secreto

12 0
13.04.2024

Me encuentro a una mujer que podría ser yo, hablando a cámara en un vídeo que veo de pasada, ni sé lo que es, en el mareo de esta nebulosa contemporánea en que no recuerdas dónde has visto lo que acabas de ver, por qué lo veías o si fue ayer. El caso es que, la tipa y yo, no nos parecemos aparentemente en nada. Ella con esa coleta morena, yo al contrario –capilarmente hablando–, ella en general más joven, dientes generosos, igual que los labios, ni rastro de la cara de espía que una amiga asegura que tengo. Y sin embargo, con pelos y señales, el mismo pensamiento.........

© La Vanguardia


Get it on Google Play