Hay gente que lo está pasando mal con el florecimiento de los almendros. Cada año más prematuro. ¿Has visto eso?, susurra alarmada una amiga con la que comparto taxi. No sé qué tengo que ver. Hace dos semanas que están floreciendo, dice. Y apunta con el dedo a un árbol rosado que asoma en un semáforo, como quien señala a un fugado de la justicia. Cruzo una mirada con el almendro en flor. Resulta extraño que unas florecitas tan suaves provoquen angustia. Delicadeza amenazante. Como las tenues alas de las mariposas que también han aparecido antes de tiempo, revoloteando sin sentido, ilusas.

Otro amigo pasea por el parque del Retiro con los ojos inquietos. Tal vez sea la mirada del mono que lleva dentro, notando que algo no le encaja. El bicho percibe que el clima y la naturaleza andan desencajados. Se me pasa por la cabeza que quizás este amigo mató al padre, en el sentido freudiano del tema, pero no al mono, en su proceso de maduración humanoide. Mata al mono, hombre, ya no hay más remedio, le diría, mientras finjo que no veo pasar una mariposa blanquísima, batiendo sus alitas en pleno invierno. Desgraciada. Otro almendro completamente florecido, masculla mi amigo como quien da una mala noticia en la sala de espera de un hospital. Es horrible que sea tan bonito. Procuro desviar su atención hacia un pino rudo. Mariposas, Dios mío, grita entre sí. No sabemos dónde mirar. Si echamos la vista a los pies, tal vez encontremos unas hormigas descontroladas que nos reconcoman el seso, con esas boquitas suyas.

Salimos del parque para volver a pisar suelo firme de alquitrán. El ruido de las eternas obras de remodelación de bocas de metro nos devuelve algo de confianza. Pero los almendros están insoportables, preciosos, escandalosos, exuberantes, apareciendo a traición por las esquinas, rebosantes de florecitas blancas o rosadas. No los mires, le digo a mi amigo, y pienso que lo mejor va a ser sacar el móvil. Aunque siempre podemos probar con el truco de la amnistía. Céntrate y piensa en la amnistía, le digo, agárrate ahí. Pero no me escucha. ¿Ves la taladradora de esa obra? Mírala bien, España se taladra. Se rompe, del todo. ¿Lo notas? Concéntrate en eso y piensa en la amnistía. No hay nada más. Pero este amigo, ciego y sordo, solo tiene ojos para una pequeña flor.

QOSHE - Flores del mal - Clara Sanchis Mira
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Flores del mal

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10.02.2024

Hay gente que lo está pasando mal con el florecimiento de los almendros. Cada año más prematuro. ¿Has visto eso?, susurra alarmada una amiga con la que comparto taxi. No sé qué tengo que ver. Hace dos semanas que están floreciendo, dice. Y apunta con el dedo a un árbol rosado que asoma en un semáforo, como quien señala a un fugado de la justicia. Cruzo una mirada con el almendro en flor. Resulta extraño que unas florecitas tan suaves provoquen angustia. Delicadeza amenazante. Como las tenues alas de las mariposas que también han aparecido antes de tiempo,........

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